Comunicar: compartir nuestra humanidad
Enviar un correo electrónico, dar un abrazo a un amigo cuando lo necesita, reírse de algo divertido…Cada acto que hacemos desde que nos levantamos hasta que nos acostamos comunica. Incluso cuando no queremos comunicar comunicamos, pues comprobaremos que hay todo un mundo detrás del lenguaje sutil del silencio o la mirada. Pero, en sí, ¿qué es la comunicación?, ¿qué comunicamos nosotros?
Asegurar que la comunicación es enviar y recibir señales es como reducir el pensamiento y la conciencia a puras conexiones de neuronas del cerebro. Y con ello, se dejan de apreciar vivencias, emociones y, sobre todo, todos sus matices. Sobra decir, que comunicar conlleva más cosas.
Pero lo cierto es que no podemos renegar de su función primitiva: la supervivencia. Volvamos la vista atrás a unos cuantos milenios, en la Prehistoria, las personas necesitaban entenderse para alimentarse, por ejemplo, lo que no es de extrañar que una buena comunicación aseguraba más posibilidades de sobrevivir.
Sin embargo, más allá de tener más posibilidades de sobrevivir, la comunicación nos permite vivir. Ya lo dice el refrán, compartir es vivir, y comunicar nos permite compartir lo más esencial en nosotros: nuestra humanidad. ¿Qué es nuestra humanidad? ¿Cómo la compartimos?
Suena abstracto, lo sé, pero, tan solo tenemos que fijarnos en las personas que vemos a nuestro alrededor o recordar las acciones que hacemos nosotros cada día. Ayudando, cuidando de uno mismo y de los demás, escuchando, motivando, reflexionando, fracasando… — Da la impresión de que me refiero a acciones todo el rato. Pero hablo también de las palabras, acciones (abarcando así mismo los gestos corporales). No quiero caer en la dicotomía de negro o blanco, “¿qué comunican más las palabras o acciones?” Solo diré que las palabras, acompañadas de acciones suelen complementarse mejor — .
Cada acción que hacemos en nuestro día a día comunica, compartimos, rebosando humanidad. Y eso es una de las cosas más básicas que necesitamos hacer como humanos. No está en nuestro ADN, pero sí en nuestra voluntad. Intercambiar experiencias, aquello que tenemos la fortuna de que esté en nuestra vida, aquello que aspiramos ser, nuestros miedos, lo que vivimos y, en especial, todo lo que amamos expresa nuestra humanidad. Todo lo que somos, todo lo que compartimos.
