Brian Vázquez no está aquí por accidente, más bien por persistente

Emmanuel Marquez
BSNPrensa
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9 min readNov 30, 2020

Un novato de 26 años que lo superó todo por una oportunidad en el BSN.

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Él todavía no lo sabe, pero en unas semanas se va a convertir en jugador profesional con los Capitanes de Arecibo en el BSN.

Bumper con bumper, el tapón vehicular no se mueve y Brian Vázquez aprovecha para llenar la solicitud del Sorteo de Nuevo Ingreso del Baloncesto Superior Nacional de Puerto Rico en medio del tráfico caótico. Con algunos tachones, pone su firma en un papel estrujado que carga la tinta y los sueños que le han tomado 26 años construir. Varias semanas despues, sin esperarlo, llega el mensaje, los Capitanes de Arecibo compraron la idea de tener un combo-guard zurdo desarrollado en Nueva York, y entonces llegó la pandemia.

Claro que no lo conoces, Vazquéz todavía no suda la camiseta lo suficiente como para exprimirla después de los juegos. Es un novato de 26 años que recibió su primera oportunidad profesional con los Capitanes cuando fue seleccionado con el sexto turno en la segunda ronda del sorteo y — como es costumbre en esta liga — deberá esperar “su turno” en las filas de la Villa del Capitán Correa.

La palabra “tarde” no aparece en el diccionario. Al menos no en el que Vázquez utiliza para definir su vida. En ese libro todo se basa en el presente, en vivir el ‘ahora’, en aprovechar lo que tienes hoy y no quedarte con las ganas de haber intentado algo.

“Brian Vázquez es una de las personas más trabajadoras cuando tiene que ver con conquistar su sueño”, dice Vázquez utilizando un discurso en tercera persona, es como si el respecto que siente por si mismo se derbordara de su propio ser. “Mi trayectoria en el baloncesto no ha sido una de esas comunes en donde eres infante, juegas ligas menores, luego vas a un programa de baloncesto, la universidad, es como un patrón. Lo mío ha sido lo opuesto”.

Los obstáculos son el asfalto por donde Vázquez ha tenido que transitar toda la vida, a veces casi con el motor apagado. La falta de apoyo familiar, estudiar en un colegio sin un programa deportivo enfocado en el baloncesto y la repentina pérdida de su fanático número uno, han sido solo algunos de los tropiezos.

“Yo, cuando jugaba ligas menores, me dedicaba a otras cosas, jugaba otros deportes. Mi papá murió cuando yo estaba en high school y ahí mi vida cambió porque era él quien me llevaba de la mano con el baloncesto. Cuando él murió se me hizo un poco difícil porque no tenía esa ayuda para seguir trabajando, para buscar otras opciones. A mí nadie me grababa, nadie me decía qué tenía que hacer en la cancha, excepto mi coach. Pero fuera de la cancha, prácticas, juegos, no tenía esa persona que me ayudara como estos jugadores que su papá viene de un historial del baloncesto. Yo lo hacía todo solo”.

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Con lo que sabemos hasta el momento es suficiente para imaginar por dónde va la historia de Vázquez. Luego de completada su escuela superior en la Academia Perpetuo Socorro, este decidió irse a Estados Unidos para intentar entrar al equipo de la universidad donde había sido aceptado por calificaciones y donde completó un bachillerato en biología, el Manhattan College.

Tras presentarse — sin invitación-- ante el coach y demostrar su ímpetu, Vázquez fue invitado a practicar y posteriormente aceptado en un tipo de ‘internado’ con el equipo, pero nunca como jugador oficial. Aunque él admite que esta experiencia en el programa le ayudó a desarrollar su juego, allí también fue cuando pensó por primera vez que vivir del baloncesto no era una posibilidad. El desplante del entrenador y dos lesiones, una del tobillo y otra en la muñeca, aceleraron su desmotivación.

“Yo me había quitado del baloncesto después de esas lastimaduras, pensé que no había futuro para mí. Pero pasó un año y conocí a este jugador profesional que se llama Marcel Momplaisir que jugó en Rhode Island y en muchos países. Él me dio la mano, me dijo que yo tenía el talento para ser profesional simplemente tenía que poner de mi parte”, explicó Vázquez.

