El odio tras el anonimato

Carolina Alvarez Borrell
BroadcasterMedia
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6 min readMar 22, 2023

Muchas veces he querido ser tan valiente en la vida real como lo he sido a través de las redes sociales. En ocasiones, poner una pantalla entremedio, me ha ayudado a hacer frente a conversaciones difíciles, a escribir y borrar una y otra vez lo que quería decirle a la otra persona hasta dar con las palabras y el tono correctos. La distancia nos hace más valientes. O quizás no. Quizás no es valentía, simplemente es que las distancia puede ayudarnos a disociar y volvernos más impulsivos. A esto se le llama efecto de desinhibición online. El problema es que no sólo nos vuelve más valientes, sino que también nos vuelve más haters.

Ya lo sabemos todos, estamos viviendo en la era de la hiperconectividad. Cada día nos cuesta más desconectar, y vivimos en varias realidades paralelas: la física y la digital. Mientras tanto, cada vez nos sentimos más cómodos, valientes e impunes en las redes sociales, defendiendo comentarios negativos e incluso agresivos bajo el paraguas de la libertad de expresión. Pero, ¿dónde debemos dibujar la línea que separa esa libertad de expresión con el discurso de odio? ¿Por qué nos sentimos con la obligación de expresar nuestra opinión de absolutamente todo?

GIF de @RobertEBlackmon

UNICEF define el ciberacoso como:

Acoso o intimidación por medio de las tecnologías digitales. Puede ocurrir en las redes sociales, las plataformas de mensajería, las plataformas de juegos y los teléfonos móviles. Es un comportamiento que se repite y que busca atemorizar, enfadar o humillar a otras personas.

Por desgracia, parece que hemos llegado a normalizar estas actitudes. Ya hemos aceptado la existencia de “haters” (odiadores como diría la RAE), e incluso les quitamos importancia en nuestro discurso: “Qué hater eres”, “no seas tan hater”, “hoy estoy un poco hater”, “eres un hater de la Navidad”…

Aunque el término “hater” tiene origen en el rap y fue popularizado por una canción de 1997 de Notorious BIG, el anglicismo no llegó a nuestro vocabulario hasta mucho tiempo después.

Taylor Swift en “Shake it Off

Hace unos meses vi la serie documental de Amazon Prime “Dulceida al desnudo”, en el que se dedicó un capítulo entero al odio en internet, y en el que Aida Domenech (@Dulceida) explicaba que estaba en mitad de un proceso judicial contra una de sus ‘haters’ por acoso.

No se trataba únicamente de una persona que publicara comentarios negativos contra la influencer, sino que incluso se creaba cuentas para insultarla, intentaba organizar a varios perfiles para que todos la insultaran a la vez, compartía información falsa en diferentes foros para intentar desprestigiarla… Sinceramente, me sorprendió bastante cómo una persona podía tomarse tantas molestias y dedicarle tantísimo tiempo a buscar hundir a una persona/figura que ni tan solo conoce. Simplemente por el hecho de no estar de acuerdo con ella o no ser de su agrado.

Otro ejemplo que me sorprendió bastante fue protagonizado por Justin Bieber. En junio de 2022, el cantante canadiense publicaba un vídeo en redes sociales anunciando que tenía una parálisis facial que le obligaba a posponer algunos de los conciertos de su gira. Algunos medios de comunicación se hicieron eco de la noticia, y lo publicaron en redes sociales, como fue el caso del @324cat.

Tweet de @324. “Justin Bieber revela que tiene una parálisis facial que le obliga a posponer la gira”.

Estos fueron algunos de los comentarios que recibió el tweet en cuestión:

Sabemos desde hace años que Justin Bieber tiene una gran masa de anti-seguidores en internet. Ya sabéis, haters. Y debo decir, que la mayoría de ellos, lo son de forma irracional. Bieber se los ganó por ser catalogado como un producto musical para “chicas adolescentes”. No niego que después se los pudiera ganar por otros incidentes, pero lo cierto es que la semilla ya estaba plantada.

No voy a ser yo quien defienda a Justin Bieber porque ni le conozco, ni me ha interesad nunca, así que no tengo argumentos para decidir si me cae bien o no. Sin embargo, ante una persona que sufre un problema grave de salud como el que él sufrió, lo último que se me ocurriría sería pensar en insultarle o reírme de él. Como ya hemos visto, parece que esta lógica no fue compartida por tantas otros usuarios que decidieron aprovechar la noticia para mofarse de él.

La gente es maravillosa.

GIF de @thegoodplace

Hay personas que olvidan que al otro lado de las pantallas, hay gente. Olvidan que detrás de cada publicación, cada mensaje y cada vídeo, hay personas.

En diciembre de 2021, supimos que la actriz Veronica Forqué se había suicidado. Rápidamente, como es habitual cuando una persona famosa fallece, las redes sociales se llenaron de condolencias y mensajes de apoyo a la familia. Sin embargo, hubo muchas personas que comenzaron a señalar los comentarios irrespetuosos e insultantes que varios usuarios le habían dedicado semanas atrás a la actriz a través de redes sociales.

El problema de señalar estas actitudes de ciberacoso, es que muy pronto pueden darse la vuelta y convertirse, ellas mismas, en lo que intentan criticar: acoso.

No sólo se compartieron los comentarios negativos contra Forqué (y sus respectivos users), sino que hubieron muchas personas entrando en los posts donde estaban publicados estos mensajes e insultando a los autores/as de los comentarios. Cosas como “el que sobra en este mundo eres tú”, “ojalá sufras lo que ella sufrió”, “espero que te quede grabado en la conciencia toda la vida”, “se ha suicidado por comentarios como este”. Un poco fuerte, ¿no?

Llegados a este punto, me pregunto, ¿en qué son mejores estos nuevos comentarios? ¿Podemos frenar el bullying con más bullying?

Supongo que trabajar tan ligada a las redes sociales, me hace experimentar algunos de sus efectos multiplicados por dos (o tres). Por eso, todo ese ‘hate’ cada vez me provoca más y más rechazo, y busco otras maneras de librarme de la toxicidad que se genera en las diferentes plataformas.

Entras en una espiral de comentarios y crispación que cada vez se hace más y más grande, y a menudo cuesta salir de ese escenario como si nada. La mayoría de ‘haters’ publican su comentario y se olvidan del tema, siguen haciendo ‘scroll’ o apagan el móvil. Sin embargo, aquellas personas que son blanco constante del ciberacoso, tienen que lidiar con decenas, centenares o miles de comentarios de gente que les critica porque si. Sin necesidad.

Entiendo que, en ocasiones, es difícil encontrar el punto medio. Todos tenemos derecho a expresar nuestra opinión, pero quizás, antes de publicarla, deberíamos pararnos a pensar qué ganamos con ello. O si realmente nos importa tanto. O quién recibirá ese comentario. O dónde estamos compartiendo ese mensaje.

Estaría bien que todos hiciéramos un esfuerzo para intentar evitar disociar entre nuestro “yo” físico y nuestro “yo” digital. Especialmente cuando hay terceras personas involucradas. Y, como canta Harry Styles: “treat people with kindness

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Carolina Alvarez Borrell
BroadcasterMedia

Siempre pegada al móvil, pero con millones de whats sin leer.