Maltrato animal. ¿Perfil humano?

Íngrid Gustems
BroadcasterMedia
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6 min readNov 20, 2020

Trescientas treinta y tres. Son las cifras conocidas de detenciones relacionadas con el maltrato animal en España en los primeros seis meses de 2020. Solo conocidas porque la mayoría de las veces se encuentra el animal herido o muerto, pero no el culpable. Simplemente detenciones porque el acusado casi nunca entra en prisión.

En una sociedad, la española, en la que se abandonan una media de 138.000 animales al año y se sorprende día tras día con imágenes de crueldad animal en los informativos, ¿qué puede evitar que el maltrato hacia los animales siga convirtiéndose en un hábito sistémico? ¿Cómo se pueden usar los datos de maltrato hacia los animales para prevenir actos criminales hacia personas? Veamos precedentes.

El caso Jason Brown

1 de octubre del 2015. En la Corte del Distrito Judicial número 2 de Nevada, Estados Unidos, Jason Brown, un hombre de 25 años de la ciudad de Reno, es condenado a 28 años de prisión por torturar y matar a 7 perros y grabarlo en vídeo en varios moteles del condado de Washoe entre el 2 de junio y el 9 de julio del 2014.

Jason Brown en su ficha policial — Washoe County Sheriff’s Office

Se trata de una pena revolucionaria, dado el sadismo de los actos del asesino, que llevó al juez Elliott Sattler a cerrar los ojos en más de una ocasión e increpar personalmente al acusado, para quien la Fiscalía pidió la máxima condena.

El fiscal encargado de la acusación, Derek C. Dreiling, se refiere al caso Jason Brown como uno de los más perturbadores que ha tratado, por lo cual en su momento se negó a ofrecer ningún trato a la defensa y consideró cada perro muerto como una víctima individual.

Los pocos documentos públicos referentes al juicio de Brown que hay disponibles en el archivo judicial de Nevada relatan torturas que van desde violaciones rectales con piezas de plástico a mutilaciones y desuellos en vida a perros pequeños y cachorros. Por casos como este, Dreiling aboga por la aplicación de condenas severas que sirvan de disuasión como remedio al maltrato sistémico de animales.

Condenas más duras

Hemos hablado de Estados Unidos, donde el peso de las penas depende más del juez que del código. En España, las blandas condenas en materia de maltrato animal perpetúan la poca importancia que se da a la vida de estos seres vivos, ya sea por la dificultad de encontrar a los autores de estos actos criminales o porque las penas, una vez identificado el maltratador, no los disuaden de reincidir.

Irene Torres Márquez, abogada especializada en Derecho Animal, considera que con las leyes vigentes es casi imposible que alguien sin antecedentes entre en prisión por maltrato animal, de forma que se relativizan las consecuencias del abuso y, por lo tanto, el abuso mismo, que a menudo se convierte en hábito.

La clave, según Torres, está en mostrar a la sociedad que los animales no son cosas, sino seres vivos que sienten el dolor de ser maltratados y abandonados. Si cambia la percepción de los animales desde la educación y además se aumentan las penas por maltrato, los casos se reducirán.

Otro punto que preocupa a la abogada es que la aplicación del Código Penal en este tipo de delitos varía poco según el número de animales ultrajados, así que resulta en la misma condena matar a dos perros que a cuatro. El carácter de delito continuado que adquieren los crímenes contra los animales no permite el estatus de víctima a cada uno de los animales maltratados por una misma persona acusada, a diferencia del procedimiento seguido en el caso Jason Brown.

Un referente de las condenas individualizadas es el juez estadounidense ya retirado Michael Cicconetti, de la Corte Municipal de Painesville, en Ohio. Su método consistía en personalizar las penas a modo de lecciones individuales. Mediante la empatía humana, Cicconetti dictaba sentencias efectivas dependiendo del caso: por ejemplo, una mujer que abandonó 35 gatos en un bosque en invierno tuvo que pasar toda una noche sola en ese mismo bosque.

Aparte de la experiencia excepcional del juez Cicconetti, la máxima aspiración de los grupos de Derecho animalista tiene bastante que ver con sus condenas originales: se trata de individualizar las penas como Dreiling hizo en el caso Brown, acusando al hombre por cada una de las víctimas, identificadas una a una con nombres -las que lo tenían- o incluso con descripciones cuidadosas de las manchas negras que una presentaba en el morro. ¿El problema? La jerarquización aprendida, que sitúa a los animales muy por debajo de las personas en la sociedad.

