Viñeta para Maus, Spiegelman.

Bibliofilia presenta

El holocausto de los ratones

Maus, de Art Spiegelman

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Presentación

Spiegelman, dibujante norteamericano de ascendencia judía, nunca imaginó que alcanzaría la fama con las páginas de una obra tan incómoda para su legado familiar. La misma que su padre, caracterizado como un ratón vanidoso, tacaño y manipulador, vaticinó en las páginas a blanco y negro de una de las pocas obras del cómic que aglutina tanto a lectores “serios” como a seguidores de las mallas: Maus.

Para comprender su importancia hay que regresar a la segunda mitad de la década de los ochenta. El cómic norteamericano vive un momento inédito después de cincuenta años de vigencia. Los autores de culto de los setenta ganan visibilidad en publicaciones leídas a lo largo y ancho del país, lo que les permite superar las dificultades económicas así como obtener el reconocimiento de la crítica literaria. No fue gratuito que la conmemoración de los cincuenta años del número 1 de Action Comics (1988) fuera la oportunidad dorada para proclamar la importancia del cómic en la cultura.

En ese contexto, la publicación de Maus, (tomándonos el atrevimiento de dividirla en precuela y secuela) coincide con el reconocimiento de un arte pop y su abandono de la marginalidad para afrontar tratamientos cinematográficos y digitales. Desde 1988 y 1989, el cómic se transformó en el insumo de la industria del entretenimiento.

Sin embargo, este esplendor no cambió la disposición hacia las viñetas. Sin proponérselo, Spiegelman definió el tipo de lector que hoy sigue vigente. Descubrimos a un conocedor que aprecia las referencias, cierto tratamiento del realismo y puede, dependiendo del virtuosismo del dibujante, aplaudir el arte. Hablamos de la pretensión de la Novela Gráfica por ser considerada bajo las premisas críticas con las que usualmente son juzgadas las novelas en dos dimensiones.

Aunque es una generalización (mucho ha cambiado el panorama desde 1987), el impacto de Maus ha sido determinante para considerar con seriedad a quien lee cómics, así estos sean de características superheroicas.

Las desventuras de la familia Spiegelman, encarnada como ratones que sufren la violencia de los gatos, son leídas con fascinación a treinta años de su publicación.

Artie tuvo un golpe de genio al superar la miseria narrativa del exterminio con la fuerza de la alegoría: la rata y el ratón, estigmas del racismo de una sociedad enfurecida y condescendiente con el fascismo, superan todas las pruebas del exterminio para afrontar la extinción en la opulencia de los triunfadores.

Al utilizar las viñetas en una narración sobria, cargada con humor negro, el autor logró que el cómic alcanzara prestigio entre los letrados. Sin su esfuerzo, tal vez Watchmen sería un ejercicio de repercusiones periféricas.

Al subrayar la tragedia del Otro asociando figuras propias del ámbito de la fábula, Maus conserva una vigencia que es legado: el fascismo actúa cuando las personas son cómplices de sus señalamientos. Antes fueron ratas, hoy serán cucarachas.

Los ratones, sacrificados. Viñeta para Maus, de Art Spiegelman.

Kafka y el ratón Mickey

El ratón Mickey y la rata Josefina, asociados con la abyección de ser judío por parte del fascismo, son los motivos alegóricos que utiliza el dibujante para trazar el éxodo de sus padres a lo largo y ancho de los campos “matarratas” durante la confrontación bélica.

También es un retrato familiar: cómo la madre ratona se suicida después de haber superado el Holocausto; el peso de Richieu, el hermano muerto, con quien el autor nunca dejará de compararse, hasta llegar al extremo de dedicar la secuela de su obra; la relación con los otros animales como perros, marranos y hasta conejos (es decir, los no judíos que conviven con los ratones en Europa y Norteamérica); y finaliza con la tensión Padre e Hijo que nunca llega a resolverse en Maus, ni en la vida (Art tilda de asesino a su padre cuando descubre que éste ha desaparecido los recuerdos de su madre, indispensables para evadir el estereotipo del judío, contra el que lucha infructuosamente).

Maus no evade preguntas que rondan en el imaginario asociado con la actuación de los judíos durante la guerra. Pregunta sobre la pasividad de muchos ante las masacres. Reflexiona sobre el valor de los vínculos cuando prima el intercambio de objetos. Aborda la complicidad de los otros animales ante el exterminio de los ratones.

La identidad es una máscara que dota al cómic de una dimensión intertextual. Así, Kafka resuena en la reflexión del dibujante que solo muestra su rostro en otro cómic que ha leído Vladek mientras que la narración entre ratones prosigue. O la misma que sostiene Art con su mujer para explicar por qué decidió dibujarla como ratona cuando pudo haberla retratado de otra manera.

Spiegelman en un ejercicio de autorreferencia en Maus.

Y al alcanzar el reconocimiento con la historia de una tragedia, es el ratón Mickey el que mueve la cola. El precio incómodo de haber caricaturizado a su gente tiene un reflejo en la presencia de la estrella de Disney, objeto de escarnio por los dirigentes judíos quienes no dudaron en protestar por sentir el estigma en una representación que de inocente no tiene un pelo.

Final

En estricto sentido, Maus es una fábula sobre cómo los animales permitimos que los gatos asuman funciones de exterminadores. Al normalizar el fascismo, somos cómplices de la aniquilación de la sociedad. Sembramos vientos para cosechar tempestades. Valiente en su posición, Spiegelman no evita subrayar su responsabilidad hasta llevarla a niveles exasperantes.

Maus no cuenta con la esperanza, pero sí con cierta ternura que subraya la importancia de construir vínculos más fuertes que la simple transacción. Es un testimonio de la desgracia, pero no asume una victimización de los “suyos”. Porque no los hay. Todos estamos embarcados en una sola misión: evitar que la aniquilación destruya la civilización.

Siguiente entrega: Danza. Danza. Danza. (1988); Haruki Murakami.

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★ Creado en 2013, este es el blog del Imaginauta, conocido bajo un anterior avatar como Hijo de la máquina★