El juego de las urnas

Santiago Cordera
Cámara Húngara
Published in
6 min readJan 27, 2018

Por Olivia Betancourt (Maestra en Derecho por la UNAM, ha trabajado en instituciones públicas del ámbito electoral (INE, FEPADE). Gusta de seguir al Santos Laguna, de su natal Torreón, y a los Pumas, su equipo de adopción)

Nuevamente el futbol se empalmará con la elección presidencial de México. Los octavos de final de la Copa del Mundo de Rusia 2018 coincidirán con las elecciones lo que puede resultar controversial, sobre todo para los partidos políticos que buscarán que el primero de julio los ciudadanos solo tengan presente acudir a las urnas y votar.

Por fortuna, los ciudadanos fanáticos del futbol que pretenden ejercer su voto ese domingo, no tendrán ningún pretexto, pues la selección mexicana se encuentra en el Grupo F, junto con Alemania, Corea del Sur y Suecia, lo cual implica que aun y en el caso de que llegaran a octavos de final, definitivamente México no jugará el día de la Jornada Electoral.

El que un partido de futbol y una elección coincidan no debería ser motivo de alerta. En la elección del 7 de junio de 2015, en la cual los mexicanos votaron para la integración de la Cámara de Diputados, gobernadores y alcaldías, se programó que la selección nacional se enfrentaría a Brasil ese mismo domingo con motivo de la Copa América, lo que provocó que la oposición partidista (Partido Acción Nacional y Morena, básicamente) especulara sobre dicha coincidencia en el sentido de que los ciudadanos se abstendrían de ejercer su derecho a votar derivado de un partido tan atractivo como lo fue contra Brasil. López Obrador afirmó que el partido de futbol se había organizado con la intención de distraer al electorado y con ello evitar que votara.

Es un hecho que nuestro país tiene la característica singular de ser “sospechosista”, sobre todo cuando de elecciones se trata, y que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) no haya objetado la celebración del partido de futbol el domingo de la elección, provocó aún más la especulación de que los ciudadanos se verían empañados del desinterés y apatía si la jornada electoral y el partido se celebraban el mismo día. Sin embargo, considero que los ciudadanos que asumen sus deberes cívicos y políticos, no ven en el futbol un pretexto para no acudir a las urnas, sobre todo porque hay tiempo para las dos cosas. Veamos.

La Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales establece en los artículos 208 y 225, numerales 2 y 4, respectivamente, que la jornada electoral inicia a las 8:00 horas del primer domingo de junio (aunque por esta ocasión se realizará en julio derivado de un artículo transitorio de la reforma electoral de 2011) y concluye con la clausura de la casilla. La votación se cerrará a las 18:00 horas, de acuerdo con el artículo 285, numeral 1 de la misma Ley. Por tanto, entre las 8:00 y 18:00 median 10 horas, contra dos que dura un partido de futbol, y considerando la diferencia horaria, que es de nueve horas, me lleva a concluir que, al menos respecto al tema del horario, los ciudadanos aficionados al futbol no tendrán inconveniente en salir a votar y ver los dos partidos que el 1 de julio se disputarán a las 16:00 y 20:00 horas en Moscú y Nizhni Nóvgorod, máxime que la selección mexicana no estaría contemplada para esa fecha. El partido del Primero del Grupo B contra el Segundo del Grupo A se realizará a las 16:00 en Moscú (Luzhnikí), tiempo en el que apenas empezaría la instalación de las casillas, aproximadamente ya que la Ley contempla que inicien los preparativos a las 7:30 previo a recibir la votación. El segundo partido, el Primero del Grupo D contra el Segundo del Grupo C se llevará a cabo a las 20:00 en Nizhni Nóvgorod, por lo que todavía restarán varias horas para formarnos y ejercer el voto. Entonces, ¿tiene sentido polemizar la coincidencia entre elecciones y futbol?

