Judíos en México

Biblioteca Humana Ibero
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4 min readApr 24, 2017

-¿Eres judía?

-Sí

-¿Cómo? ¡No sabía! ¿Te puedo confesar algo?

-Ok…

-Eres la primera judía que conozco en mi vida…

Durante mi primer semestre en la universidad, este diálogo era para mí una conversación cotidiana. Tenía algunos compañeros que sí sabían de la existencia de la comunidad judía en México, pero había quienes de plano nunca se habían enterado de ello.

Al hacerlo, parecía que se les abría la puerta a un mundo desconocido; un universo tan extraño y ajeno como el que encontró Alicia al bajar por aquella madriguera a la hora del té.

Repletos de curiosidad, cuidadosamente me preguntaban:

-¿Podrías contestarme algunas dudas?

-¡Claro que sí!

Y así comenzaron algunas de las conversaciones más interesantes que he mantenido durante mi estancia en la universidad. Hay ciertos temas que han recurrido muchas veces:

  • ¿Por qué hablan todos con ese ‘acentito’?
  • ¿Cuántos judíos hay en el país?
  • ¿Por qué viven todos concentrados en el Poniente?
  • Es que sí… A todos les va muy bien, ¿verdad?
  • Sin ofender pero… ¿por qué no salen con personas no judías?
  • Entonces… ¿tu saldrías con alguien que no es judío?
  • ¿Y por qué hay tantas mujeres en Polanco y Tecamachalco que usan falda y peluca? ¿Por qué tu no?

En realidad, la comunidad judía está formada por alrededor de 40,000 individuos. La mayoría estamos ubicados en la Ciudad de México, pero además hay quienes se han establecido en Monterrey, en Guadalajara y más recientemente, también en Cancún.

La comunidad en México empezó a formarse a partir de que muchos judíos de Europa y de Medio Oriente tomaron la decisión de emigrar hacia el nuevo continente a principios del siglo XX. Algunos de ellos decidieron partir en busca de nuevas oportunidades que les permitieran superarse y conseguir un mejor futuro para sus familiares, mientras que otros huían sin opción por motivo de la gran discriminación que sufrían cotidianamente en sus países de origen.

La mayoría de los judíos llegaron a México sin nada, y fue gracias al trabajo duro y a las grandes oportunidades que encontraron en este país que consiguieron prosperar.

En la actualidad, la comunidad está dividida en cuatro subcominidades que se distinguen por llevar tradiciones y costumbres variadas de acuerdo con su lugar de origen:

  • Askenazí: son aquellos judíos cuyos familiares provienen de países ubicados en Europa central, especialmente Rusia, Polonia, Lituania, Alemania y demás países de la zona.
  • Sefaradí: su familia proviene de España, Portugal y de Turquía.
  • Shami: comunidad que proviene de la ciudad de Damasco en Siria
  • Haleví: comunidad que proviene de la ciudad de Alepo en Siria.

Las diferencias entre las comunidades se pueden apreciar principalmente por los lugares en donde se desenvuelve la vida comunitaria: cada una cuenta con colegios, templos y hasta centros deportivos diferentes. Aún así, existe una muy buena relación intercomunitaria, y un sentimiento de unidad e identidad común muy particular.

Resulta curioso reflexionar respecto a la relación que tenemos los judíos mexicanos con las personas que no son parte de nuestra comunidad.

Desde pequeños recibimos educación dentro de escuelas judías y vivimos casi exclusivamente en la zona poniente de la ciudad. Se trata de un factor recurrente: debido a que históricamente hemos sido una minoría dentro de la población mundial (actualmente habemos un total de 14.3 millones de judíos en todo el mundo [según los datos de 2015]), los judíos nos hemos distinguido por la organización comunitaria que presentamos y la relación cercana que mantenemos entre nosotros.

Existe un miedo hacia la asimilación que no debe menospreciarse. Las generaciones más viejas se preocupan enormemente porque las tradiciones del judaísmo trasciendan hacia las generaciones venideras — he ahí una de las razones por las cuales existen estructuras comunitarias tan bien organizadas, al igual que actitudes como el rechazo a los matrimonios mixtos (con personas de otras religiones). Se trata de una serie de esfuerzos que buscan preservar los vestigios de nuestra cultura para que persistan en el futuro y no desaparezcan sin más.

A veces es raro saber que la gente te percibe como una persona con algo diferente, como si de entrada eres distinta sólo por tu religión. No se trata de tomar el papel de minoría ni mucho menos, pero sí resulta una constante el hecho de que parezco algo excéntrica donde quiera que voy. Inevitablemente tengo ese acento más ‘cantadito’ que tanto nos caracteriza (aunque nadie puede definir realmente cuál es el origen de este rasgo tan peculiar); mi pelo es chino y de un tono café obscuro que sobre todo resalta en contraposición con la tonalidad clara de mi piel… Muchas veces me han creído extranjera dentro de mi propio país.

Tengo una doble identidad, pero considero que eso es algo padrísimo :)

Me identifico como judía tanto como me considero mexicana. Es una combinación riquísima en todos los sentidos, pues me permite tomar lo mejor de ambas culturas para formar la persona que quiero ser. Conforme he ido creciendo, me he empezado a cuestionar sobre los distintos elementos que forman parte de mi identidad, aquellos que han forjado la manera en que puedo apreciar y conocer el mundo…

Gradualmente discierno entre aquellos que me gustan y aquellos que no; la belleza está en que elijo lo que deseo ceñir a mi persona y la oportunidad que ello me brinda al construir quién soy.

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