ManuscritosBSN: Denis Clemente, su historia más allá de la portada

Una mirada objetiva a la trayectoria del armador puertorriqueña en la cancha y en el barrio.

Emmanuel Marquez
BSNPrensa
10 min readNov 17, 2020

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Por Emmanuel Márquez

José Jiménez Tirado / BSN

“De todos mis amigos casi ya ninguno existe y el que está, a lo mejor ya no lo puedo ver”. Son las palabras llenas de realidad, pero no la excusa, de alguien que ha podido salir de unos de los sectores más complicados de Puerto Rico y vivir del baloncesto por casi 15 años.

Con una respetable carrera en el baloncesto colegial de la NCAA, participación y campeonatos en varias ligas profesionales del mundo, integrante de la Selección Nacional, Novato del Año y dos veces campeón en el Baloncesto Superior Nacional de Puerto Rico, Denis Clemente es la evidencia de que cuando se quiere se puede sin importar la dirección que aparece en tu certificado de nacimiento.

Clemente, de 34 años, nació en el Barrio Pájaros de Toa Baja, una comunidad de bajos recursos y notables problemas de criminalidad en donde criarse durante los 90 ‘s era todo un reto, y más aún para un niño de padres divorciados cuyo único refugio era la cancha de baloncesto.

Aunque se describe como un “pelotero de la mata” que bendecía el campo corto en el terreno con su velocidad y agilidad, Clemente -descendiente del astro boricua del béisbol Roberto Clemente por parte de su papá- se decidió por el baloncesto. Por su habilidad rauda a la ofensiva, poco a poco fue haciendo nombre en las categorías menores del país con la Academia Discípulos de Cristo hasta conseguir una oportunidad para jugar en escuela superior en los Estados Unidos con la Calusa Prep School de Miami. Allí promedió 33.5 puntos por partido en su año senior y se convirtió en uno de los mejores armadores de todo el estado. Nada mal para alguien que lanzó sus primeros yompas en un canasto hecho de un aro de bicicleta clavado al poste de la esquina.

El baloncesto era todo lo que tenía Clemente, y todavía lo es. Es una frase que este repite constantemente como si estuviera incrustada en su paladar. Y es que más allá del apoyo de su madre Raquel Pérez, a quien considera su héroe, durante su juventud Denis se alimentó de su propia hambre, de esas ganas incesantes de aprender y llegar lejos que lo impulsaban a ir todos los días a practicar a la cancha. El basket era también ese pegamento que lo mantenía unido a sus amigos del barrio y lejos de los problemas que trae buscar una vía más fácil en la vida. Cuando faltaba el deporte, Clemente veía como se iba rompiendo su corillo.

“De todos mis amigos casi ya ninguno existe”, dijo Clemente luciendo el cabello azul turquesa al estilo del cantante J. Balvin antes de incorporarse a la burbuja del BSN. “El que está a lo mejor ya no lo puedo ver y es un poquito doloroso dentro de ciertas cosas, porque son chamaquitos que cuando crecían conmigo le metían al basket y gracias a eso yo pude hacer mi camino, y a eso me dirigí y todavía vivo del basket. Los amigos míos que no quisieron jugar más pues dá la mala suerte que hoy en día no están aquí o ya no existen, y si existen son pocos y los puedo contar con una mano”.

“El baloncesto me salvó de esas cosas malas, pude estudiar en Estados Unidos, aprender inglés, tener beca, viajar a otros país, hacer amistades nuevas, hacer mi bachillerato en la universidad. Hoy día yo miro y digo; ‘si mis amigos hubieran hecho lo mismo’”, añadió el base de los Capitanes de Arecibo.

José Jiménez Tirado / BSN

Ya para ese entonces Clemente se había convertido en un referente para otros pocos jóvenes del barrio que se destacaban en el baloncesto, como fue el caso de Ángel Matías, hoy día integrante de los Indios de Mayagüez en el BSN y seis años menor que Clemente.

“Yo llegué al barrio después de los 10 años. Estudié en la Escuela Elemental [Antonia Sáez Irizarry] desde tercero hasta sexto [grado] y después me becaron en Carmen Sol. Allí en Pájaros la situación es bien difícil para la mayoría de la juventud, ya que se ve mucha criminalidad, hay mucha droga alrededor. Nosotros como jóvenes tomamos una mentalidad diferente de sobresalir de lo normal que era lo que se veía allí. Para nosotros es un sueño representar al barrio en el deporte y representar a la juventud haciendo lo que nos gusta y viviendo de esto”.

Pero salir del Barrio. Pájaros fue solo el primer reto.

