Educación superior e instituciones confesionales: ¿qué pueden ofrecer, aún, estas instituciones a la sociedad?
La educación confesional presupone la declaración explícita de una institución de enseñanza por un credo y/o religión, que impregna las elecciones metodológicas, pedagógicas e incluso administrativas, de estas organizaciones. El objetivo de este modelo educativo es presentar a sus educandos cuestiones de formación que sobrepasan los límites de la racionalidad y de la ciencia, a través de la religión, fomentando el desarrollo de la espiritualidad y religiosidad (Marcondes , Menslin, Ribeiro y Junqueira, 2007).
La conexión de la enseñanza superior con las instituciones religiosas está en el génesis de la propia universidad, teniendo como principal referencia, en el mundo occidental, el origen de las instituciones de enseñanza superior en Europa, con el control inicial de la Iglesia Católica de la enseñanza, la ciencia y la tecnología, e inclusive del arte. Este modelo fue exportado a diferentes países del mundo, principalmente a la parte occidental, como modelo de surgimiento y expansión de la enseñanza superior en diversos países.
Los avances en las discusiones sobre tolerancia y libertad religiosa y la incredulidad en el papel de la iglesia en la sociedad posmoderna hicieron que algunas de estas instituciones de naturaleza expresamente confesional cambien su actuación para una mayor aproximación a la realidad posmoderna, abandonando aspectos tradicionales; como, por ejemplo, las clases de religión en la enseñanza superior.
Por eso, es importante realizar una reflexión sobre el rol que tiene la universidad en lo que se refiere a su función social, independientemente de su organización administrativa. Jeffrey (2006), por ejemplo, apunta que las universidades, más allá de su orientación, siempre tuvieron cinco características fundamentales en su estructura:
- Independencia de otras instituciones sociales.
- Imparcialidad de juicio y actividad intelectual reflexiva.
- Compromiso con el conocimiento avanzado.
- Compromiso con el aprendizaje.
- Organización en torno a un centro cultural.
De esta forma, se entiende que las universidades desempeñan un papel central en el desarrollo de una sociedad; ya sea en la producción de conocimiento, en la investigación y extensión (Souza Santos, 2010), en el desarrollo económico de la región (OECD, 2016), en la producción de innovación (Etzkowitz y Leydesdorff, 1997) o en la búsqueda de la sostenibilidad del local (Mader et al, 2013). Los estudios respecto al impacto de las universidades, en el entorno que están insertadas, presentan que estas instituciones son responsables por distintas contribuciones para el desarrollo de las localidades: en la imagen del local, en la generación de empleos, en las mejoras de ingresos familiares y de capital humano.
En este sentido, además de influir en el desarrollo de la educación, las órdenes confesionales fueron y son responsables por el desarrollo económico en diversas regiones.
Los sistemas de colegios rurales demuestran la importancia de estos sistemas educativos. Obras hidráulicas que benefician a toda la región, sistema productivo completo de haciendas, obras estratégicamente elegidas para ser desarrolladas y transferencia de tecnología para la comunidad, son algunos de los factores que destacan la importancia de estas instituciones para el desarrollo el desarrollo económico regional de la época (Salcedo, 2009).
Davignon y Thomson Jr. (2015) presentan que las universidades desempeñan un papel vital en el desarrollo de la moral de sus alumnos, ya sean confesionales o no, pero que las instituciones de la línea protestante han demostrado una mayor eficacia en la capacidad de influenciar a sus alumnos a vivir en una “comunidad moral efectiva”. Sin embargo, los autores advierten que no es sólo la “enseñanza de religión” o la utilización de la integración fe/enseñanza lo que lleva al desarrollo de la comunidad. Se necesitan acciones efectivas, acompañamiento, mentoría y, principalmente, la percepción de los estudiantes de que esta conducción pautada en valores conduce a la formación de la comunidad moral.
Los estudios de Traiser y Eighmy (2011) demostraron que muchas organizaciones preocupadas con las cuestiones éticas, e incluso con el desarrollo de la espiritualidad en el ambiente organizacional, han buscado la contratación de jóvenes oriundos de instituciones confesionales por percibir que éstos poseen un nivel más elevado del desarrollo moral y ético.
Por lo tanto, la respuesta al cuestionamiento inicial de este artículo: ¿qué pueden ofrecer, aún, estas instituciones a la sociedad? apunta no solo a la contribución que realizan al desarrollo de la espiritualidad, de la ética y de la comunidad moral efectiva; sino también a la capacidad transformadora de estas instituciones en las dimensiones económicas, territoriales, sociales y culturales. Y además, a la importancia que tienen para el desarrollo de las ciencias, de las personas y, lógicamente, de nuestra sociedad.
