Reminiscencia

Diego Gutiérrez
Borra del Café v.2.0
3 min readJun 20, 2018

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Nuestra senda siempre tuvo un solo destino. Todas las risas que una vez causaron estruendo, hoy languidecen ante el yugo del presente y se tornan en lamentos. Gritos de anhelo; densas y funestas lágrimas de añoranza.

El pasado nos ha engañado, nos tomó de la mano e hizo posible nuestra ascensión, la más pura de todas las dichas, las más inesperada de todas las tragedias. Nos condujo a la cúspide y soltó nuestra mano.

Aún recuerdo aquella sincera primera manifestación de alegría, la cual también significó el primer paso hacia un mañana desgarrador, que nos regaló los mejores instantes y después nos arrojó hacia el presente, con nada más que la consciencia de saber que alguna vez acontecieron y una falaz sonrisa para tratar de ocultar el dolor que nos provoca todo ese eslabón de momentos que dejamos atrás.

El hoy nos descubrió posados en la misma cama donde alguna vez soñamos con el más ilusorio de los porvenires, con el cadáver de una sonrisa en el rostro y aquel insondable sentimiento de perpetuo regocijo que ahora se derrama por mi semblante.

No hay retorno, todos los primeros momentos también fueron los últimos, se escaparon de nuestras manos disfrazados de segundos, de minutos, horas o días. Estando cada instante más distantes y permaneciendo estigmatizados en la mente, en nuestra alma, impregnándola de melancolía y ese distinguido dolor que nace desde el interior.

De una necesidad por el ayer, por revivir aquella dicha que hoy no es sino un cadáver cayendo permanentemente por una fosa de insondable olvido, destinado a desaparecer junto con nuestro polvo cuando los vientos del mañana al fin se conviertan en la tempestuosa tormenta del hoy y nuestra vida culmine siendo nada más grande que un susurro perdido por los vastos horizontes del ayer.

Desconocido por el presente y solo familiar para aquellas voces que ya no se pueden hacer oír más, que ya no pueden hacerlo regresar, que se han marchado para no retornar nunca.

Alguna vez hace tiempo concluyó una pequeña eternidad, llena de personas, instantes y palabras que al final dejaron de significar. ¿Qué son las promesas sin alguien a quien cumplírselas? ¿qué son las palabras sin el sentimiento que las hacen ser lo que son? ¿Qué les brinda significado ¿qué son todas aquellas vivencias sin aquel que las vivió? O aquellos recuerdos sin esos ojos que los lloraban.

Escritos en la historia de un ayer jamás contado, perdiendo densidad y dejándose arrastrar por los aires del presente, revoloteando por toda la eternidad al rededor de un ayer olvidado.

Nada queda ahora de ellos, más que una muy imprecisa reminiscencia de aquellos que en el presente se preguntan por todos aquellos que sucumbieron ante el irremediable ciclo que lleva la existencia, de aquellos sujetos que se preguntaron qué otros pies han pisado el mismo suelo o qué tantos ojos han mirado ese mismo cielo que hoy admiran con anhelo.

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