¿Hay algún doctor en la sala?
Qué son en realidad los doctorados y por qué lo necesitamos
Hace poco acompañé a mi hijita de cuatro años a su ensayo de coro. En un momento la profesora presenta imágenes para que los niños las identifiquen y encuentren la nota musical “oculta”. Comienza el griterío: «¡FArol!». «¡REgalo!». «¡LÁmpara!». Entonces muestra el dibujo de un hombre con guardapolvo blanco y estetoscopio. Veo la cara de confusión en mi hijita. Arrugando la nariz, me susurra a la distancia: “¿médico…?”. Inmediatamente se me hacen claras dos cosas. Uno, tengo que hablar menos de trabajo en la mesa familiar. Y dos, muy poca gente tiene idea de lo que realmente significa ser doctor.
¿Y qué importancia tiene esto? Mucha. Porque si ni siquiera sabemos lo que es un doctorado, mal podremos como sociedad valorar y promover la formación de doctores, un factor clave en el desarrollo del conocimiento a nivel superior.
En rigor, “doctor” es el máximo título académico al que una persona puede aspirar en cualquier área del conocimiento. De modo que hay doctores en física, doctores en teología, doctores en arquitectura. El título de doctor proviene del latín docere, enseñar,[i] y su origen se vincula al nacimiento mismo de las universidades en Europa. Allí, era doctor aquel que había llegado a la cúspide del conocimiento en un arte o ciencia, y por lo tanto estaba en condiciones de enseñar en la universidad. Novecientos años después, esas ideas siguen presentes detrás del concepto académico de doctor. Doctor no es un título nobiliario ni una cuestión de estatus. Ni es siquiera algo que uno sabe. El doctorado es un proceso transformativo, que brinda a la persona la disciplina, la resiliencia, el método para buscar, generar y compartir conocimiento de manera independiente.
Modernamente, el doctorado es un posgrado, es decir, es un título al que solo se puede aspirar una vez terminada la carrera de grado (licenciatura, ingeniería, medicina, abogacía). Los requisitos, las modalidades, los tiempos varían de acuerdo con el país y la universidad. En general, un doctorando debe dedicar varios años a profundizar un tema y redactar una tesis bajo la tutela de un doctor con experiencia. Al final del proceso, dice o hace algo que no había sido dicho o hecho antes, es decir, hace un aporte original a la ciencia. El nuevo doctor se convierte, así, en uno de los mayores expertos en el tema específico de sus tesis.[ii] Todavía más importante, está listo ahora para producir conocimiento de manera autónoma. Puede dirigir proyectos de investigación sobre otros temas y puede enseñar, ya no solo repitiendo lo que otros han dicho, sino compartiendo su propia producción intelectual.
Entre nosotros (y no solo en los coros infantiles) reina cierta confusión en torno al concepto de doctorado. Es muy común creer que los egresados de medicina y de abogacía son doctores, y muchos se sienten obligados a llamarlos así.[iii] Esa costumbre ha sido a veces incentivada por los propios profesionales, y se ha extendido al punto que otros profesionales (odontólogos, veterinarios, escribanos, contadores) reclaman también ser llamados doctores sin hacer un doctorado, para desconcierto de los colegas de otras partes del mundo. Resulta irónico que hace casi mil años las primeras universidades justamente crearon el título de doctor para reemplazar al de maestro, que había perdido su valor al ser utilizado casi por cualquier persona.[iv]
Pero esto no ocurre siempre ni en todas partes. Hay sociedades que reconocen y valoran mucho el título de doctor. Esto puede observarse en detalles banales, como en el tratamiento protocolar diferenciado (uno es “señor”, “señora”, o “doctor”), o en asuntos de importancia, como el nivel salarial o la expectativa de que los líderes políticos tengan su doctorado. La relevancia en el mundo académico de allá es absoluta: nadie puede aspirar a hacer carrera en la universidad sin contar con un doctorado. Por eso, quien tiene vocación para el área académica normalmente comienza el doctorado muy joven, apenas obtiene su título de grado. Por nuestras tierras la tendencia tradicional (aunque últimamente esto está cambiando) ha sido considerar al doctorado como una especie de coronación, como la frutilla del postre de una carrera académica exitosa. En los sistemas de educación superior de élite, en cambio, el doctorado es no es la meta, sino la línea de largada de esa carrera. La tesis doctoral es apenas el primer fruto de una producción que se espera que continúe toda la vida.
El grado de reconocimiento y valoración de los doctorados habla acerca de cada sociedad. Si, por ejemplo, miramos la cantidad de doctores producidos por cada país (salvando las desproporciones de población), no es difícil advertir una relación entre ese número y el nivel de crecimiento económico.[v] Un botón de muestra: un abrumador 74% de los doctores a nivel global se generan en el ámbito de la OCDE, el “club de los países ricos”.[vi]
Pero promover la generación de doctorados resulta importante por otra razón, que no tiene relación directa con la economía. Si son los doctores quienes hacen avanzar la ciencia, entonces producir doctores propios sirve para colocarse en la avant-garde del conocimiento humano, pero también para influir en cómo y para qué se produce ese conocimiento.
Esto es fundamental para los adventistas, que no sólo tenemos una elevada estima por la educación y hemos organizado un formidable sistema educativo global. También, y tal vez más importante, tenemos una concepción propia y original sobre la educación, que forma parte de nuestro ADN. Por eso, para nosotros debería ser vital producir doctores de calidad, que puedan empujar los límites del conocimiento humano sin dejar de conjugar esa actividad con la cosmovisión adventista. El desafío no es pequeño.
[i] https://www.eldiario.es/cienciacritica/Doctorado-ciencia-fraude-doctor-medico_6_110648947.html
[ii] http://matt.might.net/articles/phd-school-in-pictures/
[iii] https://www.elsevier.com/es-es/connect/estudiantes-de-ciencias-de-la-salud/medicos-o-doctores
[iv] Diccionario de Autoridades — Tomo III (1732), entrada “Doctor”
[v] https://www.weforum.org/agenda/2016/02/why-the-knowledge-capital-of-countries-is-key-to-economic-growth
[vi] https://read.oecd-ilibrary.org/science-and-technology/oecd-science-technology-and-innovation-outlook-2016_sti_in_outlook-2016-en#page149