¿Es más siniestra la vida o la literatura?

Luis Marín
Blog de La Fauna
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4 min readAug 30, 2018
¿Qué hacer en caso de encontrarse consigo mismo?

En la obra de Freud existen múltiples referencias al arte y cultura, sobre todo de su especial fascinación por las obras literarias, de donde surge su trabajo titulado «Lo Ominoso» (Das Unheimliche).

«Lo Ominoso» publicado en 1919 se tradujo al castellano por Ludovico Rosenthal en 1943, como «Lo Siniestro», un término no adecuado porque aunque puedan parecer sinónimos, en realidad no es así. En la primera parte del ensayo Freud hace un recorrido por diccionarios de diversas lenguas para inferir qué quiere decir la palabra y lo define como «aquella variedad de lo terrorífico que se remonta a lo consabido de antiguo, a lo familiar desde hace tiempo».

En su ensayo Freud hace alusiones a varios textos literarios como “Los dioses en el exilio”, de Heinrich Heine; “Un vagabundo en el extranjero”, de Mark Twain; “Fausto”, de Goethe; “La historia de la mano cortada”, de Wilhelm Hauff; e incluso “El fantasma de Canterville”, de Oscar Wilde. Pero lo que nos ocupa es hablar de un texto usado aquí para ejemplificar el carácter de lo ominoso, un cuento de Hoffmann.

Freud menciona al inicio de su ensayo que uno de los pocos autores que han tratado el tema es el psiquiatra alemán Ernst Jentsch que escribió: «Uno de los artificios infalibles para producir efectos ominosos en el cuento literario consiste en dejar al lector en la incertidumbre sobre si la figura que tiene ante sí es una persona o un autómata […] Hoffmann ha realizado con éxito, y repetidas veces, esta maniobra psicológica en sus cuentos fantásticos».

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Ernest Theodor Amadeus Hoffmann, escritor y compositor alemán, fue el máximo autor del romanticismo negro, también conocido como terror gótico. Su cuento «El Hombre de la Arena» es alrededor del cual giran los análisis de Jentsch y Freud. «E. T. A. Hoffmann es el maestro inigualado de lo ominoso en la creación literaria», admite Freud en algún momento de su ensayo.

Freud enuncia diversos ejemplos de situaciones que nos despiertan el carácter de lo ominoso, lo terrorífico. Por ejemplo, cuenta que cierta vez deambulaba por calles vacías, desconocidas, cuando fue a parar a una estrecha callejuela que se apresuró a dejar. Después de vagar un rato sin rumbo regresó a esa misma calle. Volvió a echar a andar hacia otro lado para, tiempo después y en contra de su voluntad, llegar por tercera vez a la misma calle. «Entonces se apoderó de mí — cuenta Freud — un sentimiento que sólo puedo calificar de ominoso».

Otro ejemplo es el de El Doble, que cita refiriéndose al trabajo de Otto Rank (1914) sobre El Estudiante de Praga, de H. H. Ewers, que sirve de punto de partida para los estudios de Rank: «el héroe ha prometido a su amada no matar a su desafiante en el duelo. Pero camino al campo del honor, se encuentra con el doble que ya ha matado a su rival». Se trata de «el efecto que nos produce toparnos con la imagen de nuestra propia persona sin haberla invocado». En el texto, E. Mach, otro de los estudiosos del tema de El Doble, en su Analyse der Empfindung, cuenta que una vez se espantó al advertir que el rostro que veía era el suyo. Un último ejemplo sobre lo ominoso Freud lo enuncia como la supuesta omnipotencia del pensamiento: cuando pensamos una cosa que, por azar, termina volviéndose real. Sería el caso de un chico que acude a un lugar que disfrutó mucho por la habitación en la que estuvo. Tiempo después vuelve y pide la misma habitación, pero ésta ya ha sido ocupada por un anciano. El chico masculla para sí «ojalá le dé un ataque», y, en efecto, el anciano muere a causa de una apoplejía. La sensación que el hecho despierta en el chico es lo ominoso.

Estos ejemplos, que podríamos calificar de oníricos, tienen carácter terrorífico. Sin embargo, hacia el final del ensayo Freud señala: muchas cosas que serían ominosas en la vida real no lo son en la creación literaria, y en esta existen muchas posibilidades de alcanzar efectos ominosos ausentes en la vida real, por lo tanto, cabe preguntar: ¿es más siniestra la vida real o la literatura?

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Luis Marín es egresado de la facultad de Psicología en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Ha publicado artículos para La Jornada Morelos, El Regional, y la revista Voz de la Tribu; también ha publicado cuentos en revistas como Punto en línea, Moria, o Río Arriba.

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Soy un cazador de sueños. Soy un catador de auroras.