Irresponsabilidad e incoherencia

Aparte de la responsabilidad judicial por la poca concienciación alrededor de la vida de los animales, hay que remarcar la importancia de la educación en el respeto hacia los seres vivos desde la infancia, insuficiente en España dado el historial de tradiciones que incluyen la tortura y la muerte de animales, como el toreo, los correbous, la matanza del cerdo, los patos al agua o el polémico Toro de la Vega, prohibido en 2016.

En términos sociológicos, una sociedad que acepta y tolera el maltrato animal hasta el punto de institucionalizarlo como fiesta nacional está abocada a trivializar la vida de los animales desde una posición de supuesta pero sabida superioridad. El sociólogo Álex Alejos establece que si en el proceso de socialización del individuo, y más en la infancia, la violencia define las relaciones con los animales es muy probable que la persona acabe interiorizando y reproduciendo estos comportamientos.

La psicóloga Susana Palazón recalca la trascendencia de las personas referenciadas como modelo para los niños. En la dinámica del mimetismo que caracteriza las primeras muestras de aprendizaje, los niños no cuestionan aquello que han visto anteriormente por parte de sus referentes, ya sean padres o muestras de la sociedad que los rodea. No es hasta que se desarrolla la empatía y se empieza a pensar por uno mismo que se puede entrar a discutir la legitimidad moral de los actos presenciados y tenidos por buenos hasta el momento de la maduración.

Si en el Código Penal está castigado el maltrato animal con carácter agravante cuando se produce ante menores, ¿no resulta contradictorio que se promueva un modelo de fiesta popular marcada por el sufrimiento de un animal? Se está enseñando a los niños que la vida de los animales no vale nada.

Dime cómo tratas a los animales y te diré quién eres

El doctor Randall Lockwood, miembro de The Humane Society of the United States, señala que a pesar de que no todo aquel que maltrata animales acaba siendo asesino en serie, casi todos los asesinos en serie cometieron antes crímenes de crueldad animal. Esto establece una relación, si no probatoria, de indicios entre personas que maltratan animales y criminales que asesinan a otras personas.

Por otro lado, según la psicóloga Palazón, la insensibilidad al sufrimiento animal, aprendido socialmente, no tiene por qué comportar poca empatía hacia los humanos, puesto que se parte de una base que considera al animal inferior en la organización especista jerarquizada de la sociedad.

Ahora bien, ¿puede ser la crueldad animal un aviso de la predisposición de algunas personas a hacer daño a humanos? El doctor en psicología Frank R. Ascione, profesor en la Universidad de Denver, Estados Unidos, realizó el estudio ‘Domestic Violence and Cruelty to Animals’, publicado en 1996 a partir de entrevistas con víctimas de violencia machista, en el que probaba que el 71% de las mujeres maltratadas en el estudio habían sido amenazadas por sus parejas haciendo daño a sus animales de compañía o incluso asesinándolos para demostrar su superioridad.

Este hecho fue uno de los que llevó al ya difunto criminólogo y fundador de la Unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI, Robert K. Ressler, a estudiar los perfiles de los asesinos en serie más buscados de Estados Unidos teniendo en cuenta el historial de maltrato animal de los sospechosos.

Según este organismo del FBI, la mayoría de asesinos comparten la crueldad animal como un antecedente desarrollado en la infancia y la adolescencia que los lleva en el futuro a relativizar el valor de la vida. Así, se trabaja en la prevención de la violencia mediante los informes sobre maltrato animal.

Trabajo por hacer

Sea como fuere, la crueldad animal crece en la sociedad desde su base, los niños. Serán la educación y un cambio en la percepción humana los que fomenten una transformación real.

Fragmento de un artículo de Íngrid Gustems, originalmente publicado en https://www.eldiario.es el 7 de julio de 2017. Actualizado con nuevos datos.

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Íngrid Gustems
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Periodista. Experta a trobar dobles espais en textos aleatoris. Defensora dels diacrítics. També soc (sóc) bona presentant-me malament.