Mejor sin ellos

Santiago Cordera
Cámara Húngara
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4 min readAug 4, 2016

Cuando desperté no estaban. Televisa y TV Azteca no hablaban de ellos. Faltaba una semana para el inicio de los Juegos Olímpicos de Río y ni siquiera había visto a Derbez o al Compayito en el noticiero de Joaquín López-Dóriga o a Javier a la Torre en versión light haciendo creer a la audiencia que su televisora estaba haciendo una gran cobertura cuando estaba transmitiendo desde México. Sin la cobertura de los monstruos mediáticos nacionales, parecía que el avión que viajaba a Brasil con la delegación mexicana había desaparecido del GPS.

Desperté de golpe. El Compayito había ‘muerto’. Derbez, envejecido. El humor de Omar Chaparro había saturado a la audiencia. No había rastro de la putrefacta comedia deportiva que había arrasado con los resúmenes deportivos en los últimos grandes eventos. Pensé que se trataba de un secuestro, pero no, Carlos Slim había decidido no venderle a Televisa y TV Azteca los derechos de retransmisión de los Juegos Olímpicos, y Televisa y TV Azteca, dormidos en sus laureles, no habían previsto el juego de ajedrez de Carlos Slim.

Buscando con el ruido de la lluvia de fondo en la Ciudad de México algún rastro de los Juegos en televisión, me encontré con Fox Río. Me sorprendió la frescura y el dinamismo de su contenido. Ahí estaban Alberto Lati presentando sus ya característicos reportajes sobre las tradiciones culturales del país en turno. Marion Reimers recorriendo cada rincón de Río para mostrar los lugares icónicos que la prensa suele olvidar, como el jardín botánico, y dándonos pequeñas pistas de lo que será la ceremonia de inauguración que podremos escuchar a través de su voz. Jean Duverger y Alex Blanco conduciendo y coordinando al musculoso equipo de trabajo que Fox Sports había enviado para tratar de minimizar el daño que los mexicanos estaban sufriendo producto de la no transmisión de los Juegos en Televisa y TV Azteca.

Menos preocupado al ver que sí había contenidos que despertaban mi emoción y sentimientos como cada cuatro años, tomé el control remoto y le cambié a ESPN. Ahí estaban José Ramón Fernández y David Faitelson, un clásico de la televisión deportiva especializada. Sin un set espectacular -porque no lo necesitan- estos dos personajes hablaban tan natural de los Juegos que parecía no haber cámaras transmitiendo en vivo ese conocimiento que sólo se adquiere con la experiencia de cubrir en varias ocasiones la justa olímpica. Debatían como siempre, pero informando, transmitiendo contenido digerible para el espectador especializado. Intercambiaban puntos de vista, analizaban a los mexicanos y las posibles medallas, ofrecían un panorama colorido de la realidad que se vive en Río.

Me quedé dormido con la tranquilidad de saber que no hacían falta ni Televisa ni TV Azteca para vivir los Juegos Olímpicos de Río. Me dije, mejor sin ellos, mejor sin la comedia deportiva como punta de lanza de la información deportiva y sin cómicos convertidos en comida chatarra.

Al día siguiente, emocionado y adentrado en los Juegos, tocaba observar que se estaba haciendo en los canales culturales abiertos. Afortunadamente el Comité Olímpico Internacional obliga a los compradores de derechos de transmisión de los Juegos ceder los mismos a un canal abierto. En México no sólo uno fue el dichoso, sino tres. Canal 22. Canal Once. Y el Sistema Público de Radiodifusión.

Desvelado porque eran las once de la noche y acostumbro a dormir antes de esa hora, comenzó el programa olímpico del Canal Once que conduce Ricardo Raphael, ese periodista crítico y relativamente joven que escribe la columna Zoom en El Universal, y que escribió Mirreynato, La otra desigualdad, libro que describe con precisión a los niños ricos obcecados en desvirtuarse a sí mismos inconscientemente. Si es verdad que las coberturas olímpicas de los canales culturales siempre habían pecado de soberbia y exageraban con sus piezas, indiscutiblemente ricas en contenido, pero tremendamente aburridas e indigestas para el aficionado al deporte, que, en muchas ocasiones, asume que en la cultura el deporte es un pretexto que se enriquece con la relación que tiene con la música, pintura, arte, historia, cine y fotografía, Ricardo y su equipo le dieron en el clavo.

Entrevistas fluídas y platicadas con periodistas especializados en política y cultura abrazadas con cápsulas rápidas y digeribles, aderezadas de narrativa creativa y literaria. Experiencia televisiva en voz e imagen de expertos que han estudiado los fenómenos políticos, sociales, económicos, y que describen su relación con el deporte en el Río de Janeiro que hoy acoge los Juegos Olímpicos.

En resumen, me siento con la autoridad para decir que los Juegos Olímpicos han comenzado. Que están en la piel, en los ojos, y en la ilusión de los mexicanos. Que todos estos medios mencionados anteriormente han hecho un esfuerzo gigante para convertirse en el canal que acerca a los héroes deportivos con el aficionado de carne y hueso. Ojalá esta cobertura sea un parteaguas en la manera de informar. El deporte merece mayor respeto y protagonismo. Ojalá, por primera vez en muchos años, desayunemos, comamos y cenemos la información deportiva en estado puro. Mejor sin ellos. Bienvenidos los canales especializados. Hoy toca ver a Mauricio Mejía en el Canal 22. Y el viernes al Sistema Público de Radiodifusión.

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Santiago Cordera
Cámara Húngara

Cofundador y Director Editorial de @juanfutbol. Underdog. Director Ejecutivo @somoshungaros. Ex UEFA y El Confidencial. Escribo a título personal.