Luis Ortiz
Borra del Café v.2.0
3 min readJun 16, 2018

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Nada Hablará de Nosotros Cuando Hayamos Muerto

Foto tomada de la página de HiSour

Cuando cerró Tuenti, la mitad de los recuerdos de mi viaje de estudios se perdieron con él. Y quién sabe cuántos más. Nunca tuve Fotolog y apenas utilicé MySpace, pero seguro que a muchos usuarios de estas plataformas, gérmenes de las actuales RR.SS, les pasó lo mismo que a mí cuando cerraron: dijeron adiós a partes de su vida que no podrán recuperar. Estos son solo tres ejemplos, tres casos que ocurrieron en una época en la que la digitalización no había llegado a los niveles actuales. Hoy, nuestras fotos están Instagram, nuestras ideas en Medium o Twitter, nuestras conversaciones con los amigos en Whatssapp, nuestra música en Spotify y nuestro entretenimiento en Netflix o HBO. Hoy, casi toda nuestra vida depende de plataformas digitales que, como ha ocurrido con muchas antes, pueden desaparecer en cualquier momento. ¿Qué hablará de nosotros cuando eso ocurra?

El cierre de plataformas digitales es una causa de lo que se conoce como pérdida de patrimonio digital. Pero hay más. Hace poco me quedé sin móvil. ¿A quién no le ha pasado? Durante un par de semanas me estuvo avisando de que se iba pero no le hice caso. Cuando definitivamente se fue, todo mi viaje a París se fue con él. Más información perdida. Podría haber hecho una copia de seguridad, podría haberlo guardado todo en un disco duro para salvarlo. Pero incluso esa hubiera sido una solución temporal: los dispositivos de almacenamiento se deterioran o se quedan obsoletos y dejan de ser compatibles con los nuevos sistemas. Hay que hacer una copia de seguridad de la copia de seguridad de la copia de seguridad… y así con cada salto tecnológico. ¿Qué hablará de nosotros cuando dejemos de hacer copias?

Pérdida, deterioro, obsolescencia de los dispositivos de almacenamiento. Más información irrecuperable en muchos casos. Más pérdida de patrimonio digital. Sigamos. En la universidad tenía una asignatura de diseño en la que trabajábamos con Freehand. Nada de lo que hice merece la pena enseñarse hoy, pero si quisiera hacerlo probablemente no podría: ese programa ya no existe y sus archivos de trabajo no siempre son compatibles con los nuevos programas de diseño. ¿Cuántos archivos de Freehand se han transformado a los nuevos formatos? ¿Cuántos documentos de Word, Excel, Powerpoint han permanecido después de cada actualización? Los programas cambian a toda velocidad y con ellos los formatos de trabajo. ¿Qué hablará de nosotros cuando ninguno de nuestros archivos tenga el formato adecuado?

Los mismos avances que nos permiten generar un volumen de información, de patrimonio digital, sin precedentes son los que propician la destrucción de ese contenido. Sí, es cierto, antes de la era digital también se perdía patrimonio — información, contenido, cultura… — pero existe una diferencia con lo que ocurre en la actualidad: los soportes de ese patrimonio no estaban pensados para ser efímeros. Una foto impresa siempre será una foto. Una foto en un disco duro puede convertirse en un conjunto de ceros y unos ininteligible para las máquinas de aquí a unos años. Una foto impresa que deja de existir lo hace por causas ajenas a ella. Una foto que desaparece de un disco duro lo hace por la propia concepción del soporte o de su formato. ¿Qué hablará de nosotros cuando todo esté diseñado para no perdurar?

Pensemos ahora más allá de los ejemplos particulares. Pensemos en todo el conocimiento puramente digital que se genera cada día: noticias, informes, artículos científicos, datos empresariales… La problemática es la misma que cuando hablamos del patrimonio digital particular, pero las consecuencias de su desaparición son más preocupantes: ya no hablaríamos de recuerdos individuales sino de memoria colectiva. No hablaríamos de la desaparición de nuestras historias sino de la pérdida de partes de nuestra Historia. Si esto sigue así, ¿qué hablará de nosotros cuando hayamos muerto?

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Luis Ortiz
Borra del Café v.2.0

Creativo publicitario de profesión. Creativo en general como afición. Me interesa casi todo lo que pasa en el mundo.