Caminando en un país de fosas

Biblioteca Humana Ibero
Biblioteca Humana Ibero
3 min readNov 24, 2016

¿Qué cosecha un país que siembra cuerpos?

Los últimos meses del 2016 nos han vuelto a reafirmar por qué la pregunta escogida como epígrafe tiene tanta relevancia, después de dos años de que la leí por primera vez…

En Patrocinio, Coahuila, los medios tornaron su atención a una fosa clandestina que, en 2015, había sido localizada por el Grupo Vida, el cual lo componen familiares de personas que se encuentran desaparecidas en el país. En ese año se recuperaron 341 restos de personas. El horror apareció nuevamente en septiembre de este año, cuando en ese mismo lugar se descubrieron 3 mil 147 restos.

Asimismo, en Colinas de Santa Fe, predio que se ubica en el puerto de Veracruz, el Colectivo Solecito, integrado de igual forma por personas con familiares y seres queridos desaparecidos, había encontrado hasta el mes de octubre de este año, 105 fosas clandestinas y 75 cuerpos.

Estos dos casos demuestran que el título de este libro, desgraciadamente, no plantea una ficción o una alusión a algo lejano. Por el contrario, representa un hecho al que todavía no nos atrevemos ver y nombrar con la seriedad que se requiere.

Al mencionar este tema dentro de los diferentes espacios en los que convivimos, se puede notar cómo la mayoría de nosotros buscamos omitirlo.

Preferimos mantenerlo como un rumor o como una noticia más dentro del catálogo de violencia que nos ofrece la mayoría de los medios de comunicación hoy en día.

Sin embargo, la realidad está ahí, y se refleja en las miles de familias que tienen que asumir la búsqueda de sus seres queridos que se encuentran desaparecidos (más de 28,000 de acuerdo a cifras oficiales).

Las cifras oficiales también señalan que desde 2006 se han exhumado 661 cuerpos de 201 fosas en todo el país. También sabemos que éstas no logran reflejar la magnitud del problema en su totalidad, sobre todo porque, en el fondo, demuestran la indifierencia del gobierno ante el sufrimiento de las personas que se enfrentan a estas tumbas anónimas.

“Reconocer este problema implica asumir una posición ética ante el dolor de todas y todos aquellos que viven con la incertidumbre de saber dónde se encuentra su ser querido”.

También nos invita a reflexionar cómo es que hemos llegado a asimilar tales niveles de violencia en el país. Simplemente, la fosa clandestina no puede seguir presentándose como el reflejo de todas las violaciones a derechos humanos que se cometen en México.

Pensemos y actuemos para poder escribir un nuevo libro donde la verdad y la justicia no sean algo lejano, donde la memoria prevalezca sobre el olvido, que la impunidad no siga siendo una constante, y que la vida sea vista como el derecho más preciado que tenemos, con el objetivo de que dejemos de seguir en caminado en un país de fosas.

Por: Jorge Ruiz Reyes

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