“Al dia siguiente comencé a entrenar con él, todos los días. Yo vivía en Nueva York, cogía una bicicleta, la montaba en autobús hasta New Jersey y llegaba al gimnasio que era como media hora, y, dependiendo las condiciones del clima, me tomaba hasta una hora. Entrenaba tres horas con él y volvía y esto era todo con un trabajo, porque vivía solo y nadie me mantenía. Si yo quería vivir en Nueva York, mi familia me dejó bien claro que yo tenía que trabajar”, dijo el jugador quien laboró como mesero, bartender, maestro y coach para poder mantener su sueño en La Gran Manzana.

Las ligas de baloncesto callejero de NYC eran el único taller disponible donde Vázquez podía seguir puliendo su juego. Participó de ligas notorias en ese mundo como lo son Dyckman, Rucker Park y ligas semi-profesionales como la ABA y la APBL. Agotado de la rutina de trabajo todo el día, fuertes prácticas y juegos hasta altas horas de la noche, Vazqués decidió darle una nueva oportunidad a su lugar de nacimiento y regresó a Puerto Rico.

“Un día me entró esta idea de volver porque allí podía comenzar de nuevo, otra vez. Este es mi sueño, lo quiero lograr, he entrenado, le he dedicado muchas horas, día, mañana y noche. El tiempo pasa y como la gente ha dicho aquí en Puerto Rico: ‘diantre 25 años’. Pero hay gente que firma a esa edad y dura 10–12 años jugando. El punto es que yo no quería rendirme, no quería llegar a cierta edad, llegar a viejo y decir me quité, nunca lo traté”.

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De regreso en Puerto Rico surgió la oportunidad de comenzar a jugar baloncesto en la Liga Puertorriqueña con los Capitalinos de San Juan. Allí, luego de impresionar en un try-out y recoger todas sus cosas de Nueva York en un plazo de cuatro días, el impacto de Vázquez fue inminente. El equipo ganó dos campeonatos, el tirador zurdo estableció un récord de puntos para un partido con 53 [incluyendo 14 triples] y fue incluído en la selección con los mejores jugadores de la liga.

“La adaptación fue lo más difícil porque el baloncesto de Estados Unidos es único”, dijo Vázquez sobre su regreso. “Por eso no todo el mundo lo logra allí, porque hay una cierta manera de jugar y si no la tienes no llegas. El cambio fue difícil, pero me coacheó Iván Ríos, tremendo dirigente, yo creo que uno de los mejores que me ha dirigido en mi vida y me ayudó. Me ayudó adaptarme rápido y por ahí arranqué”.

Ríos es ahora también el entrenador de los Cariduros de Fajardo en el BSN y elogío la persistencia de su pupilo.

“Brian es un chamaco bien dispuesto, bien determinado en sus cosas. Él tiene unas metas establecidas. Cuando llegó a Puerto Rico, sabia lo que él quería”, sostuvo Ríos. “Básicamente lo que hicimos más bien fue trabajar con su manejo de emociones, porque Brian es un tipo que tiene una sola velocidad para hacer las cosas y es en 100, y es duro. Se nos hizo al principio difícil y chocante porque él ya viene con una cultura, pero obviamente con la determinación que Brian hace las cosas pues se fue adaptando. Buen chamaco, excelente ser humano, dado con su equipo, [pregunta] ‘¿coach qué necesitas?’ Súper respetuoso, Brian tiene un sin número de características que quisiéramos los entrenadores que muchos de ellos [jugadores] las tuvieran”.

Luego de su dominio en La Puertorriqueña los cañones de Vázquez comenzaron a apuntar al próximo nivel, pero no por invitación, ni siquiera por recomendación. Y es que tras enterarse por medio de un amigo, Vázquez llegó a un try-out de los Atléticos de San Germán para la temporada 2019.

“Nadie sabía quién yo era. A mí me vieron la cara y me preguntaron ¿quién tú eres?. Le dije, yo soy Brian y vengo de Nueva York. Me dijeron; ¿cómo llegaste aquí? ‘Yo escuché que había un tryout hoy y me arriesgué’”.

Aunque los Atléticos solo tenían un espacio disponible en el roster esperando que se incorporara uno de sus jugadores destacado en el exterior, Vázquez dejó suficiente buena impresión entre los 40 participantes de las pruebas como para ser invitado por el equipo a incorporarse a los entrenamientos de pre-temporada.

