Desde aquí o desde allá
Podría comenzar desde el inicio pero eso qué sentido tendría si las cosas no suceden de manera cronológica, algunas veces la muerte nos encuentra más rápido de lo que estamos aprendiendo a vivir; tomamos la conciencia de la muerte antes de siquiera aprender a escribir; cuando jugamos a lo que sea y en ese juego esté involucrado tanto la policía como algún ladrón, tal vez cuando se le rompe la cabeza a algún juguete o se descose un peluche, en seguida notamos “está muerto”.
Nos leen caperucita roja y al saber que los ojos, las orejas y la boca tan grande son para comerte mejor en seguida nos viene el susto de la muerte; la muerte, palabra corta de complejo significado, dejamos de existir, nos meten a un cajón y tenemos dos opciones; o tenemos jugo o, nos convierten en polvo, pero eso no pensamos cuando pequeños, en seguida nos vemos tirados en medio del desierto con buitres sobrevolándonos y la famosa bola de heno cruzando a nuestro lado y vamos a ser esas calaveras disfrutando del eterno infierno seco.
Ok, era genial pensarlo de esa manera, esa inocencia perturbadoramente graciosa que nos hacía poner una sonrisa de oreja a oreja sabiendo que íbamos a poder asustar a las otras personas con solo ver nuestros huesos y así, vamos creciendo con diferentes pensamientos sobre la muerte a medida que los años pasan.
Al convertirnos en adultos, comprendimos que la muerte era volver a comenzar el juego de cero y realmente “queríamos morirnos”, luego la tecnología avanzó y nos proporcionó la oportunidad de ser menos fatalistas — para no decir suicidas precoces- gracias memory cards, ustedes nos dieron la luz al final del camino y comprendimos que solo debíamos regresar al check point para volver a intentarlo y si nos moríamos era algo de solo un momento hasta encontrarle la vuelta; hoy si tardamos más de 30 minutos en un nivel sin poder pasarlo vamos a youtube para encontrar a un buen samaritano que nos evite esa sensación en el estómago de morir a cada rato y pensar un poco menos.
De adultos deseamos romper todo cuando, los otros adultos hacen no podamos accesar al check point de la vida y volver a comenzar desde donde nos morimos, explotamos y aprendemos, luego aprendemos y explotamos en nuestras casas para luego explotar internamente, aprendemos a no erupcionar en nuestras casas.
Nos volvemos zombies del autocontrol de manera accidental.
Buscamos soluciones a nuestro “problema” pero notamos que estamos evolucionando y no caemos en las redes de aquellos que detonan nuestras ganas de explotar y así morir para ser confetis, damos gracias a la meditación y al autocontrol, pero qué sucede cuando no podemos autocontrolarnos? pues bueno, aprendemos lo que significa aceptar y soltar para que todo siga su ritmo.
¿¡En serio!? basta, eso de aceptar y soltar suena a cosa de sádicos, entendemos universo que todo sucede por un motivo y una razón, pero, podrías tomarte un respiro y no hacer que todo sea tan “entendible”
Aceptamos, entendemos, explotamos, toleramos, aguantamos y morimos sin “poder ser” porque todo está condicionado a lo que “debemos ser”