Las elecciones y el futbol casi siempre han coincidido y no deberían ser un motivo de controversia. El día de la votación, a los políticos lo que les importa es que se bombardee al ciudadano de propaganda alusiva a ejercer el derecho a votar. Por supuesto, están buscando ganar la elección. Esto es lo que demandaron en la elección intermedia de 2015 mencionada párrafos atrás. Gustavo Madero del Partido Acción Nacional propuso aquella vez que el órgano electoral interviniera solicitando a la Federación Mexicana de Futbol que cambiara el día del partido México-Brasil, lo que no prosperó, pues el 1 de abril de 2015, el Instituto Nacional Electoral devolvieron los proyectos de acuerdo que MORENA y el PAN propusieron, primero, para que las asociaciones deportivas, comercializadores y concesionarios de radio y televisión se abstuvieran de realizar, contratar y/o difundir eventos deportivos que afectaran la jornada electoral del 7 de junio; y, segundo, solicitar medidas con la finalidad de lograr la máxima participación posible y menor impacto a la equidad de la contienda en relación al partido de futbol, México-Brasil.

El futbol y las elecciones no se contraponen mientras la cancha no sea el espacio para hacer propaganda electoral; lo que muchas veces ocurre. El problema radica en que este tipo de entretenimiento sea utilizado a propósito como estrategia para distraer a los ciudadanos de una obligación cívica (pan y circo). Sin embargo, en la medida que un ciudadano tenga un mayor involucramiento en los asuntos públicos, lo anterior no tendría ninguna implicación negativa hacia el cumplimiento de un deber de esta naturaleza.
Así, volviendo a la pregunta de si tiene sentido polemizar sobre el tema para las elecciones de este año, me parece que no. Los ciudadanos amantes del futbol podrán deleitarse con los partidos de octavos de final y con premiar o castigar a los candidatos. Los comicios del primero de julio de 2018 se llevarán a cabo en un contexto de desencanto político, sobre todo por los escándalos de corrupción que merman la confianza ciudadana y que ponen a los partidos políticos como instituciones de baja confianza, lo cual empuja a los ciudadanos cada vez más al abstencionismo, aunado a que nuestro sistema electoral no tiene el plus de generar verdaderas mayorías. Ese es el panorama. Así que con respecto a un posible juego de la selección mexicana, en esta ocasión, los políticos podrán estar tranquilos.

Votos y botes

Por: Farid Barquet Climent (Abogado, Profesor en el ITAM y en la Facultad de Derecho de la UNAM, es autor de un libro de textos de futbol, A perfil cambiado, que circula bajo el sello de Ediciones Coyoacán)

Verano de 1994. México vuelve a una fase final de Copa del Mundo después de ocho años de ausencia como consecuencia de la sanción impuesta por el caso de los cachirules. La selección nacional se apresta a enfrentar a tres rivales europeos en canchas estadounidenses mientras el país continúa sacudido por el levantamiento zapatista en Chiapas y por el asesinato de Luis Donaldo Colosio en Tijuana. Un mes después del Mundial, México viviría la elección presidencial que registró la más alta participación desde entonces: votaron aproximadamente 7 de cada 10 ciudadanos empadronados.

Verano de 2006. El argentino Maxi Rodríguez elimina al representativo mexicano del Mundial de Alemania mediante un golazo que no repetiría ni aunque viviera siete vidas más. A la semana siguiente México pasaría por la elección más reñida de su historia contemporánea: según el cómputo de los sufragios, la diferencia entre Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador fue de aproximadamente 350 mil votos, tres veces el aforo del Estadio Azteca.

En 2018 nuevamente volverán a coincidir los comicios presidenciales mexicanos con y la celebración del Mundial. Seguramente habrá quienes reproduzcan la tesis de que el futbol, opio del pueblo, fungirá como un distractor que inhibirá la participación en las elecciones. Otros harán hincapié en la utilización de la selección para insuflar la vena nacionalista y exaltar el sentimiento de pertenencia al país en el contexto de la disputa por el poder. Descreo de que las disquisiciones sobre las rotaciones de Osorio o sobre la mejor manera de guarecerse del poderío futbolístico del campeón defensor Alemania ocupen toda la atención de los mexicanos y no dediquen tiempo a razonar su voto. Lejos de estigmatizar la presencia del futbol en momentos en que se tomarán decisiones colectivas trascendentales, más bien considero que en este 2018 el certamen más importante del futbol internacional ofrecerá un remanso, un respiro para los ciudadanos aficionados, que desde hace meses (y de manera agudizada durante las semanas previas a la votación) serán bombardeados por espots en su mayoría insulsos, escaparates mediáticos de una clase política que genera más rechazos que adhesiones.

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