La alegría duró poco y aunque el joven jugador había alquilado un auto para viajar todos los días a San Germán desde San Juan [2.5 horas] para cumplir con sus compromisos, fue dejado en libertad justo antes de comenzar la temporada.

Viviendo con su abuela y maniobrando entre trabajos como mesero, agente de publicidad y comprador para una compañía de construcción, Vázquez volvía a quedarse corto en alcanzar su sueño. Sin embargo, ya iba entendiendo el negocio y ganando la confianza de que pertenecía a este nivel.

“El año pasado siento que debería haber estado [en el BSN]. Siento que estaba preparado físicamente y hubiese sido mejor que me hubiesen cogido porque así me hubiese adaptado más rápido, hubiese aprendido cosas. Me estoy contradiciendo, pero a la misma vez no, porque al ellos sacarme, eso fue lo que me levantó y me motivó aún más a seguir trabajando porque me di cuenta que ya puedo llegar, ya llegué, ya me vieron, yo me di cuenta que puedo estar ahí porque lo logré. Pero ahora me hace falta coger un poquito más de nombre en Puerto Rico. La gente no sabe ni mi nombre, la gente decía el zurdito de San Juan”, añadió Vázquez.

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En efecto, en 2020 Vázquez fue seleccionado por los Capitanes y firmó su primer contrato profesional a los 25 años de edad tras haber entrado de forma voluntaria al sorteo, sin agente y con el resumé empapado de ganas de triufar.

Ya con Arecibo, el novato reconoce su lugar en la franquicia. Los Capitanes son una potencia históricamente en el BSN con seis campeonatos y 11 apariciones en finales en los últimos 15 años, siempre contando con grandes jugadores en las posiciones de bases y escoltas. Vázquez ya llegó y no tiene prisa. Confía en el proceso y agradece cada minuto de oportunidad.

“Realmente la transición fue hasta cómoda porque a pesar de que es un equipo que exige mucho, son un equipo que te ayudan”, manifestó Vázquez. “Pachy Cruz, el coach, yo lo adoro. Yo hablo con él y desde que llegué me ha dado la confianza, la luz verde, siempre y cuando tome las decisiones correctas dentro de la cancha. Pero me dieron la confianza como si hubiese estado con ellos dos o tres años y me sentí tan cómodo jugando y practicando que la transición fue cómoda y no sentí ninguna presión”.

Rafael ‘Pachy’ Cruz, un coach con la siempre favorable ventaja de haber sido jugador en la liga y ganador de dos títulos como piloto en Arecibo, reciprocó las expresiones de Vázquez.

“Brian ha hecho un gran trabajo”, dijo el dirigente durante una práctica de Arecibo. “Ahora mismo él está en un proceso de aprendizaje, definitivamente que tiene muchísimas cualidades positivas. Es un jugador que es innato ofensivo, excelente tirador a larga distancia y yo creo que una de las grandes cualidades que él tiene es su ética de trabajo. Es un muchacho que viene a trabajar todos los días, acepta críticas, siempre está positivo, estamos muy contentos con su trabajo y dándole el espacio para que el madure en su juego. Va por muy buen camino y esperamos que lo podamos ayudar y él nos puede ayudar a nosotros”.

Ya establecido con los Capitanes tras ser uno de los 10 jugadores que el equipo trajo a la burbuja, Vázquez tiene una sola meta y es seguir trabajando duro como siempre lo ha hecho. Su costumbre es ganarse todo porque nunca le han regalado nada.

“Mi expectativa es que todas estas horas que he trabajado en la cuarentena, que me he matado entrenando, porque yo estoy ahora mismo en la mejor condición física de mi vida, ahora es el momento y la oportunidad para poder lucir bien y establecerme. Ya estoy preparado, esto es lo que yo hago, esto es lo que me gusta y me lo voy a gozar”, puntualizó.

Por si necesitara un recordario, tatuado en su muslo derecho Vázquez lleva la frase “Pain and Sacrifice”, “Sacrifio y Dolor”. Dos palabras que resumen su vida.

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Emmanuel Marquez
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Physical Education teacher and triathlete in San Juan, Puerto Rico. Loves writing original stories and touching interviews, mostly on sports topics.