Evangelion: yo tú empiezo por el manga

Javier Montenegro Naranjo
Cachivache Media
Published in
11 min readJul 15, 2016

Ver la serie Neon Genesis Evangelion es duro por la densidad de ideas que expone y el ralentí con que se desarrollan, además de la complejidad de la trama. Leerse el manga, con sus personajes profundos y una perspectiva pesimista de la vida, es una experiencia un poco más fuerte. Pero escribir sobre Evangelion (manga) es mucho más complicado. Es sumergirse en un pozo lleno de mierda y salir limpio, sin un ápice de porquería y con una sonrisa de oreja a oreja.

Con dieciséis años vi la serie por primera vez. No entendí nada. Nada. Igual, ya podía hacer un checkmark a un anime más. Años después volví a verla y también me leí el manga, y cada vez descubrí algo nuevo. Pero no fue hasta esta relectura, motivada por un trabajo superficial leído hace poco, que disfruté de verdad Neon Genesis Evangelion. O sufrí, depende de la perspectiva.

Debemos tener en cuenta que el manga inició primero que el anime como parte de una estrategia promocional de la serie de Hideaki Anno. No obstante, el manga no concluyó hasta el año 2013, debido a grandes períodos sin publicarse. También debemos tener presente que, a pesar de ser desarrollada por Yoshiyuki Sadamoto, el manga tiene mucho de Hideki Anno, creador del anime y del universo Evangelion.

La historia se ubica en un futuro paralelo. Es el año 2015 y la mitad de la humanidad ha muerto debido al segundo impacto, un meteorito que golpeó la Antártida e instantáneamente todo el hielo fue derretido. Como consecuencia, los mares subieron de nivel y ocurrieron una serie de cataclismos. Según las profecías, a partir de ese momento una serie de ángeles, especies de kaijus, atacarían a la humanidad. La única esperanza para los hombres es una nueva arma, unos robots llamados EVA, manejados por adolescentes. La mesa está servida.

El primer error que uno comete al consumir este manga es creer que realmente es del género mecha. Sí, es cierto que los pilotos de los robots gigantes le dan algún tipo de profundidad a la historia a través de sus características, deseos, sentimientos y conflictos, pero Evangelion lleva esto a otro nivel, y se sale por completo de las reglas del juego. Por momentos, usted asiste a un desmontaje del ser humano de la actualidad, un individuo que puede darse el lujo de deprimirse y dudar sobre el motivo de su existencia porque, para qué engañarnos, tiene la mayor parte de sus problemas resueltos. El segundo error es considerar que estos pilotos, de catorce años de edad, tienen conflictos menores por ser niños. Si uno elimina estos dos lastres antes de enfrentarse a Evangelion, puede, sin temor alguno, sumergirse en la siquis de un creador con tendencias depresivas –aunque luego Sadamoto le haya pasado la mano–.

La historia en sí nunca queda clara. Y tampoco se sabe a ciencia cierta cuál bando es el de los buenos y cuál el de los villanos. Además, en múltiples ocasiones, lo que creíamos había ocurrido de una forma, luego descubrimos fue de otra. Si bien estos giros constantes en la trama provocan cambios importantes a nivel de historia, más bien son utilizados como válvulas de presión para provocar una evolución en las personas implicadas y no tanto como recurso narrativo.

La obra inicia cuando Shinji Ikari llega a Neo Tokyo 3 por petición de su padre. Huérfano de madre, y con el progenitor ausente, el chico tiene serios problemas de autoestima y motivación. Eso lo descubrimos luego, porque cuando el padre le pide que maneje un robot gigante para salvar a la humanidad luchando contra unos monstruos desconocidos, con toda la lógica del mundo, Shinji se niega. Y si a eso sumamos la decepción provocada porque su padre solo piensa en él como una herramienta, no es de extrañar que durante el transcurso de la serie el protagonista caiga en un vacío existencial.

Pero como toda buena historia que se respete, chico conoce chica. Otra piloto, mal herida ya por el combate, tomará su lugar ante la cobardía de no enfrentar al enemigo. ¿Qué hacer? ¿Soportar la vergüenza de que una muchacha linda y lastimada pelee con el monstruo o asumir la responsabilidad? Shinji acepta la tarea, pero tras la manipulación que sufre en ese momento se hace evidente que el muchacho no es más que un peón para estas personas. ¿Son despreciables estos sujetos, que luego serán sus amigos, por usarle en busca de un bien mayor?

De ahí en adelante todo gira alrededor de Shinji. El creador nos propone como punto de partida a un adolescente que carece de motivaciones; que no encuentra una razón para vivir (sin pensar jamás en el suicidio); que busca estar junto a otra persona que le haga sentir bien sin tener idea de cómo acercarse a esta; que ni siquiera disfruta haciendo lo que mejor sabe hacer pero igual se resigna a hacerlo porque, aunque no lo reconozca, es el único momento donde siente cierto reconocimiento. En otras palabras, el chico está roto, quiere buscar la felicidad pero no tiene idea dónde. El pan de cada día de los seres humanos. Cualquier psicólogo diría que todos los traumas de Shinji se deben a su infancia, y tal vez tuviese razón. Con su madre muerta y el padre manteniendo una distancia entre ambos, el chico no logra recuperarse jamás de las dos pérdidas.

