Con la mirada puesta en el futuro

El día del nacimiento de Josué no había luz en el hospital. Don Josué Efraín, su padre, alumbró con una linterna el nacimiento de su primer hijo varón. Entonces nadie sospechó que, 14 años después, él mismo sería quien iluminaría la noche oscura en la vida de su hijo.

Cuando Josué tenía 6 años, la maestra sugirió a los padres realizarle exámenes de la vista, pues el niño se acercaba de forma anormal al pizarrón. El médico le diagnosticó miopía.

A los 14 años, el diagnóstico fue Síndrome Invertido de Wagner, un padecimiento degenerativo, paralizante de los músculos del ojo.

Josué perdió la vista del ojo izquierdo. La sensación de angustia de ese momento lo acompañó durante muchos años.

Por ocho años fue sometido a exámenes inmensamente dolorosos, pero según sus palabras, el dolor físico le dio la fortaleza y el coraje necesarios para vivir posteriormente en la oscuridad, en medio de una sociedad poco sensible y con políticas públicas insuficientes para atender las necesidades de las personas en esa condición.

En Guatemala, la Seguridad Social ofrece limitada cobertura para los exámenes, cirugías y medicamentos que requirió Josué. Por esa razón, su familia tuvo que adquirir varios préstamos.

A los 16 años, le hicieron la última operación. Entró al quirófano con visión en uno de sus ojos y al quitar la venda, un muro oscuro se instaló frente a él. ¡Estaba ciego!

Angustiado, el joven pidió ayuda a su padre, que no lo dejara solo… Este llamado llevó a don Josué Efraín a renunciar a uno de sus puestos para dedicarse por entero a apoyarlo. Durante 25 años este hombre culto, de extracción humilde, había sido profesor en la Universidad de San Carlos, y en paralelo trabajaba en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social.

Compró un juego de lupas y montó un sistema de luces para facilitarle el movimiento por la casa. Se levantaba a las cinco de la mañana, estudiaba con él y le leía la materia en voz alta. Así, Josué logró graduarse como bachiller de secundaria.

En paralelo, ingresó a la Asociación de Ciegos, donde aprendió a leer y a escribir en lenguaje braille. Posteriormente, a la Universidad Panamericana, donde estudió Mercadotecnia, siempre contando con el apoyo de su padre, quien grababa en voz alta libros enteros para hacerlos accesibles a su hijo. Así, 5 años más tarde, obtuvo su título de Licenciado.

Esta hazaña realizada en conjunto, recuerda la cita bíblica de la misión sagrada de Josué, el sucesor de Moisés, a quien el Señor elige para conducir al pueblo de Israel a la tierra prometida, diciéndole, “… no te dejaré ni te abandonaré… sé fuerte y valiente…”. El Josué de nuestra historia, también desarrolló la fuerza y valentía necesarias para enfrentar los retos de su discapacidad y, en ese camino, su padre jamás lo abandonó.

Josué maduró, se sentía orgulloso y cargaba una mochila llena de sueños. Trabajaba como asistente de su papá y junto a él aprendió a ser una persona de bien, a no sentir lástima por sí mismo y a ser autosuficiente.

¡Entonces llegó su gran oportunidad!

De la Asociación de Ciegos de Guatemala le avisaron que un banco tenía una plaza vacante. Fue a la entrevista en BAC Credomatic, donde le ofrecieron un contrato en Televentas. Los excelentes resultados obtenidos anteriormente por el trabajo de dos vendedores no videntes, convencieron a esta ejecutiva apasionada y sensible, de aumentar su fuerza operativa con cuatro personas adicionales con esta condición.

El camino de integración laboral de las seis personas no videntes, fue duro. A pesar de su discapacidad, todos debían cumplir metas similares a las de sus compañeros videntes, sin privilegio alguno. Aún así, demostraron ser excelentes, pues de un total de 200 vendedores, fueron ellos quienes obtuvieron los mejores resultados, lo cual llevó a Recursos Humanos a establecer una política formal de contratación de personas con discapacidad.

Además de ser una persona seria, responsable y afable, Josué posee el don de la palabra, que lo ha convertido en líder de su iglesia. Ahí conoció a Denisse, una maestra con quien contrajo matrimonio en 2013.

El contar con un puesto fijo le dio a Josué seguridad e independencia económica. ¡Su vida cambió por completo! Hoy tiene una familia propia, un trabajo estable y una relación positiva con sus colegas y amigos.

¡Son impresionantes las capacidades de las personas ciegas! Su aguda percepción, habilidad de escucha y talento para el análisis, les da sin duda una ventaja.

Además, ¡ejercitan naturalmente la capacidad de memorizar de una forma sorprendente! Mediante el tacto, Josué es capaz de construir un retrato hablado muy parecido a la realidad.

Antes de contactar a un cliente, se aprende sus datos para establecer una conversación amigable; por medio del tono de voz, percibe su estado de ánimo y, en fracción de segundos, capta sus intereses. Así, su restricción visual, se convierte en una verdadera ventaja en lo laboral y profesional.

“La tierra prometida de Josué” siempre está en el horizonte, su destino es caminar hacia allá, seguir librando batallas, peregrinar por el desierto, cruzar el Jordán y alcanzar la plenitud de la vida, con la fortaleza y la valentía que Dios le ha dado y con la gratitud infinita que siente hacia sus padres, su familia y a BAC Credomatic, donde puede seguir desarrollándose y ascender laboralmente.

Don Josué Efraín, un hombre sabio, dice:

“Los seres humanos no han aprendido a reconocer sus propias cegueras y que la vida sería muy diferente si pudiéramos detenernos, cerrar los ojos y observar el mundo desde dentro”

Otro sabio de la literatura universal hace años también dijo: “solo se ve bien con el corazón… lo esencial es invisible a los ojos.”

En BAC Credomatic promovemos la diversidad e igualdad de oportunidades para todas las personas y procuramos crear un ambiente laboral inclusivo.

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