Minecraft, o de cómo te han engañado para que juegues un videojuego educativo

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6 min readJun 15, 2016
Ilustración Mayo Bous/Cachivache Media

Por: Alejandro Pérez Malagón

Los videojuegos son una mala influencia para los niños. Esta frase la hemos leído y escuchado una y otra vez. Desde la abuelita que controla las horas (o minutos) semanales de su nieto con la consola, hasta el senador Liberman que promovió leyes para controlarlos en los E.E.U.U. Muchas personas piensan que los juegos distorsionan la mente de los gamers. Especialmente si estos son menores de edad.

Una de las críticas habituales afirma que los juegos de video incrementan las tendencias violentas entre los jóvenes. Grand Theft Auto (GTA) es uno de los chivos expiatorios habituales por la violencia en las escuelas y la sociedad norteamericana en general. Otros títulos han sido acusados de promover actitudes sexistas o racistas y de crear adicción enfermiza llevando incluso a la muerte por inanición de algunos de sus jugadores.

En estas condiciones para muchos se ha hecho necesario revindicar la cultura de los videojuegos y claro, cada uno lo ha hecho a su manera. Por ejemplo, pedagogos y educadores en general han intentado utilizarlos para motivar el proceso de enseñanza. Debido a esto casi todos hemos sufrido en algún momento de nuestra vida eso que los optimistas suelen llamar juegos de video educativos. No nos engañemos, la mayoría de estos títulos (aunque no todos) no tienen alma y nadie les dedicaría un microsegundo de su tiempo si no fueran lo único que hay instalado en las computadoras de la escuela.

Uno de los errores habituales del videojuego educativo es anunciarse como tal. El 99% de los adolescentes no le daría doble clic a un ícono que promocione lo mucho que va a aprender. Sin embargo, varios juegos que no se anuncian como educativos han tenido mucho éxito enseñando. The Incredible Machine y Portal han inculcado principios de la mecánica newtoniana a su amplia comunidad de jugadores mientras que con Age of Empires, Seven Cities of Gold y Civilization es posible aprender historia universal. Otros juegos no menos divertidos, como Machinarium y SimCity nos han enseñado lógica e incluso economía política y planeamiento urbano.

Con el boom actual de la industria independiente en los videojuegos parecemos estar entrando en una época dorada para este tipo de juego-que-educa-pero-entretiene. Y uno de los títulos de culto es el Minecraft. Lo que comenzó como el entretenimiento privado de Markus Persson se convirtió sorpresivamente en una industria millonaria para Microsoft y en el juego de video más vendido de la historia, un culto para millones de gamers. El impacto cultural de este es fácil de constatar. Desde un set de LEGO hasta un episodio de South Park, Minecraft ha logrado que la industria mainstream del entretenimiento le preste atención.

Paisaje generado por el ordenador en el Minecraft.

Clasificar a este juego es truculento debido a su eclecticismo. Es básicamente un sandbox, con un modo de supervivencia, al que se le han agregado elementos de rol. Si todos estos términos te suenan a chino mandarín (o cantonés… para el caso) los explicaremos un poco. Un sandbox es un juego en el que existe un mundo abierto y modificable, por el que te puedes mover a voluntad alterando su apariencia. Un juego de rol o RPG es uno en el cual tu personaje va progresando, mejorando sus características a medida que cumple con determinadas tareas. Un juego de supervivencia es aquel donde no puedes combatir con facilidad a tus oponentes y tienes que emplear tácticas más “inteligentes” como evitarlos, o derrotarlos poco a poco, golpeándolos y huyendo. Normalmente es necesario “buscarse la vida” porque tu personaje sufre de hambre o es afectado regularmente por el entorno.

El mundo abierto de Minecraft, a diferencia de otros RPG como World of Warcraft, no es diseñado por seres humanos, sino por tu propia computadora, utilizando algoritmos. De esa manera cada vez que comienzas a jugarlo estas en un mundo diferente y debes olvidar toda la geografía que aprendiste con anterioridad. En este casi infinito mundo existen animales, seres hostiles, aldeas con pobladores amistosos, dragones y bloques, sobre todo bloques. El mundo entero está fabricado de bloques y gira en torno a destruir, colectar, procesar y re-colocar estos bloques. En este juego no hay una meta, aunque encontrar y derrotar al EnderDragon puede verse como un objetivo final.