Imagen del manga.

Una vez recreado este personaje, Anno y Sadamoto nos dan una especie de lección, muy pesimista, de cómo las relaciones humanas no solo nos afectan como individuo, sino que terminan por determinar nuestro comportamiento ante la realidad que nos rodea.

El primer escollo de Shinji es su padre. Ikari Gendoh fue un hombre atormentado hasta que encontró la luz, según sus propias palabras, al conocer a Yui, madre de Shinji. Al nacer su hijo, sintió que este le robaba el amor de su esposa, y cuando ella muere en un accidente de trabajo, la indiferencia por su hijo aumenta al punto de mantener una relación fría y distante, pero sin llegar al odio. El leit motiv de este personaje, el cual conocemos al final del manga, es volver a encontrarse con Yui. Todo el tiempo se nos muestra como un villano, pero solo es un ser humano que no superó la muerte de su esposa y terminó por hundir a las personas a su alrededor.

Luego tenemos a Rei Ayanami, una suerte de clon de la madre de Shinji. A pesar de ser casi una autómata, la piloto del EVA 00 es otra de las piezas claves en este desmontaje del individuo. Shinji encuentra algo especial en la chica. Solo comparten la responsabilidad de ser pilotos. Nada más. Aun así, estar a su lado aunque no hablen, tomar su mano, sentir su piel, todo esto le provoca algo parecido a la felicidad, o a una paz interior que no encuentra en nada más. A medida que interactúan, Rei comienza a sentir lo mismo. Y como buenos japoneses que son, dejan que todo fluya, que sea lo que Dios quiera. Ella siente celos de Asuka, él la extraña pero no la visita sin un buen motivo. Hay quien pueda referirse al complejo de Edipo en lo que respecta a esta relación, y motivos tiene porque a fin de cuentas, Ayanami es un clon de Yui.

En lo personal, creo que son otras las lecturas que podemos realizar. Por un lado tenemos la necesidad de buscar a personas que nos recuerdan a un ser amado que perdimos. Tanto padre como hijo se siente atraídos por la chica. El primero la ha creado no solo como herramienta para llegar a su esposa, sino también como recuerdo. Shinji siente una conexión con ella, le recuerda a su madre pero lo ignora. No sabe por qué se siente atraído por Ayanami, pero tampoco le importa. Se siente bien con ella y eso es suficiente.

Por el otro lado está la incapacidad de las personas para entenderse y comprenderse; esta es una de las principales tesis que defiende el manga, al punto de que en más de una oportunidad se nos presenta a modo de reflexión de los personajes. Ni Shinji ni Ayanami hacen nada por desarrollar su relación o descubrir qué les une. Y eso está bien. Muchas veces conocemos personas que son ajenas por completo a nuestro entorno, con las que nada tenemos en común, pero aun así nos sentimos bien con ellas y nada más importa (¿recuerdan In The Mood for love? La relación de estos dos chicos es parecida).

Rei y Shinji. Imagen del manga.

Otra de las personas que orbita y cambia el mundo de Shinji es Asuka, una chica genio llena de complejos y necesitada de reconocimiento. Su historia es muy parecida a la del protagonista. La madre no superó el abandono del esposo y perdió la cordura, al punto de no reconocer a su propia hija. Una vez más, la ausencia del amor maternal dicta hasta cierto punto el comportamiento de uno de los protagonistas, pero a diferencia de Shinji, ella construye una coraza a su alrededor basada en sus éxitos y logros. Ser la mejor en todo es su forma de combatir la falta de amor. Por ello, encontrar a alguien tan mediocre que la supere en el manejo de los EVAs es un golpe terrible en su orgullo, que se multiplica al ver cómo Ayanami, una autómata sin personalidad, llama más la atención de este chico que ella. Por otro lado, está enamorada de Kaji, un tipo maduro, atractivo y enigmático. De nuevo, volvemos con los psicólogos… ¿complejo de Electra? Es posible, más si tenemos en cuenta que Asuka no tiene padre: es hija de un espermatozoide “ideal” y no tiene idea de quién es el donante. Pero creo que podemos buscar otra lectura más cercana a la realidad de Asuka, la de la familia perfecta que nunca tuvo e intenta recrear con Kaji.

