Mi caso contra Las Planchitas (o el autoservicio)

Francisco Trejo Corona
Bocadillo
Published in
4 min readSep 16, 2016

ACTUALIZACIÓN: Mi amiga Alejandra ha hecho una genial respuesta al texto, exponiendo sus razones en esta discusión que sé, todos siguen. Es una polémica to-die-for.

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En Aguascalientes hay una incipiente cadena de restaurantes de barbacoa tipo Jalisco llamada “Las Planchitas”. La historia dice que empezaron hace unos años con un solo puesto de estos taquitos de barbacoa, doraditos o blandos (como el pene de George W padre). Están las tradicionales salsitas, que la roja roja, la molcajeteada, la verde, el guacamole para los hidros que a todo le ponen guacamole. Seguro prefieren guacamole en las hamburguesas que catsup.

Se llama las planchitas porque el taquito se dora con una especie de plancha de acero sobre él. Una mamada. En La Purísma están los tacos Arturito o los de una doña sobre H. de Nacozari (achedenac) que nomás los dejan en el comal y ya.

Todo esto suena delicioso, a pesar de todo. Pero encuentro un problema: vas a comprar y parece que vas a pedir limosna.

Me explico:

  1. No hay meseros o servicio similar. Puedes llegar, sentarte, leer un ensayo de Medium en tu teléfono, hablar por 47 minutos con el ser amado y nadie irá a atenderte. Aunque seas un don enojado o un chavo buena onda.
  2. Vas al carro/mostrador y pagas tu orden exacta para que te den los tacos. Una mamada, el taco es como el amor, de poco a poco, lo vas mejorando, siempre vas a querer más. Me parece algo tonto, porque todos saben que los de boca chiquita pero gran apetito deben pedir de taco en taco. El takeshi que le dicen. Los tragones, de dos a tres. Es de pendejos pedir los cinco o siete de una vez. Se te enfrían, burro. Entonces, cada vez que quieres más tienes que ir a pedir. Nadie te va a servir. Es algo terrible.
  3. No pagas y te los dan. Comprendo que recibes un estúpido papelito y vas a otro carro/mostrador a que te lo surtan. A que te surtan, mejor dicho, ya que estás pagando para que atiendan como si fueras un ladrón, una lacra de la sociedad. Ya he ido y me consta, pero lo escribí en un supuesto (“comprendo”) just because.
  4. Ordenaste, pagaste, te dan los tacos. Ahora entra la absurda moda de personalizar todo. La generación remix, la misma que rechazó los faceplates del Xbox 360 pero ama comprar carcasas de Frozen y figuras religiosas para sus teléfonos inteligentes. Personalizas tu taco. Encima de que está dejando de ser caliente, ahora procedes a aventarle salsas frías, y verdura. ¿Lo quiere con verdura, joven? ¡NO! Eso no lo escucharás aquí, ya que lo prepararas tu mismo. Odio eso.

¿Es lo mismo que otros buffets o autoservicios? No, porque en dichos lados pasa lo siguiente

  • El buffet de una boda o comida sindical, te sale gratis. Te pares y te sirves hasta que se acabe. El Netflix de la comida.
  • El buffet de Sirloin Stockade, Fiesta Inn, Sanborns o tu fonda fancy de Godín que gana bien pero no para ir al Garabatos abajo del Edificio José Cuervo: Pagas una cantidad concreta y exagerada, no hay meseros obvio. Te paras y lo que te sirves ya está preparado, exacto. Sí, hay orégano para el Mole de Olla, pero nada más. Aparte, sabes a lo que vas.
  • El autoservicio de Burger King: Pagas, le dices al cajero que eres un mamón de mierda y no te gusta la cebolla, le quitan la cebolla a tu alimento, te lo dan, agarras/pides condimentos sencillos como mostaza o catsup. No es un estúpido taco para preparar.

Hay que comprender que el taco es algo que debe ser puro y perfecto. Si me pongo loco, diré que prefiero los tacos de Arandas a los del niño del taco de por casa de mi papá ❤ porque soy creyente de la visión del taquero jalisquillo, su cantidad de verdura. Pago por taco de autor, aunque sea un puesto miado en La Purísima. Si me quieren mentar la madre, denme ese pedazo de carne en una tortilla para mandarme a una barra con salsas y todo.

En una taquería común, comes parado frente al taquero, le pides más. Hay salsas ahí mismo. Si tienen éxito hay algunas mesas y si puede no haber meseros, al menos tienes las salsas frente a ti. En un takeishon puedes querer poca, en otra mucha. No es medirle e ir a una barra y chingarte.

Por eso me encabronan Las Planchitas, su éxito, su preferencia en la mente de los aguascalentenses, los mal llamados hidros. Dije, hace un momento, durante una conversación privada con una amiga: “Es que los de Aguascalientes no conocen otra cosa, les gusta pagar por ser tratados mal, nomás les laten Gorditas Victorias y La Especial, puro guisado con grasa y meseros que te lo avientan”.

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