La resiliencia como virtud

Santi Román Ferro
Boucherie Sanzot
Published in
3 min readDec 31, 2019
Ilustración de Margarida Mouta para doist.com

31 de diciembre: momento de hacer balance del año que cerramos, y desempolvar la lista de propósitos para el nuevo. No es mi caso, yo pienso y me reprogramo cada cuando el cuerpo me lo pide. Cada vez soy menos de planificar y más de ejecutar sobretodo en momentos “líquidos” donde todo cambia muy rápido. Creo que el cambio acelerado esconde muchas trampas. No siempre el cambio es positivo. También creo que los sistemas que son resilientes y que son denostados por ser conservadores y viejunos, esconden muchas virtudes. Son sistemas en los que introducir cambios no es fácil ya que el propio sistema ha desarrollado sus “anticuerpos”. El sistema capitalista es uno de estos sistemas resilientes. Hay un consenso cada vez mayor sobre la necesidad de reformar el capitalismo, el actual sistema económico, social y político dominante tras el fracaso de todas las alternativas que se han experimentado en las últimas décadas. Quizás por ello, el capitalismo se ha convertido en un monopolio sin oposición que ahora muestra su cara más amarga en forma de desigualdad social, crisis medioambiental y tiranía tecnológica. Hay muchos análisis y debates en torno a ello, pero pocas o nulas propuestas de cambio. Este capitalismo tiene diferentes sabores (liberal como las democracias occidentales, o autoritario como en Rusia y China) pero capitalismo al fin y al cabo. Sabemos que algo no funciona pero no nos ponemos de acuerdo en exactamente qué es, y menos cómo solucionarlo.

La civilización humana es otro sistema resiliente. Somos la especie dominante en el planeta tras haber acabado con toda oposición en el reino animal. Ha sido un trabajo de miles (¿millones?) de años pero que nos ha convertido en los dueños del planeta, ahora enfrascados en lo que puede ser la última batalla contra la naturaleza. Un sistema compuesto por unidades frágiles como somos los seres humanos; unidades finitas y perecederas, pero que su constante evolución convierte al sistema de la civilización humana en resiliente. El ser humano se expande como un virus cada vez más resistentes a las vacunas del planeta.

Un ejemplo más es la blockchain y su protocolo de consenso forzado: el llamado Proof of Work que a pesar de ser artificial e ineficiente por los recursos que consume, sirve para mantener alineados los incentivos de los miners que son los que operan el sistema. Este consenso es lo que permite que la blockchain siga funcionando y que hoy por hoy sea inmutable en un mundo de creciente desconfianza entre las partes. Blockchain trata de confianza no de tecnología. Y la confianza es un activo que cotiza al alza.

Otro sistema resiliente son la mayoría de las Constituciones de los Estados nacionales o plurinacionales. Modificar un artículo de la Constitución Española requieren amplios consensos políticos hecho que en una sociedad poco acostumbrada a la negociación y con problemas latentes de convivencia, es harto difícil (salvo excepciones como la modificación del 2011 dictada desde Berlín para introducir el concepto de estabilidad presupuestaria para evitar el default de España). Y está bien que sea así, ya que de otro modo la Constitución sería como el Sistema Educativo que presenta tantos cambios como diferentes ideologías gobiernan el país con un resultado cuestionable.

En tiempo acelerados, de cambio, de incertidumbre, de inestabilidad, la resiliencia puede ser una virtud sobretodo en aquellos artefactos que configuran nuestra sociedad y moldean nuestra conducta. Son duda desarrollar nuestra resiliencia persona es un buen propósito para el Año Nuevo. Feliz 2020.

La American Psychological Association (APA) define resiliencia como “the process of adapting well in the face of adversity, trauma, tragedy, threats or significant sources of stress — such as family and relationship problems, serious health problems or workplace and financial stressors”.

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