La guerra de los bits en números
Quizá por influencia de la crisis o por la necesidad de amortizar sus millonarias inversiones, el hecho es que tanto Microsoft como Sony no van a anunciar ninguna novedad acerca de sus nuevas consolas domésticas, las sucesoras de las actuales (y exitosas) Xbox 360y Playstation 3. Ambas fueron lanzadas, respectivamente, en 2005 y 2006 en los principales mercados de esta industria (Japón y EE.UU.) A día de hoy, tienen un parque de consolas vendidas muy parecido, en torno a los 55 millones de unidades, y han alcanzado una madurez plena de juegos de gran éxito a nivel de crítica y público, como Skyrim, Gears of War 3, Uncharted 3 o Batman: Arkham City. Si a esto se le suma la reciente incorporación de periféricos como Kinect o Move, ambos inspirados en el sistema de juego de detección de movimiento de su principal competidora, la Nintendo Wii (90 millones de consolas vendidas), no parece probable que haya nuevos lanzamientos domésticos hasta 2014, como pronto.
Curiosamente es Nintendo la que sí ha anunciado el lanzamiento de la sucesora de Wii, llamada temporalmente Wii U, para finales de 2012. En principio, se prevé que continúe la línea de éxito de su predecesora a nivel de jugabilidad (será compatible con los mandos y juegos de Wii), pero con una capacidad técnica muy superior a la actual.
Muy diferente es el campo de las consolas portátiles, donde tanto Nintendo como Sony han lanzado a lo largo del último año sus nuevas propuestas: 3DS y PSVita. La primera de ellas tuvo un inicio tortuoso, que coincidió con el terremoto y tsunami de Japón de marzo de 2011, pero que también estuvo acompañado de una primera oleada de juegos muy inferior en calidad y cantidad a la esperada. Sólo Super Street Fighter IV y Pro Evolution Soccer 2011, de Capcom y Konami, estuvieron a la altura del potente hardware de la consola, capaz de mover imágenes tridimensionales sin necesidad de gafas.
3DS basó su éxito inicial (3,6 millones de consolas en apenas un mes) precisamente en la propia consola, una combinación de aciertos de su predecesora (la nintendo DS), como la pantalla táctil, con nuevas posibilidades como el sistema de conectividad Street Pass, los juegos de realidad aumentada o la cámara fotográfica en 3D, a lo que sumaba una potencia muy superior (128 bits frente a los 32 de DS). No obstante, los grandes juegos (Kid Icarus, Metal Gear 3, Super Mario 3D, etc…) eran únicamente promesas del futuro, mientras se sucedían lanzamientos de juegos menores, y eso frenó las ventas de la consola de manera radical.
Para combatir la catástrofe de ventas ante la ausencia de grandes novedades, Nintendo decidió al poco tiempo rebajar el precio de manera sustancial: de 250 euros pasó a 170, una rebaja que tuvo que compensar a los primeros compradores con el llamado programa de embajadores, por el que regalaría 20 juegos clásicos, de Game Boy y Game Boy Advanced.
¿Y los juegos? Pues hubo que esperar la friolera de medio año para que apareciera el primer gran juego de Nintendo, una sobresaliente conversión en 3D del clásico de 1998 Zelda: Ocarina of Time (pero una conversión, a fin de cuentas) y no fue hasta las pasadas Navidades, diez meses después del lanzamiento, cuando al fin Super Mario 3D Land y Mario Kart 7 llevaron a la portátil a los casi 7 millones de unidades vendidas a día de hoy. Juegos tan importantes como el fenomenal Resident Evil: Revelations, que se vende junto con un periférico que añade un segundo pad digital, demuestran que 3DS fue lanzada prematuramente, algo también patente en las numerosas actualizaciones online que la propia Nintendo está realizando desde hace meses.
Por su parte, PSVita está corriendo una suerte contraria: lanzada con juegos potentes, como Uncharted: Golden Abyss, y con un hardware demoledor, que supera ampliamente en potencia y conectividad a 3DS (aunque, lógicamente, sin capacidad tridimensional), ha visto cómo sus ventas caían de manera desastrosa en Japón. De las 325.000 unidades vendidas de su primera semana pasó a 72.000 en la segunda y a 42.000 en la tercera. Un desastre económico, especialmente si se compara con su principal competidora, una 3DS más fuerte que nunca, lo que ha obligado a Sony a rebajar el precio de su modelo más potente, el que tiene conexión 3G, de 300 a 250 euros (decisión que hace absurda, por cierto, la existencia del modelo Wifi, peor en prestaciones pero al mismo precio que el modelo 3G).
No obstante a todo lo dicho, la principal amenaza para las nuevas portátiles es el desarrollo de los juegos y aplicaciones en teléfonos móviles, que están copando el sector y, tal y como demostró el pasado Tokio Game Show, también están atrayendo el interés de los programadores. Las ventas por juegos de este tipo, con los 12 millones de Angry Birds a la cabeza, comienzan a superar el de las consolas tradicionales, revelando un cambio de mentalidad en el mercado (especialmente asiático, aunque no solo), quizá algo cansado de las constantes continuaciones de juegos excelentes que, sin embargo, no innovan demasiado y se limitan a insistir en ideas ya desarrolladas a un precio, para muchos, abusivo.
Por todo ello, harían bien Microsoft y Sony en plantearse qué hacer con sus consolas domésticas del futuro cuando finalmente anuncien sus proyectos. El mercado de los videojuegos evoluciona a un ritmo vertiginoso y en esta generación Nintendo les ha dado, literalmente, una paliza tanto en ventas como en su innovador concepto de juego. Las cifras son elocuentes: Wii suma en ventas el valor de las otras dos consolas juntas, y en el mercado de las portátiles anteriores a las actuales su victoria es aún más dolorosa: 149 millones de DS por solo 71 de PSP. Y todo ello a pesar de que la potencia de las consolas de Nintendo es muy, muy inferior a las de sus rivales, algo que demuestra, una vez más, que la tecnología del entretenimiento debe ir acompañada de una propuesta que vaya más allá de mover millones de polígonos a grandes velocidades.