Alex Franklin: “Estoy al 100%. Quizás la pandemia fue una bendición para mí”
El alero de los Piratas de Quebradillas utilizó el tiempo en cuarentena por la pandemia para trabajar en su cuerpo y su mente.
Por Emmanuel Marquez para Prensa BSN
Todo el mundo sabe que cuando Alexander Franklin está sano es uno de los principales jugadores del Baloncesto Superior Nacional de Puerto Rico.
Lo probó en 2012, cuando llegó en paracaídas a los Indios de Mayagüez siendo un novato y los llevó al campeonato con su extravagante atleticismo y orgullo en la defensa. Lo ha demostrado con el Equipo Nacional, siempre aceptando su rol y logrando mantenerse en cancha en los momentos claves. Además ha puesto números de impacto en las ligas de España, Francia, Argentina y México.
Pero desde entonces la maquinaria humana de Franklin, de 32 años y natural de Reading Pensilvania, ha tenido algunos inconvenientes. Lesiones y molestias recurrentes han impedido que el actual alero de los Piratas de Quebradillas se manifieste a su máxima capacidad sobre el tabloncillo. Y entonces llegó la pandemia, casi casi una bendición para su cuerpo.
“Todos estos años he tenido algo molestándome, quizás mi rodilla o mi espalda, pero en este punto me siento genial. Creo que estoy en la mejor condición de mi vida. Este tiempo [muerto] me ha permitido trabajar en mi cuerpo y creo que verás una versión mía energética y jugando a un alto nivel. Estoy al cien por ciento. Quizás la pandemia fue una bendición para mí”.
Franklin admite que en momentos la cuesta se ha empinado y hasta dudó si podría recuperarse y ser el mismo de antes. Las dudas de los demás y las decepciones consigo mismo han sido el combustible para levantarse constantemente y probar ser capaz de recuperarse al 100 por ciento.
Para los baloncelistas el tiempo fuera de la cancha representa varios retos en diferentes niveles. Se trata de una merma en los ingresos económicos que sostienen a la familia, pero también supone la ausencia de la adrenalina diaria y la satisfacción física que provee la actividad física. Franklin vio ese tiempo como una oportunidad para convertirse en su mejor versión, física y mentalmente.
“Mi mentalidad fue de atacar este tiempo. Hay mucha incertidumbre y lo único que en realidad controlo es cuán fuerte puedo trabajar. No sé si el baloncesto va a regresar. Lo que sé es que pude trabajar en una meta que tenía. Mi meta a corto plazo era ponerme en la mejor condición que podía. No hay excusas, tuviste todo este tiempo. Tratar de competir contigo mismo mentalmente, mantenerse enfocado y tratar de atacar cada día. Porque fue fuerte. Era muy fácil rendirse”.
La primera prueba de fuego para Franklin llegó en 2013 cuando tuvo la lesión más seria de su carrera, un daño al menisco y la patela de su rodilla izquierda que requirió cirugía. Un poco más adelante llegaron los problemas de espalda con discos herniados, luego un bicep, otra vez la rodilla y más recientemente, en noviembre de 2019, una fractura de la muñeca derecha que sufrió en México luego de donquear un balón y caer malamente al suelo.
Una de las movidas más interesantes en la recuperación de Franklin fue su traslado a vivir en la isla a tiempo completo. En Isabela, el jugador tiene acceso a un clima de ensueño durante todo el año y el privilegio de poder entrenar en la playa sin necesidad de mucho equipo cuantas veces lo desee.
“El verano pasado fue mi primera vez viviendo en Puerto Rico durante un año completo. Definitivamente fue una experiencia agradable. Tuve acceso a cosas que nunca tendría en mi [antiguo] hogar. Me brindó un tipo de sensación diferente durante el entrenamiento en el cual trabajar”.
Y en eso se ha basado la dieta, madrugadas casi diarias a la costa del noroeste para hacer ejercicios de calistenia utilizando troncos de árboles como pesas y el declive natural del litoral como rampa para trabajar la explosividad. Luego de eso, un piscolabis de tiros a media y larga distancia, así como ejercicios para manejar el balón, muchas veces junto a su compañero de equipo Jordan Glover.
En los únicos dos partidos en los que Franklin vio acción esta temporada produjo 9.0 puntos, 4.5 asistencias y 3.5 rebotes en promedio, nada mal para un equipo de los Piratas que cuenta con una de las alineaciones más completas del torneo. Franklin espera que su equipo no tenga problemas mayores de resumirse la temporada y puedan recuperar rápidamente el ritmo colectivo.
“[El parón] es algo que va a afectar a todos los equipos, caer en ese ritmo y ese flow. Creo que para nosotros, porque nos conocemos y sobre el mismo núcleo de jugadores, será más fácil acoplarnos. No creo que nos afecte tanto como a equipos que no llevan tanto tiempo juntos”.
Con eso dicho, lo único que queda sobre el tintero es ver cuál será el impacto para la franquicia del coach Eddie Casiano al tener a un Franklin rejuvenecido en la rotación. Aunque siempre piensa en el bien colectivo primero, Franklin considera que ha evolucionado en un jugador más inteligente, capaz de leer y analizar el juego, y escoger sus batallas de acuerdo a sus fortalezas. Por eso desea llevarle un mensaje a la liga una vez tome la cancha nuevamente.
“En cuanto al equipo, quiero ganar un campeonato. Individualmente siempre quiero probar algo, eso es lo que me hace un buen jugador. Siempre trato de mejorar lo del año pasado, nunca estoy conforme con mi rendimiento. Juego con un “chip” en mi hombro. Quizás las personas me han descartado y han dudado por mis lesiones en el pasado, pero eso lo considero motivación porque sigo regresando más fuerte y jugando a un alto nivel. Realmente quiero ir allá afuera y enseñar que estoy de vuelta. Estoy completamente sanado y todos se van a dar cuenta”.
Alto y claro Franklin.