No hay rentabilidades extraordinarias sin volatilidad ni grandes caídas
Las bolsas viven un momento dulce. Las rentabilidades recientes son notables, al tiempo que la volatilidad ha sido muy reducida. No son pocos los que, en este contexto, alertan de complacencia. Aunque otros señalan que esta falta de volatilidad está generando ansiedad.
¿Qué debería hacer el inversor en este entorno? No le podemos dar una respuesta definitiva, pero sí conviene tener en cuenta una cosa importante: la volatilidad y las caídas de máximo a mínimo (drawdown) de dos dígitos, van a ser nuestros fieles compañeros en este viaje inversor. No importa que ahora reine la calma. No sabemos cuándo, pero volverán. Y no debemos temerlo. Es lo normal.
El inversor que intenta hacer market-timing para evitar la volatilidad tiene las de perder. Es extremadamente complicado vender antes de los días o semanas malas y estar comprado para disfrutar de los mejores días o semanas. Si entras y sales, puede que te evites fuertes caídas, pero seguramente tampoco disfrutarás de las grandes subidas.
Más que temer la volatilidad, un inversor de largo plazo debería darle la bienvenida. Por una simple pero poderosa razón: por regla general no existen rentabilidades extraordinarias sin grandes caídas de por medio.
Si nos vamos a la cotización de empresas individuales, esto se ve más claro. Por ejemplo, la espectacular rentabilidad de una hipotética cesta de acciones formada por Apple, Amazon, Google y Netflix desde 2010 (cerca del 800%) no se habría obtenido sin sudor ni lágrimas.
En el caso de Amazon, la acción ha sufrido un drawdown de doble dígito en cada uno de los 20 años (y del 20% en 16 de estos 20) desde su estreno en el mercado en 1997. Pero esa volatilidad ha sido recompensada por una rentabilidad anualizada del 37%.
Así que ya sabe, no espere obtener grandes rentabilidades sin sufrir fuertes caídas temporales. No se ponga nervioso ante las caídas, como lo sucedido estos últimos días con las compañías tecnológicas. No extrapole el pasado reciente y el presente hacia el futuro. Pero tampoco aplique ciegamente el principio de reversión a la media.