La RS, ¿Reactiva o Proactiva?

La Responsabilidad Social (RS) muchas veces se interpreta como una reacción de las empresas ante la actitud crítica de grupos beligerantes externos, la necesidad de mejorar su reputación o la compensación por los ‘mea-culpas’ que devienen de su historia. Desde esa perspectiva, podríamos pensar que la RS responde a una actitud ‘reactiva’ ante factores externos.

Por otra parte, vemos que las empresas comprometidas con este enfoque lo asumen de forma voluntaria, a partir de un compromiso que nace desde su alta dirección y sin que medie una ley que las obligue. Además, desarrollan iniciativas creativas, innovadoras, distintas a su quehacer ordinario, donde invierten recursos de toda naturaleza. Desde esa perspectiva, pensaríamos que la RS es realmente proactiva.

Conceptos

La ‘proactividad’, es un concepto relativamente nuevo, tanto que aún no aparece en el Diccionario de la Real Academia Española RAE. Aún así, se trata de un término que seguramente todos hemos escuchado alguna vez y que, según la misma RAE, es el adjetivo que define a quien “toma activamente el control y decide qué hacer en cada momento, anticipándose a los acontecimientos”.

Fue acuñado por el psiquiatra y neurólogo vienés Viktor Frankl (1905–1997), de origen judío, quien fuera prisionero en un campo de concentración nazi durante la II Guerra Mundial.

En su libro El hombre en busca de sentido, el autor explica que pudo subsistir en medio de esa terrible circunstancia, gracias a una actitud ‘proactiva’, ligada a una decisión consciente:

“A un hombre le pueden robar todo, menos una cosa, la última de las libertades del ser humano, la elección de su propia actitud ante cualquier tipo de circunstancias, la elección del propio camino.”

Vemos entonces que la ‘proactividad’ es la actitud de un individuo cuando decide controlar su conducta de una manera activa, aplicando su creatividad para alcanzar sus metas.

Así, una persona ‘reactiva’ es aquella que actúa como reacción a los estímulos, mientras que la ‘proactiva’ toma el control sobre la forma en que reacciona ante estos.

Por su parte, la responsabilidad social, según la definición de la Norma ISO 26.000 es:

“la responsabilidad de una organización ante los impactos que sus decisiones y actividades ocasionan en la sociedad y el medio ambiente”.

Su objetivo es coadyuvar a la sostenibilidad de esa organización y propiciar su contribución activa al desarrollo sostenible.

Confrontando la RS

Al confrontar la RS con la actitud que la motiva, concluimos que es intrínsecamente proactiva. “Las empresas que apuestan por la RSC potencian sus conductas proactivas”, afirma Lola Pelayo, del periódico virtual Huelva Información.

Mientras las empresas ‘reactivas’ se muestran como ‘autistas’, centradas en sí mismas, aceptando lo que les viene sin prever el futuro y pensando que todo lo que les sucede es culpa de alguien más, las ‘proactivas’ toman la iniciativa, se esfuerzan por entender la situación, por escuchar a sus grupos de interés, e identificar los impactos que se derivan de su negocio.

Las ‘reactivas’ dicen carecer de recursos y capacidades para desarrollar políticas de RS, mientras las ‘proactivas’ se preocupan por adquirirlos, por formar personal capaz de gestionarlas y encontrar formas innovadoras para resolver asuntos que van más allá de su diario quehacer.

“Lo interesante de la proactividad respecto a la RS es que mantienen una relación biunívoca”termina diciendo Pelayo en el citado artículo.

No importa por donde empiece, lo importante es que aquellas que apuestan por la RS potencian sus conductas proactivas, haciéndose más competitivas, más resilientes y por ende, más sostenibles en el largo plazo.

Sin duda, ¡una actitud proactiva se convierte en un ganar-ganar para todos!

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