The first: Major Lazer sacudió Cuba

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7 min readMar 14, 2016
Más de 400 mil personas asistieron al concierto. Foto: Gabriela Gutiérrez / Cachivache Media

Por: Luis Javier Socorro García (Lion)*

La brisa costera y el sol del atardecer en el malecón habanero marcaron las condiciones idóneas para un concierto sin precedentes. Más de 400 mil personas acudieron a una Tribuna que, por primera vez, sirvió de escenario a la música electrónica para bailar (electronic dance music o EDM, por sus siglas en inglés). Jóvenes y no tan jóvenes soportaron el agobiante calor, los conflictos propios de las multitudes y un fragmentado espectáculo para recibir a Major Lazer, grupo de DJs integrado por Walshy Fire (Jamaica), Jillonaire (Trinidad y Tobago) y Diplo (EUA) –quien había confesado días antes no tener muchas expectativas en cuanto al conocimiento de su música por parte de la juventud cubana. El domingo 6 de marzo será recordado como una jornada cargada de emociones y experiencias, que comenzó antes, el viernes, con una agitada y prácticamente desconocida programación.

Face to face

Además de las sesiones de Major Lazer en espacios como los Jardines y el Salón Rosado de la Tropical, la Marina Hemingway y la Fábrica de Arte Cubano; el encuentro del trío con un grupo de DJs y productores nacionales en la Fundación Ludwig de Cuba fue uno de los acontecimientos más trascendentales para quienes nos dedicamos a la producción de esta música.

La acogedora terraza de la Ludwing fue el mejor escenario posible para contrarrestar la tensión que sentíamos tanto los cubanos como Diplo y Walshy Fire, y fue Fabien Pisani, fundador y co-productor del Festival Musicabana, quien se encargó de romper el hielo haciendo las presentaciones y dando inicio al debate.

El interés común en las distintas formas de producir fue el tema más abordado en la charla; Diplo, particularmente, se interesó por conocer cómo y con qué medios trabajamos en Cuba. Por nuestra parte, las preguntas se centraron en los elementos técnicos de su producción –en especial los softwares y plugins empleados– así como en el proceso de mezcla y masterización. Dato curioso: además del Ableton Live, DAW (Digital Audio Workstation o Estación de Trabajo de Audio Digital) donde construye todos sus proyectos: –y que también es usado por Skrillex, su colega en el proyecto Jack Ü–, Diplo, al igual que muchos de nosotros, usa varios de los VST (Tecnología de Estudio Virtual que simula un instrumento musical) gratuitos que aquí utilizamos.

Su visión sobre la creación musical parte de una premisa que aboga por el aprovechamiento de la tecnología. Actualmente, comentó, no hay necesidad de estudios de grabación, equipos analógicos y otros grandes recursos, hoy en día, con solo una laptop, un micrófono y mucha creatividad puedes grabar tus propios samples. De igual modo, Internet constituye el principal medio de difusión masiva y el más aprovechado por los artistas contemporáneos. Entre varias experiencias, expuso el lanzamiento de manera independiente del hit «Lean On» a través de su canal en Youtube, y cómo bajo esta concepción fundó en 2005, su sello discográfico Mad Decent, que cuenta con reconocidos nombres como Dillon Francis y DJ Snake.

Al cierre del intercambio pudimos disfrutar de una mini sesión pinchada por ellos, una verdadera clase magistral para los que pudimos presenciarla, de la mano de uno de los DJs y productores más cotizados en la escena musical actual.

On set

Con el slogan “Peace is the mision”, derivado de su más reciente álbum, Major Lazer se propone llevar paz a las ciudades que visitan. El pasado domingo 6 de marzo, el malecón habanero explotó con su misión pacificadora, en una tarde en la que podía tocarse con los dedos la libertad, la felicidad y la adrenalina en estado puro.

Desde horas muy tempranas, el movimiento de grupos juveniles muy diversos era perceptible. Algunos, incluso, se trasladaron desde las más cercanas provincias para disfrutar de lo que prometía ser un conciertazo.

El evento inició con la presentación de un selecto grupo de DJs cubanos (Reitt, I.A, ADroid e Iván Lejardi) para representar vertientes de la música electrónica en la isla. Sus intervenciones, unas más aclamadas que otras, activaron al público y sirvieron de antesala para lo que vendría después… ¡¿RUMBA?!

