Nosotros, nosotras, nosotres y la gente

Carolina Alvarez Borrell
BroadcasterMedia
Published in
4 min readOct 2, 2020

Es un poco difícil comenzar este artículo sin ofender a nadie o que resulte repetitivo. A fin de cuentas, a día de hoy no conozco a nadie que no haya oído a hablar sobre este debate. Hay quien lo hace de forma más acertada y hay quien habla totalmente sin saber. Como yo no soy una experta en el tema, me disculpo por adelantado si alguien se ofende o entiende que alguna de mis opiniones es totalmente desacertada, pero ya lo aviso: solo voy a recoger mis opiniones y mi forma de trabajar.

Ahí va EL TEMA: ¿Cómo debemos referirnos a un grupo de gente donde hay tanto hombres como mujeres? ¿Utilizamos el plural masculino (nosotros, vosotros, ellos), el plural femenino (nosotras, vosotras, ellas) o fórmulas que solo existen en redes sociales (nosotrxs, vostres, ell@s)?

En mi trabajo, tengo la oportunidad de comunicar desde diferentes perfiles sociales, compartiendo la voz y los mensajes de diferentes personas, proyectos y/o empresas. Cómo es de suponer, cada uno tiene su background, sus metas y su público. Por lo tanto, cada uno de estos perfiles tiene una voz única y distinta del resto, a pesar que las personas que hay detrás sean las mismas.

Siempre que la voz me lo permite y que me siento con la “libertad” de hacerlo, intento medir al milímetro mis palabras y luchar contra el androcentrismo del lenguaje.

¿Por qué lo hago? Porque creo que es mi deber. Las sociedades evolucionan, y con ellas, el lenguaje con el que nos comunicamos. Si pequeños cambios logran hacer que nuestras palabras sean un poco más justas e inclusivas, ¿por qué no llevarlos a cabo?

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Debo decir que he identificado diferentes métodos y estrategias para escribir con perspectiva de género. Unas más evidentes y otras más sutiles. Utilizar un sistema u otro, a fin de cuentas, dependerá del objetivo y de la esencia de las cuentas o perfiles desde los que comuniquemos.

Vamos a ver, por ejemplo, cómo sustituir un “gracias a todos” por una alternativa con perspectiva de género:

  • Podemos usar la forma evidente “gracias a todxs” o “gracias a todes”.

Si queremos demostrar que nuestra compañía está súper comprometida con el feminismo y se da el caso de que nuestra comunicación es mayoritariamente digital, esta puede ser una buena estrategia. Lo cierto es que, las cuentas que se decantan por esta opción, acostumbran a dirigirse a la generación Z o a Millennials.

También hay que vigilar y no entusiasmarse demasiado con el uso de las ‘x’ y las ‘e’, ya que es fácil dejarse llevar y utilizarlas donde no es necesario.

  • Podemos usar la forma “gracias a todos y todas”.

Como en la anterior, esta opción es bastante evidente y demuestra tu intención por feminizar el concepto. ¿El gran problema? Pierdes tiempo, espacio y caracteres para repetir el mismo concepto en masculino y en femenino.

  • Hay quien opta por cambiar el masculino por el femenino: “gracias a todas”.

Seguimos en la misma línea que en los anteriores ejemplos: la voluntad de feminizar la expresión es más que evidente. Eliminar el masculino para sustituirlo por el femenino es, en la mayoría de los casos, una declaración de intenciones.

  • O bien podemos cambiarlo por un “gracias a todo el mundo”.

Sin duda, esta es mi fórmula favorita y la que siempre intento utilizar: buscar una alternativa sin género. No es excesivamente evidente y resulta bastante natural, de modo que su utilización no es nada forzada. La intención es que el lenguaje no desvíe la anteción del mensaje, y que sin darte cuenta, vayas aceptando fórmulas que se alejan de estructuras androcéntricas.

Como es obvio, esto necesita tiempo. No podemos pretender cambiar nuestro lenguaje de un día para el otro. Lo más probable es que nos cueste acostumbrarnos a ello y que a lo largo del camino, cometamos muchos errores. Como mínimo a mi, me ocurre a menudo.

Me gustaría acabar este post con una reflexión que voy a meter en calzador en este artículo, pero que no quiero dejar de comentar, y este post me ha dado la excusa perfecta para ello. Hace unos meses escuché en la radio a un tertuliano que criticaba el lenguaje inclusivo y defendía su androcentrismo, y decía (no textualmente porque no he podido recuperar el audio):

“Años atrás, no se hacían diferencias entre hombres y mujeres en el lenguaje. Se usaban las terminaciones que ahora consideramos como “masculinas” para referirnos a la gente. Con el tiempo, se crearon las terminaciones femeninas para crear una separación entre hombres y mujeres, pero lo que ahora consideramos “masculino” era lo general.”

Que antes se usara para definir a “todo el mundo”, no quiere decir que realmente el lenguaje incluyera a todas las personas, sino a lo que se consideraba “lo normal”, es decir “la norma”. Pero recordemos que la normalidad no es más que una construcción social, y las sociedades no siempre (de hecho nunca) son perfectas. Así que lo construido no tiene porque ser lo correcto.

Por suerte, las sociedades son cambiantes, del mismo modo que lo son sus estructuras y su lenguaje. Lo que era considerado normal antes (racismo, clasismo, machismo y homofobia) hoy ya no es válido (o no debería serlo). Y aunque todavía tengamos un largo camino por recorrer, hoy ya estamos más cerca que ayer.

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Carolina Alvarez Borrell
BroadcasterMedia

Siempre pegada al móvil, pero con millones de whats sin leer.