Anoncillos
Muchos me corregirán y dirán: mamoncillos. Lo cierto es que las discusiones por el nombre de la fruta no cambian el hecho más importante: los anoncillos (como los he llamado toda la vida) son dulces o amargos.
Y llegas a Villa Clara y coincides en más de un municipio con niños mataperreando como se mataperrea: short, descalzos, y una maceta de anoncillos en la mano. Porque las árboles aparecen en toda Cuba, en ciudades y en pequeñas comunidades como Jibacoa, un pueblo de Manicaragua rodeado por las montañas del Escambray.
Y tanto Diandry, como Humbert Luis o Dainier, luego de la escalada por las matas te los ofrecen y te dicen lo mismo: están dulces. Y por tu experiencia –y mueca posterior– compruebas que no, que esta vez tampoco tuviste suerte para probar un anoncillo dulce.