El papel del error
La repetición instantánea causará que algunos partidos sean decididos por computadora. Esta clase de justicia parece injusta para el futbol.
Benjamín de Buen @bdebuen
En el partido entre México y Portugal se invalidó por primera vez un gol gracias a la repetición instantánea. Durante mucho tiempo se ha debatido la posibilidad de usar este recurso para tratar de aumentar la justicia en el futbol y la relativa intrascendencia de la Copa Confederaciones ha servido para convertirla en un campo de experimentos.
El resultado de este hecho parece ser una mejora en la aplicación de las reglas a cambio de algo quizás más costoso: la reducida influencia del error humano y las decisiones arbitrales en los partidos, una pérdida que se reflejará en la narrativa del partido. Será menos orgánica, más científica. Esa narrativa del juego es parte de la médula del futbol. La injusticia es parte del futbol. El dolor es parte del futbol.
Con las repeticiones de video no hay discusión. Y si hay discusión, lejos de centrarse en los hechos de un partido pasará a ser un debate filosófico sobre la pertinencia en el futbol de esta herramienta tan común en otros deportes. Muchos de esos deportes, como el cricket, el tenis o el americano, tienen jugadas cortas y en un encuentro se disputan muchos puntos. Las decisiones que en esos deportes se toman con la ayuda de la tecnología afectan el resultado final sólo en un porcentaje menor. No es lo mismo perder un punto en el tenis que recibir o marcar un gol en el futbol.
En todo caso, la repetición instantánea podría servir al futbol para rectificar situaciones como la que sucedió en la final de la Champions. Juan Cuadrado fue expulsado luego de una penosa acción de Sergio Ramos, que al fingir ser agredido por Cuadrado en uno de los escenarios más grandes del deporte, causó más daño al futbol que un gol mal validado o anulado.
No se trata de ser puristas y de querer defender a toda costa las tradiciones del futbol nada más por resistir al cambio. Quizás haya lugar para la tecnología en ciertos aspectos del juego, como el mal ejemplo de Ramos, o cuando hay goles fantasmas. En cambio, el gol anulado a Portugal pareció atentar contra el espíritu del juego.
Todo jugador y aficionado al futbol ha sido víctima de las decisiones arbitrales. Hay partidos mundialistas que a pesar del silbatazo final siguen irresueltos, se siguen discutiendo, siguen doliendo. El árbitro y sus limitaciones son parte del juego. Si bien es preferible que el árbitro no sea protagonista, sus limitaciones entran en la sopa de letras que escriben la historia final, el desenlace de cada partido.
Otra cuestión que hay de por medio es la comunicación entre el palco en la tribuna donde está la autoridad que opera la tecnología y el árbitro. Con la repetición instantánea, las decisiones no están a la vista como lo están ahora. Hasta ahora, el árbitro y los abanderados habrán sido capaces de tomar decisiones terribles, pero al menos parecen decisiones legítimas tomadas sobre la cancha.
Por sus atributos callejeros, por el nivel de improvisación, por ser un juego que se prospera en la escasez, el futbol contradice el nivel de precisión científica que se alcanzaría con esta nueva medida. Se beneficia de las limitaciones humanas. Ha permanecido relativamente inalterado en los últimos cien años y en parte es porque no tiene la misma urgencia de progreso tecnológico que tiene todo lo demás en el mundo — prohíbe el uso de las manos, herramienta misma que inició los grandes avances tecnológicos de nuestra especie.
