Empiricism: the foundation of Scrum

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Published in
6 min readJan 3, 2018

By: Renata Aguilar

“You … have to expose yourself, get dirty, fall, stumble, observe, and experiment from the outcomes of every turn you take in life”

To most people, being street smart means that the knowledge you’ve gained was not precisely learned in the streets per se, but obtained through life experiences on a try and fail basis, as opposed to learning from a “text book” or going to school, high school or college. Opposite of the “book worm”, the street smart stereotype negatively narrows down to a person with an economic category to below middle class, who grew up in a ghetto or troublesome neighborhood, and has a low likelihood of succeeding in the executive business world.

Nonetheless, proving that negative stereotype wrong, there’s several successful business men and women, like Richard Branson, Steve Jobs, or Coco Chanel, who have shown that you do not have to necessarily read the textbook or endure school classes to make it in the real world. You do, however, have to expose yourself, get dirty, fall, stumble, observe, and experiment from the outcomes of every turn you take in life, in order to learn from all your experiences. Without getting too philosophical, we could argue that this view is embodied by empiricism, that theory which states that all knowledge is pretty much “sense experience”, and is similar to the method of observation and experimentation used in some social sciences.

Empiricism is the foundation of Scrum. In this agile software development framework, decisions are based on observation and experimentation rather than on detailed previous planning. Even more, each work cycle or sprint ends with a review and retrospective, which aims to identify lessons and improvements for next sprints. Additionally, empirical postures are especially evident in Empirical process control, one of Scrums’ core values: all feedback is analyzed under the pillars of transparency, inspection, and adaptation. Transparency in order to define a common standard to share a general vision to the rest of the team. Inspection to frequently keep track of the progress of the sprint goal while being able to detect any impediments along the way. Adaptation to rapidly and flexibly apply possible solutions or adjustments to aspects that deviate from the sprint goal, thus avoiding all potentially negative impacts.

In a sense Scrum, via empiricism, has been the foundation for some if not most of these street smarts out there. They, unknowingly, have implemented this theory by being transparent with their teams regarding their wants and needs, followed by inspecting their dreams and expectations and aligning them with their realities, and concluding with sacrifices, adaptations, and changes along the way. If we think about it, they had to go through a sort of Sprint planning of their initial dreams, revisiting it on a periodic basis, reviewing their progress, and performing retrospective sessions with themselves.

So, why is empiricism-scrum so good at problem-solving? Learning from past experiences lets you know what to do or what to expect if the same situation arises again. And if you’re facing a similar yet not-exactly-equal problem, you can find resemblances and apply similar solutions. As your experience increases so does your confidence to continue with your goals and objectives, and your comprehension of the problems and challenges you’re faced with grows deeper.

Empiricism and Scrum teach us that making small but valuable accomplishments along the way, and adapting based on them, based on what we experience, can help us comprehend bigger, more complex, changing problems, like running multi-billion companies, leaving college at 17, or building a fashion emporium from scratch. Even without knowing it, these street smarts are truly Scrum Masters.

El empirismo y las bases del Scrum

Para la mayoría de las personas, haber estudiado “en la universidad de la calle” no significa, estrictamente, que alguien haya asistido a clases en una acera o junto a un parque. Más bien, es una expresión que se usa para referirse a una persona espabilada, avispada, atenta, con conocimiento obtenido a través de las experiencias de la vida, a través de la prueba y error, a diferencia de haber aprendido mediante la lectura de libros o asistiendo a academias como la universidad. Solemos mirar a estos “avispados” bajo luz de un estereotipo negativo: al decir que aprendieron en la universidad de la calle suele creerse que vienen de contextos socioeconómicos pobres, que crecieron en un mal barrio y que tienen pocas probabilidades de triunfar en el mundo de los ejecutivos de negocios.

Sin embargo, para demostrar que no se trata más que de un estereotipo, existen hombres y mujeres de negocios como Richard Branson, Steve Jobs o Coco Chanel, quienes han hecho evidente que no es una necesidad haber leído todos los libros o pasado a través de una universidad para tener éxito. Estos personajes han sabido exponerse, equivocarse, caer, levantarse, intentarlo de nuevo y observar con detenimiento sus vidas, aprendiendo de todas sus experiencias. Sin ahondar mucho en filosofía, podríamos decir que esta postura frente a la vida está resumida en el empirismo, aquella teoría que propone que todo el conocimiento es experiencial, aunado a los sentidos, y que puede compararse con el método de observación y experimentación usado en algunas ciencias sociales.

El empirismo es la fundación del Scrum. En este proceso ágil de desarrollo de software las decisiones están basadas en la observación y la experimentación en vez de la planeación detallada y sistemática. Inclusive, cada ciclo de trabajo, o sprint, termina con una revisión y retrospectiva de lo ocurrido, que busca identificar tanto lecciones aprendidas como ajustes que deban hacerse para próximos sprints. También, los postulados empíricos son evidentes en el Proceso de control empírico, una de las prácticas base del Scrum: toda retroalimentación debe analizarse bajo los pilares de la transparencia, la inspección y la adaptación. Transparencia para definir un estándar común y poder compartir una visión general con todo el equipo; inspección para hacer seguimiento frecuente de los avances del sprint y poder detectar obstáculos mientras se avanza; y adaptación para implementar ajustes y soluciones de forma rápida y flexible, y así evitar impactos negativos en el proyecto.

De alguna forma el Scrum ha sido la base de algunos — sino todos — estos empíricos que se han formado en la calle. Ellos, sin saberlo, han implementado este proceso, esta teoría, al ser transparentes con sus equipos a la hora de comunicar sus necesidades; al inspeccionar con frecuencia sus sueños y expectativas y alinearlos con sus realidades; y al adaptarse, haciendo cambios y sacrificios en el camino, para alcanzar sus metas finales. Asimismo, podríamos decir que usaron otras técnicas del Scrum: pasaron por una fase inicial de planeación de sprint donde definieron sus sueños, luego los revisitaron de forma periódica, revisando su progreso, y en últimas hicieron sesiones retrospectivas consigo mismos, para rescatar las lecciones aprendidas de cada etapa.

Y, ¿por qué el empirismo-scrum es tan bueno resolviendo problemas? Enfatizar el aprendizaje de experiencias pasadas nos permite saber qué hacer o qué esperar cuando nos enfrentemos de nuevo a la misma situación. Y, si el problema es de naturaleza similar, pero no estrictamente igual, se pueden encontrar semejanzas entre ambos y aplicar soluciones similares. A medida que nuestra experiencia crece también lo hace nuestra confianza para perseguir nuestras metas y objetivos, y nuestra comprensión de los problemas y retos se hace mejor.

El empirismo y el Scrum nos enseñan que el éxito no es una meta sino una construcción, edificada sobre logros pequeños pero valiosos a lo largo del camino. Nuestra capacidad para aprender y adaptarnos con base en estas “pequeñas victorias” puede ayudarnos a comprender problemas mayores, más complejos o cambiantes, como administrar una compañía multimillonaria, dejar la universidad a los 17 o construir un imperio de las modas desde cero. Aún sin saberlo, estos empíricos de la calle son maestros del Scrum: sus problemas parecían infranqueables, retos imposibles de lograr. Pero el Scrum nos enseña que, antes de pensar en la gran meta final, los obstáculos deben superarse de forma gradual, paso a paso, una pelea a la vez. Y de cada paso, como de cada sprint, hay una serie de lecciones por aprender.

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