Tras varias ofertas de universidades bien respetadas en la primera división de la NCAA, Clemente se decidió por la Universidad de Miami en 2005 donde tuvo una buena temporada de novato participando en todos los 34 partidos del equipo y contribuyendo moderadamente en anotaciones, asistencias y rebotes. Sin embargo, la combinación de su popularidad como jugador en el campus y los muchos, y variados ofrecimientos de entretenimiento de la ciudad del sol, probaron ser una combinación adversa para su rendimiento académico y atlético. Por eso, en 2007 Clemente se transfirió a la universidad de Kansas State donde, bajo la tutela del coach de ascendencia cubana Frank Martin, comienza su proceso de madurez y nace una nueva cultura de ética de trabajo que todavía mantiene.

“Cuando me transfiero a la Universidad de Kansas State ahí es que recapacito y pude entender las cosas cómo eran”, expresó Clemente quien llevó a KSU a su primera aparición en el Elite 8 del Torneo NCAA por primera vez en 22 años en 2010. “Fue un cambio drástico. [Martin] Me puso ese chip en la cabeza de que no es trabajar duro hoy ni mañana, es trabajar duro todos los días para que puedas ver los resultados positivos al final de lo que estás haciendo. Por eso me esmero en lo que hago. No seré el mejor, pero en verdad me esmero demasiado”.

Luego de practicar y no tener suerte con los Bobcats de Charlotte en la NBA, en 2011 Clemente llegó al BSN y a los Caciques de Humacao con sus pantalones “baggy” y el apetito y la velocidad de un tigre que nunca ha conocido jaula ni límites. Clemente hizo de la liga su selva, suelto e indomable, produjo 15.9 puntos, 4.5 asistencias y 3.9 rebotes por juego para merecer el Novato del Año.

“Llevaba 10 años [fuera de Puerto Rico] desde los 15 que me fui a Estados Unidos y volver a jugar en la isla llegué con mucha hambre. Quería que me vieran, hacer un legado aquí. Era mi primer año profesional también, me quería comer el mundo, lo mejor que me pasó fue caer en Humacao para tener todo ese tiempo de juego y poder enseñar mis habilidades. Eso me ayudó un montón”, sostuvo Clemente quien fue cambiado a los Capitanes de Arecibo en 2014.

Todo parecía encaminado al comienzo de una larga carrera, pero el destino tenía otros planes.

El 20 de agosto de 2012 Clemente vio la muerte de frente, demasiado cerca podríamos añadir. Ese día, luego de poner gasolina en su automóvil en una estación de Bayamón, fue embestido por gatilleros que dejaron 93 impactos de balas en el carro marca Audi que conducía. Tres personas que andaban con Clemente fueron heridas, mientras que solo un disparo rozó el pie del jugador. Su carrera profesional estuvo bajo grave amenaza.

Dicen que “crea fama y acuestate a dormir”, porque aunque Clemente ha hecho todo lo posible por seguir hacia delante con su vida, también reconoce que el incidente será una mancha en su historial con la cual tendrá que vivir por el resto de su carrera. La opción es reflexionar, aprender, ser ejemplo para otros y seguir adelante, cosa que el explosivo armador ha hecho desde entonces, mostrando una actitud positiva y de gratitud.

“He tenido situaciones en la vida bien duras, no todo ha sido color de rosa”, dijo Clemente. “Me he visto contra la pared, he visto como se me cierra una puerta y para abrir otra se me ha hecho bien difícil. Empiezan a juzgar y a poner el dedo sin saber lo que está pasando, pero sí, me atrevo a decir que he tenido mis problemas y como un hombrecito los he resuelto y pues gracias a Dios estamos aquí todavía, siempre con la frente en alto. Porque ya tú quedas marcado cuando algo [así] te pasa. A lo mejor me marqué, pero no quiere decir que sea una mala persona, no jamás y nunca, el que me conoce sabe quién soy y no soy de ese tipo de problemas, pero me tocó a mí, fui una víctima de un tiroteo, gracias a Dios no me pasó nada, estamos aquí”.

“A Denis no se le conoce como ese tipo de persona”, asegura Matías. “El que lo conoce sabe que es una persona bien humilde bien positiva siempre tratando de llevar lo mejor a los jóvenes. Él ha servido de mentor también para mí ya que él es un poco mayor que yo y me ha dado la mano en ese ambiente. Me dice lo que está bien y lo que está mal, y lo escucho porque es una persona que salió de donde yo soy y lo pudo hacer en grande”.