Kaji es uno de los personajes más interesantes de Evangelion. Funciona como catalizador de la historia, acelera ciertos eventos al interior de NERV (compañía encargada de los EVAs) y permite al espectador descubrir cuáles son los verdaderos propósitos de la organización para la que trabaja. También funciona como una especie de contención de sentimientos: ser el amor de Asuka evita que esta caiga enamorada de Shinji (lo habitual es que todas las chicas de la serie se enamoren del protagonista) y a la vez su pasado romántico con Misato Katsuragi logra un equilibrio verosímil entre la pasión de ésta por el trabajo y la falta de interés en el amor. Pero en Evangelion hay pocos personajes que carezcan de tragedia en sus vidas. Kaji busca la redención. Cuando era niño decidió cambiar la vida de sus amigos y su hermano por la suya. Incapaz de reconocerse a sí mismo como un asesino, decide culpar al segundo impacto y vengar a sus víctimas a través de la exposición de aquellos que provocaran la muerte de la mitad de la población mundial. Se escuda en una realidad alternativa donde él es un héroe y no un villano, no sin castigarse con cierta dosis de autoflagelación. Kaji es el único personaje que reconoce haber tenido la felicidad en sus manos, pero decidió rechazarla porque no se la merecía.

Además de su madre, el otro personaje que tiene un fuerte peso en la vida de Shinji es Misato. La jefa de operaciones tácticas de NERV decide convivir con el nuevo piloto y convertirse en una suerte de figura materna. Ella es un desastre. Su dieta se basa en comida chatarra y cervezas, y aunque sus intentos por animar a Shinji no terminan en buen puerto, la convivencia y su forma de lidiar con los problemas terminan por aliviar un poco al piloto del EVA 01. En un principio, la relación es de jefe y subordinado, pero desde un inicio ella siente admiración y respeto por el chico, el cual crece a medida que avanza la serie y termina por ser algo mutuo. De esta forma, se nos muestra una historia de amor diferente a las habituales, donde ella, mucho mayor que él, es quien más exterioriza sus sentimientos. Es cierto que puede quedar en un plano de amor filial, pero hay momentos en que esa admiración y respeto llegan a otro nivel. El beso de despedida de Misato, a pesar de la tristeza, es uno de los momentos más bellos del manga.

Misato tampoco escapa al pasado trágico. Única superviviente del Segundo Impacto en la Antártida, además de una inmensa cicatriz en su cuerpo, carga con el estigma de la decisión de su padre, que sacrificó su vida por salvar la de ella. Conocer cuál es la verdad detrás del segundo impacto se convierte en una necesidad para ella y en el principal hilo narrativo de la serie una vez desaparece Kaji.

Imagen del manga.

El manga es muy complejo no solo por la importancia que poseen sus personajes y la forma en que se desarrollan, sino también por los constantes enigmas que presenta y la no resolución de casi ninguno de ellos. Desde la incógnita sobre la naturaleza de los EVAs, hasta toda la mitología existente detrás de los ángeles, los dioses, Adán y Eva. Cada episodio presenta algún tipo de información sobre una seudociencia biológica muy atada a la religión que termina por ser la columna vertebral de la lógica imperante en Evangelion. Así, cuando la trama pasa varios episodios sin avanzar, centrada en los personajes, la forma de mover narrativamente el relato es llenándolo de nuevas preguntas, muy al estilo de Lost, pero sin perderse entre tantos desvaríos de sus creadores. De esta forma, cuando llegamos al final, llenos de dudas relacionadas con este universo y con las decisiones de los personajes, quedamos… inconformes, por llamarlo de alguna manera, al no poder satisfacer todas las preguntas que tenemos.

Quizás las diferentes perspectivas de estos dos relatos (Evangelion y Lost) nos ayuden a entender mejor cuál es la idea del primero. En Lost, J. J. Abrams y Damon Lindelof crearon un universo lleno de preguntas donde los protagonistas, al igual que en Evangelion, tenían un peso fuerte y mantenían un equilibrio entre la historia y sus personajes. Pero a inicios de la tercera temporada pusieron toda la leña en aquel universo fantástico, y ya sabemos cómo terminó aquello. En Evangelion ocurre lo contrario; se priorizan los personajes y se emplea la historia como un elemento más de desarrollo de estos. Desde un inicio existe una tesis clara, o tal vez no, pero igual es desarrollada sin muchos desvaríos. Y a pesar de que los noventitantos capítulos son pesimistas y nos llevan a pensar que Shinji no tendrá motivos para seguir viviendo, que su infelicidad y apatía por el mundo terminarán por hacer que el chico no se dé una segunda oportunidad a sí mismo en la vida, decide comenzar de nuevo. La balanza que todo el tiempo nos mostraron desequilibrada no funciona como argumento. Shinji sobrepone los pequeños momentos de felicidad a todo el sufrimiento que ha vivido. Y eso te hace sonreír, lleno de porquería por la inmersión en el pozo de mierda, pero optimista. A diferencia de Murphy con su “sonríe, mañana podría ser peor”, Sadamoto te invita a aguantar, a fin de cuentas, mañana podría ser mejor.

Posdata: Si te gusta el universo de Evangelion, no dejes de leerte este texto de Facundo Falduto.

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Javier Montenegro Naranjo
Cachivache Media

Amante de los videojuegos, pelis clase Z y especialista en caso de apocalipsis zombie.