¿Cuál es el precio de un mal consejo?
No creo en las recetas universales.
El mejor consejo que una persona pueda escuchar en su vida, podría ser el peor consejo posible para la persona sentada a su lado.
Todos somos diferentes, y nuestras circunstancias también lo son.
Para dar un consejo responsable, es necesario conocer a la persona con quien estamos conversando, entender su situación y hacia dónde quiere ir.
¿Y qué pasa cuando estamos del otro lado del mostrador? ¿Cómo saber si el consejo que estoy recibiendo es realmente un buen consejo?
¿Qué pasa si alguien me dice que tengo que hacer o no hacer algo, y resulta que estaba equivocado?
Quizás, una buena brújula es preguntarnos: ¿Qué riesgo corre en caso de que su mal consejo me perjudique? ¿Qué pierde si se equivoca?
Cada semana, converso con estudiantes, profesionales y emprendedores de distintas provincias del país, buscando talentos para sumar a la red de Boostribe.
Así es que me encuentro con aquellos que están en el momento o situación ideal para viajar con nosotros, y que genuinamente podrían sacar provecho de la experiencia. Entonces no dudo en contarles con lujo de detalles sobre el bombardeo de ideas, perspectivas, contactos y herramientas que significa Boostribe, y por qué puede que sea lo que necesitan para potenciar sus proyectos y alcanzar más rápido sus objetivos.
Pero, ¿y si no lo fuera?
Para ser responsables con lo que ofrecemos, hacemos una promesa pública: si al finalizar, la experiencia no fue lo que prometimos, le devolvemos al participante cada centavo.
Sin discusiones, sin trucos. Es una garantía para quienes apuestan por nosotros, y un compromiso con nosotros mismos para aportar valor a otras personas, a través de un servicio de calidad.
El mundo está lleno de narrativas de éxito y supuestas recetas mágicas.
Cuando te vendan un producto, un servicio o una idea, cuando te aconsejen hacer o no hacer algo, preguntate ¿qué gana la otra parte?
Y más importante aún, ¿qué pierde si se equivoca?