Algunos de los enemigos presentes en el Minecraft. Imagen: alfabetajuega.com

Lo más sorprendente de Minecraft es cómo se hizo tan popular en una época en que juegos como Crysis, Metal Gear, Far Cry, Call of Duty, Need for Speed y muchos otros empujan cada vez más la frontera de cuán realistas pueden lucir. La “calidad” de los gráficos es uno de los elementos más discutidos y alabados tanto por analistas y jugadores que, sádicamente, disfrutan el sufrimiento de sus tarjetas de video. Y de pronto, este juego hecho de bloques, donde todo luce brutalmente pixelado, dónde no hay shaders, no hay que tener la última tarjeta NVIDA o AMD, no hay ni una sola cutscene, se hace increíblemente popular. Los caminos de la industria del entretenimiento son inescrutables.

Una vista típica del juego Dwarf Fortress, rendereado a base de caracteres.

Antes de él existían Dwarf Fortress e Infiniminer, juegos que usaban mundos creados mediante algoritmos y que tenían una comunidad de fieles seguidores. Minecraft imita en complejidad al primero de estos juegos, mientras que se basa más en las mecánicas del segundo, también basado en bloques. Eso sí, es más condescendiente, tiene un modo creativo donde es casi imposible morir y los jugadores cuentan con cualquier cantidad de recursos para construir cualquier cosa que su mente anhele. En otros modos si es necesario luchar contra un ambiente hostil y recolectar recursos que te permitan construir estructuras más orientadas a la supervivencia que a la creatividad. En modo hardcore si mueres, todo ha acabado y no puedes reanudar el juego en ese mundo en particular.

Una villa del Minecraft, donde el jugador puede buscar sustento y comerciar.

Minecraft tiene un complejo sistema de construcción de ítems. Los jugadores pueden intentar mezclar hasta nueve objetos para construir otro mediante recetas de una complejidad cada vez superior y que no están explicadas en el juego, sino que tienen que surgir de la imaginación o el conocimiento (o de estudiar en internet). Todas estas recetas funcionan en base a principios lógicos y tecnológicos del mundo real. A partir de esos elementos el juego te permite construir desde una pequeña casa hasta una catedral, añadiendo elementos interactivos de naturaleza mecánica e incluso eléctrica.

En el juego existe un elemento, llamado redstone, o piedra roja, que permite recrear equivalentes a circuitos eléctricos. Utilizándolo los jugadores se las han arreglado para construir los bloques básicos sobre los que funciona la electrónica digital, como latches, compuertas lógicas, repetidores, contadores, generadores de números aleatorios, exhibidores de 7 segmentos y una vasta serie de aplicaciones de estos elementos. En un desarrollo muy inesperado, que haría explotar la mente de cualquier geek, los gamers más extremos de este juego los han utilizado para construir desde trampas básicas activadas por sensores, pasando por un reloj digital hasta un procesador. Sí, un procesador, que tiene un set de instrucciones, como el que usa tu computadora. Dentro de un juego. Esto ha impulsado a muchos jugadores a estudiar los principios básicos de la electrónica, como el álgebra de Boole, tablas de la verdad y mapas de Karnaugh para poder construir y mejorar estos sistemas.

No es que cada uno de los jugadores del Minecraft se convertirá en un arquitecto, un programador o un ingeniero electrónico. Pero la forma en que motiva a las personas a estudiar ya sea para construir ítems, computadoras o catedrales y castillos puede tener un efecto duradero sobre el intelecto de sus jugadores, potenciando sus posibles vocaciones e incentivando su creatividad. Si lo que se proponía Persson era mejorar el karma de los videojuegos entonces compensó al menos a tres versiones del Grand Theft Auto (incluyendo San Andreas). Este juego le hace un guiño esperanzador y les da un hint a los desarrolladores de videojuegos educativos: cuando mejor aprenden los niños es cuando no se dan cuenta de que están aprendiendo.

Imagen: stemxion.com

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