La desilusión del sporno

Cámara Húngara
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5 min readJan 20, 2018

Por Claudia Pedraza Bucio (Doctora en Ciencias Políticas y Sociales. Especialista en investigación de género, comunicación y deporte)

“Ahí no se ve nada… ¡pinche desilusión!”.

El comentario de este usuario “desilusionado” no es para menos. El sitio deportivo 90 minutos prometía “fotos picantes” de Norma Palafox, delantera del equipo femenil de Chivas. Pero al dar clic, aparece la fotografía de unos glúteos femeninos enfundados en un pantalón de mezclilla. Solo eso. Una imagen insuficiente para satisfacer a los casi 400 mil visitantes que registra la nota, ansiosos de algo realmente picante.

90 minutos no es un medio tan conocido, pero se autodefine como la “mayor plataforma de futbol a nivel mundial basada en contenidos generados por los propios aficionados”. El sitio dice usar las “más innovadoras herramientas de publicación disponibles en la industria de los medios deportivos”. Innovadoras herramientas, usadas para repetir viejas fórmulas.

Si en el mismo sitio se buscan otras notas sobre Norma Palafox, brotan textos sobre su “candente” festejo, su “comprometedora” pose, su “sexy” baile o los “calientes” mensajes que le mandó un astro del futbol. Perdida, se encuentra una entrada sobre su convocatoria a la selección mexicana, con 6 mil visitas. Sin las palabras “candente”, “sexy” o “picante”, el impacto no es el mismo. Fueron estos adjetivos los que lanzaron a la “fama” a la delantera de Chivas a principios de septiembre, cuando festejó un gol con un baile que se volvió viral. “Sin duda queremos y deseamos que esta jugadora meta más goles, para ver si así repite el meneíto”, dice el cierre de otra nota que retoma el tema. ¿Fue un buen gol? ¡Qué importa! La mesa de redacción pide que los meta hasta con la mano, mientras se repita el meneíto.

La sexualización de las mujeres es el pan de cada día en las secciones (¿deberíamos llamarlas “sex-iones”?) de deportes de los medios impresos, audiovisuales y digitales. En México, como en otros países, lucir “candente” asegura más espacio a las deportistas que ganar un campeonato mundial. Su valor es determinado en términos de su tipo de cuerpo, atractivo y sex-appeal, y no en términos de sus cualidades deportivas. Basta googlear “las 10 mejores jugadoras” y “10 jugadoras más guapas” de la Liga Mx Femenil para ilustrarlo. De la primera búsqueda solo hay dos entradas (y una habla solo de 5 jugadoras). De la otra, las listas abundan.

Y no solo sitios como 90 minutos hacen listas como esa. Medios nativos digitales, medios convergentes, grandes y pequeños, nacionales e internacionales se dejan llevar por la inercia de la mirada con la cual se ha presentado durante décadas al deporte femenil. En el ADN de las redacciones deportivas está el mismo patrón: hay que mostrar a las mujeres, pero para que otros las miren Y en el caso de la Liga MX, que intenta consolidarse y crecer, esta inercia no empuja sino que detiene cualquier avance.

El recurso de sexualizar a las mujeres en el deporte, conocido como sporno (contracción de sport- deporte y porn- pornografía) es una de las estrategias de los medios para compensar la caída de audiencia, seguidores y anunciantes. La regla implícita: lo único que vende más que el deporte es el sexo. Porque si preguntáramos a los editores de 90 minutos, MedioTiempo o La Afición la razón por la cual recurren a esto, la repuesta sería: porque vende.

Pero en esta respuesta, se nos habla de algo más que de la necesidad de clics, público o publicidad: se muestra también su falta de compromiso ético y su poca creatividad periodística.

Los medios pueden decidir lo que venden, y no están dispuestos a vender los logros deportivos legítimos de las mujeres. Aun cuando organizaciones como la ONU, la UNESCO, el COI y la FIFA han insistido hasta el cansancio en que es necesario modificar las representaciones estereotipadas de género, la prensa deportiva ha decidido que no lo quiere hacer. En tiempos de reivindicaciones feministas, también virales, en los espacios mediáticos la apuesta es seguir reproduciendo una mirada que contribuye a la violencia que enfrenta la población femenina. Porque sí, hay que decirlo: la imagen “candente” de la jugadora de futbol que se hace viral tiene una relación con el hecho de que en este país cada 4 minutos ocurra un ataque sexual. Son los medios, y en especial los medios deportivos, los que contribuye a crear un imaginario de mujeres utilizables, disponibles, rentables para el placer del otro; violables, en términos de la antropóloga argentina Rita Segato. Para comprobarlo, basta leer los comentarios de los usuarios de cualquiera de las notas mencionadas.

Pero además, la estrategia del sporno nos habla de la incapacidad de generar otro tipo de contenidos. Para editores, reporteros, y redactores es más fácil convertirse en una extensión de cualquier revista “para caballeros” que pensar en formatos, temas y recursos diversos. La pereza periodística les gana: el sporno es la respuesta fácil y poco ética para la dictadura del clic.

Esto tiene dos consecuencias importantes. La primera afecta directamente al desarrollo de proyectos como la Liga MX Femenil porque reduce la representación de las deportistas, lo que dificulta la consolidación de patrocinios (que buscan solo a ciertas figuras femeninas), condiciona la cobertura mediática (de por sí escasa) y limita la creación de una afición deportiva. A pesar de que la misma FIFA ha señalado el aumento del número de seguidoras del futbol y que la tendencia de un gran número de marcas es crear estrategias para captar el creciente consumo deportivo de las mujeres, los medios se siguen imaginando a su público como un varón ansioso de ver piernas y traseros de mujeres mientras bebe cerveza. Los 28 mil asistentes a la final de la liga femenil en el Estadio Hidalgo nos muestran que el público es diverso y que está interesado en el futbol femenil. El reto del periodismo deportivo es convertir ese interés en coberturas, en patrocinios y contenidos que atiendan los diferentes sectores de la afición.

Pero al recurrir al sporno, además limitarse a un solo sector, los medios se colocan una soga al cuello: como sucede en la industria pornográfica, se ven obligados a utilizar recursos más extremos, mórbidos e incluso tramposos para obtener resultados. ¿Qué más tendrá que mostrar un sitio como 90 minutos para generar clics cuando las fotos “candentes” de cualquier jugadora no sean suficientes? ¿Qué dejará satisfecho al público que estos sitios están perfilando? No habrá herramienta innovadora que los libre de ahorcarse con su propia soga; y solo quedará el registro de los clics que no se repetirán, tras la pinche desilusión.

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