El villano perfecto

Bruno Correa
cabezadepelota
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4 min readAug 2, 2020

-¿Por qué se metió usted en el fútbol?

-Me gustó el fútbol porque es un gran negocio, se hacen grandes diferencias y por eso se gana plata.

Francisco Ríos Seoane no necesitaba venderse como un lírico o un soñador. Déspota, inescrupuloso, fue el artífice de la época más dorada del Deportivo Español. Fue, también, el padre de la crisis que llevó al club al borde de la extinción. Símbolo de una época, expuso mejor que nadie la cara más oscura del fútbol argentino de fines de los 80s y principios de los 90s. Aunque quizás no haya sido el peor, fue el villano perfecto.

Nació en Ordes, un pequeño pueblo de La Coruña, España, en 1934. Llegó a Buenos Aires con 18 años e hizo los deberes de todo inmigrante: arrancar de abajo, esforzarse, progresar. Claro que la del Gallego no es de esas historias que se puedan usar de ejemplo del ascenso social de quienes llegaron de los barcos. “Era el Corleone del circuito gallego de bares y restaurantes de Buenos Aires”, llegaron a describirlo. Hábil para los negocios, se dice que llegó a tener alrededor de 500 emprendimientos en el rubro gastronómico. Fue presidente de la cervecería Bieckert y de la mítica San Carlos.

A la presidencia del Deportivo Español, club símbolo de la colectividad, llegó en 1978 y rápidamente mostró resultados: campeón de la Primera C en 1979, campeón de Primera B con una campaña récord en 1984 para ascender a la A, en la que permanecería por 14 años consecutivos. Entre los logros más notables se cuentan la participación en la Copa Conmebol (en 1992 y 1993) y en Liguilla Pre Libertadores (1989, 1990 y 1992). También en esa época el club tuvo un esplendor social, inaugurando un estadio para 18 mil espectadores y alcanzando la cifra de 25 mil socios activos.

También acumuló unas cuantas excentricidades: a principios de los 80s, quiso contratar a Maradona con una estrategia insólita: como Español estaba en la B, la idea era cederlo los domingos a River o a Independiente y que juegue para el Gallego los días de semana en amistosos por América, Europa y Japón. Y luego, tras el Mundial de España, sumarse al Deportivo si el equipo ascendía. Caso contrario, sería vendido al Real Madrid. El delirio no prosperó.

Cuando la Selección viajó a México para jugar el Mundial de 1986, le prometió a los jugadores un suculento premio por ganar la Copa. Nunca lo pagó. En 1997, ya en su ocaso, reconoció abiertamente haber ofrecido incentivos a futbolistas de otros clubes. La AFA decidió suspenderlo por tres años. Pero en ese momento tenía mayores problemas.

La caída

En 1994, el dirigente opositor Ignacio Torres fue quemado vivo en el bar que atendía a escasos metros del Deportivo Español. Ríos Seoane fue encarcelado por tres meses, acusado de instigar el crimen. La Justicia nunca pudo probarlo aunque la familia de la víctima aseguró que recibía amenazas directas del mandamás del club.

A esa altura, el mandatario era investigado por estafas y administración fraudulenta en perjuicio del propio club. Dio un paso al costado aunque se mantuvo en las sombras manejando una institución, que finalmente en 1998 se fue al descenso mientras caía en una crisis económica y financiera terminal.

Factor Macri

En 1993, Mauricio Macri intentó desembarcar en el fútbol argentino por primera vez con un experimento acordado con Ríos Seoane. El todavía empresario automotriz le pagaría al Deportivo Español 15 millones de dólares para cambiarle el nombre por Mar del Plata Fútbol Club y mudar la sede a esa ciudad. Pero una asamblea de cerca de dos mil socios le dijo que no casi por unanimidad. Molesto y enojado decidió entonces subir el valor de las cuotas para depurar el padrón de socios e insistir, pero pronto tuvo que abandonar la idea.

A mediados de 1997, ya como presidente de Boca Juniors, Macri rompió un pacto de caballerosidad de cien años en el fútbol argentino y convirtió al Xeneize en el primer club en pedirle la quiebra a otro. Fue por una deuda que se generó por el préstamo de seis futbolistas auriazules al Deportivo. Tras la quiebra del club del Bajo Flores en 1998, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en manos del macrismo desde 2007, fue quedándose con los terrenos que pertenecían a la entidad de la colectividad española.

El final

Ríos Seoane pasó sus últimos días en el complejo Cohabitam Asist Hotel con los diagnósticos de demencia vascular, trastorno bipolar, diabetes, hipertensión arterial y talasemia minor. “La estrategia es como la que utilizó Pinochet; no es más que un ardid”, decían los abogados de la familia de Ignacio Torres. A los 80 años, murió en 2015 llevándose varios secretos consigo.

YAPA:
Ríos Seoane en VideoMatch. Sí, hay un par de segunditos que valen la pena.

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Bruno Correa
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Periodista freelance. Este es mi portfolio de trabajos publicados.