Luego de una escaramuza de tal magnitud solo hubo una ruta de escape para Clemente y esa fue el baloncesto. Jugó con éxito en la liga Italia y se estableció en el BSN y la Liga Nacional Baloncesto Profesional de México logrando el doble campeonato en 2016 con los Capitanes de Arecibo y Fuerza Regia de Monterrey respectivamente.

“Las cosas en la cancha son en la cancha”, añadió el dirigente de los Capitanes “Rafael “Pachy” Cruz. “Cada cual tiene sus situaciones fuera de la cancha. Dentro de la cancha Denis es un gran líder, un gran compañero, un jugador que siempre está tratando de que todos estén bien, que todos se sientan bien. En mi experiencia estoy super contento, quisiera tener muchos de él”.

La pandemia por Coronavirus ha llevado a Clemente a reflexionar extensamente sobre lo que significa el baloncesto en su vida ante la imposibilidad de regresar a las canchas por más de 6 meses. El BSN puso en pausa su torneo en el mes de marzo cuando los Capitanes de Clemente habían jugado solo 4 partidos para récord de 2–2.

“Sinceramente al principio uno esperaba que fuera una cuestión de dos semanas o tres, pero ver que se atrasa un mes, dos meses, tres meses pues comienzan las preocupaciones porque para algunos es una diversión pero para otros lo es todo, como por ejemplo para mí. Del baloncesto vive mi familia, del baloncesto yo vivo”, dijo Clemente quien se mantuvo activo en sesiones de entrenamiento privadas como la de hoy con Alex Galindo en The Shooter ‘s Factory.

De la incertidumbre de Clemente nació su nuevo proyecto, un programa de clínicas individuales para niños del área de Toa Baja con el propósito principal de crearles esperanza, enseñarles con su propio ejemplo y prepararlos para el arduo trabajo que requiere salir de allí y superarse. Clemente se visualiza como un instructor, dirigente o director de una academia de baloncesto cuando terminen sus días como profesional.

“Para descifrar este mal tiempo y mantener la mente en otras cosas me atreví a hacer estas cosas de las clínicas. Hoy en día al chamaquito hay que saber cómo decirle las cosas, cómo entrenarlo, cómo llevarle el mensaje y yo pienso que hago eso bien y lo estoy haciendo desde que comenzó la pandemia. He tenido tiempo para pensar y hacer las cosas bien”.

Ya hubiera querido Denis Clemente tener a alguien como Michelo Dávila, antiguo armador de los Vaqueros de Bayamón o James Carter de los Brujos de Guayama como recurso en su barrio.

“Ojalá cuando yo estaba chiquito alguien fuera así para poder ver y aprender. Todo lo que yo aprendí fue viendo y practicando, no tuve alguien que me dijera los pequeños detalles que tenía que aprender. Qué mejor, para que te enseñe los detalles, que alguien que en realidad juegue y viva de eso. Quiero ver más puertorriqueños representando a la isla, aquí y allá afuera. Esa es mi visión”.

El apellido Clemente pesa y viene acompañado por una responsabilidad humana con la comunidad que trasciende el deporte, y Denis lo sabe. Por eso, ha tomado la iniciativa de ser un mentor y un protector para aquellos menos privilegiados, inclusive para profesionales como Matías.

“Denis era un chamaquito que lo protegían mucho allí la gente del mismo barrio”, dice Matías. “Era un consentido porque esas mismas personas sabían que él tenía talento y no dejaron que se envolviera con malas juntillas. Igual lo hicieron conmigo y nosotros, ya que estamos grande y entendemos lo que es salir del barrio, pues estamos tratando de llevar la palabra y el deporte para sacar más chamaquitos de las calles”, añadió.

Solo el que no ha vivido lo suficiente puede evitar estremecerse con el testimonio de Clemente. Hay demasiada realidad, sobra la sinceridad y los parecidos con la actualidad en la que viven muchos jóvenes y niños puertorriqueños. Clemente es fiel a su barrio y a sus raíces. Representa y vive orgulloso del Barrio Pájaros, pero no esconde su pasado ni sus errores. Lo más importante es que el deporte lo ha mantenido a salvo. Ese es el mensaje, esa es la visión.

“El baloncesto me salvó de esas cosas malas, pude estudiar en Estados Unidos, aprender inglés, tener una beca, viajar a otros país, hacer amistades nuevas, hacer mi bachillerato en la universidad. Hoy día yo miro y digo; ‘si mis amigos hubieran hecho lo mismo’…”

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Emmanuel Marquez
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Physical Education teacher and triathlete in San Juan, Puerto Rico. Loves writing original stories and touching interviews, mostly on sports topics.