A veces, todo lo que necesitas es sentarse en la orilla de una laguna
y aprender observando las semillas esparcidas por los árboles, los pájaros surcando un cielo crepuscular, y otro pajarito que, en tierra, espera pacientemente el momento de atrapar al pez, y respetuosamente aguarda a que este se dé cuenta de que ahora es alimento.
Monitos que saltan de arbolito en arbolito, conscientes de que hay momentos para llamarse unos a otros, abriendo caminos a los más jóvenes. Y el viento, omnipresente, guiando todas las cosas, incluso tu cabello, mientras escribes estas palabras.
Solo esto importa. Todo lo demás, que se olvide de los otros, que madure con ellos. Que sepas nutrir el brillo de tu mirada hacia las cosas verdaderas y afinar tus oídos a tu propia sabiduría.
Una rama puede ser solo una rama para algunos, y para otros, una poesía o parte de la construcción de un camino. Que tu mirada sea tu morada; eso nadie lo puede cambiar, es tuyo.
Mira. Aprende. Camina. Ama. Vive.