El bajón fue total. El público, atraído masivamente por la música electrónica, sufrió un paro, al encontrarse a Osaín del Monte, una agrupación rumbera notable, pero que no formaba parte de lo que uno podría esperar en ese ámbito, mucho menos de intermedio. El amargo sabor que dejó entre los fanáticos solo fue superado por una larga e incómoda pausa en el espectáculo para reorganizar el escenario.

La infraestructura del lugar escogido fue otro de los puntos negativos de la celebración. La Tribuna Antimperialista, pensada originalmente para acoger grandes concentraciones de personas en mítines políticos, no cuenta con las condiciones –sobre todo técnicas– para celebrar eventos de esta magnitud. Su diseño angosto, además de limitar el movimiento, le restaba visibilidad a lo acontecido en el escenario, especialmente porque no hubo pantallas que proyectaran para que quienes estaban en las zonas más alejadas pudieran apreciar lo sucedido. El diseño del audio, por su parte, un tanto deficiente, afectó la escucha en ciertas áreas. Los que estábamos más próximos, por ejemplo, solo captábamos un rango de frecuencia entre 20Hz-250Hz, o sea, subbaja-baja; mientras, los más alejados escucharon con cierto retardo debido a la separación de las bocinas.

Pero todo ese ambiente cambió en el momento en que Major Lazer subió a escena; en perfecta sincronización, las nubes ocultaron el –hasta ese momento– intenso sol, y comenzó a soplar una brisa fresca.

La tranquilidad fue rota por las ovaciones y las pancartas, banderas y brazos que comenzaron a agitarse. El show estuvo (casi) completo: visualidad, bailarinas, animación y música a niveles nunca vistos dentro de la escena Dance (y en muy pocos conciertos) en Cuba. La respuesta del público fue, por supuesto, inmediata y vibrante. Miles de cubanos saltando desenfrenadamente al ritmo del beat, estremecían el suelo y dejaban bien claro la gran aceptación de esta música en nuestro país –pese a la poca atención dedicada por las instituciones nacionales a este género.

Fue una sesión impecable. La selección, en gran parte conformada por piezas de su nuevo fonograma y otros tracks de diversos DJs como Rock the Party (Jauz & Ephwurd) y Deep Down Low (Valentino Khan), así como los mashup (combinación de dos o más temas musicales en una especie de collage) genialmente concebidos, fusionando desde éxitos internacionales como Sorry (Justin Bieber) y Can’t feel my face (The Weeknd), hasta Suavemente (Elvis Crespo) y La vida es un carnaval (Celia Cruz), temas muy conocidos por el público del patio. No dejaban respiro alguno a través de una mezcla extremadamente dinámica de coro-drop-coro-drop… hasta el infinito. Sus intercambios en las máquinas fueron perfectamente balanceados, cada integrante “pinchó” mientras los otros animaban e interactuaban con los que allí asistimos.

Me llamó particularmente la atención el trabajo cuidadoso de su estética; el vestuario, los logos, los slogans; la articulación de los detalles relacionados con el color que representaba a cada integrante del piquete –amarillo (Diplo), verde (Jillionaire) y rojo (Walshy Fire)–, presente hasta en los más sutiles detalles: desde los micrófonos y las credenciales (manillas) hasta las proyecciones en la pantalla gigante. Para aquellos que somos seguidores y conocedores de este tipo de evento faltó apoyo técnico, sobre todo en el apartado de luces y pirotecnia, elementos que además de jugar un papel narrativo en el guión del espectáculo potencian sin dudas el disfrute del público. A pesar de esto, no caben dudas que fue un suceso que cumplió y superó ampliamente las expectativas.

The echo…

Personalmente, me emociona pensar en lo que vendrá después. Si bien este ha sido el concierto más grande de Major Lazer, más grande es el significado que tiene para los cubanos, especialmente para los DJs y productores del país. El domingo, se (re)posicionó la música electrónica para bailar en el circuito nacional, verificándose la amplia y masiva acogida de este género, principalmente entre las generaciones más jóvenes. Un reto para los creadores nativos que deben alcanzar una madurez para estar al nivel mundial.

Espero que este acontecimiento sirva para derribar barreras, desdibujar fronteras y abrir muchas puertas. Ojalá brinde oportunidades a organizadores de eventos y artistas, así como un nuevo enfoque de las instituciones cubanas pertinentes hacia el –inexplorado y/o subvalorado– mercado de la música electrónica hecha en Cuba.

*Miembro del grupo de DJs House Republic

Foto: Gabriela Gutiérrez / Cachivache Media
Foto: Gabriela Gutiérrez / Cachivache Media

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