Diego Pando: “No agarro nada que no venga a romper esquemas”

Camila Landaburu
Camila Landaburu
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6 min readNov 6, 2017

Con 46 años, Diego Pando es un emprendedor nato. Sostiene que la tecnología es una gran herramienta para agregar valor a la sociedad y sueña con que las personas pasen de ser “usuarios a desarrolladores”.

Digital House. El fuerte de Diego Pando es el mundo de Internet y el comercio electrónico. (Foto: Camila Landaburu)

Cuando se habla de emprender, cada historia es un mundo. La vida de Diego Pando, fundador de Bumeran y cofundador de Digital House, es una historia para contar. Estudio en el colegio San Andrés y luego en Estados Unidos. Cuando terminó se fue a la India, trabajó con la Madre Teresa de Calcuta y fundó un colegio. Hoy su mundo es la tecnología, allí encontró su lugar para reinventarse y desplegar toda su energía.

Empezó trabajando de lunes a lunes en una oficina de 25 m2, sufrió la crisis del 2001 y por más de tres meses no le pudo pagar a sus empleados. Pero sobrevivió y creó Bumeran, la plataforma laboral más grande de Latinoamérica. Hoy ya no está en sus manos, y dice: “Siempre tuve un objetivo que era que Bumeran me trascendiera, y por suerte fue así”.

Diego Pando es una máquina de emprender, ya que desarrolla 6 proyectos en simultáneo. Entre ellos, la primera escuela de coders en la Argentina, Digital House, donde el 95% de sus estudiantes consiguen empleo al instante. “La educación está cambiando y gran parte es gracias a la tecnología”, afirma.

Además de su costado empresarial, Diego es el presidente de la fundación Olimpíadas Especiales Argentinas, donde se trabaja la inclusión de personas discapacitadas a través del deporte. Fue el legado que le dejó su madre, Pía Soldati, al morir en enero de 2016.

Fanático del trabajo en equipo, el emprendedor confiesa: “Si yo tuviera que ponerme al lado de mis socios, quiero ser el más bruto, el menos capacitado”.

¿Qué te llevo a volcarte en el mundo tecnológico?

Necesitaba encontrar un lugar donde yo pudiera usar lo mejor que tenía, que era básicamente la parte de mi propia energía. La tecnología es un ámbito de cambio constante y yo venía de alguna manera con esa nueva manera de vivir la vida que encontré en la India y necesitaba un lugar donde poder realizarme. Y bueno, la tecnología fue el trampolín para poder hacer lo que hago hoy.

¿Vos creés que la sociedad está preparada para ese cambio constante?

No está preparada pero está alerta porque todos hoy, de alguna manera, estamos impactados por la tecnología, nos atraviesa a todos. Entonces ahora, lo que estamos intentando es pasar de ser usuarios a desarrolladores, a poder involucrarnos en cómo se genera, cómo se piensa y se evoluciona dentro de la tecnología. Creo que hoy la educación está cambiando y eso es gran parte gracias a la tecnología.

“Queremos ver una Argentina distinta, gente con más poder de decisión y de libertad, y la tecnología te da todo eso”.

Por eso surgió Digital…

Si, es gracioso porque Digital House pareciera ser una obviedad, pero nadie lo estaba haciendo. Junto con los socios de Digital, tenemos esa necesidad de generar cosas distintas, generar valor desde otros ángulos, y no quedarnos satisfechos con lo que tenemos. Queremos ver una Argentina distinta, gente con más poder de decisión y de libertad, y la tecnología te da todo eso.

Digital House. Sectores de “co-working”y “co-learning” especialmente pensados para un aprendizaje colaborativo. (Foto: Camila Landaburu)
Digital House. La escuela de programación se encuentra en pleno barrio de Belgrano y hoy tiene más de 2.200 alumnos. (Foto: Camila Landaburu)

El lema de Digital House es “aprender haciendo”, ¿esto te identifica?

Sí, totalmente. Aprender haciendo, aprendiendo las bases, aprender a aprender. La vida es una evolución constante, yo no soy el mismo que fui ayer, ni seré el mismo que seré mañana. Estoy todo el día buscando quien soy, intentando mejorar en los aspectos que me son difíciles o buscando cosas que me hagan sentir cada vez más pleno. Y la realidad es que eso solamente lo he encontrado en dos lugares: en la familia y en la tecnología.

Bumeran es una historia de persistencia, ¿qué era lo que te hacía seguir?

Poder ver un sueño realizado. En el camino para cualquier sueño hay que dejarlo todo, el esfuerzo es lo que te lleva a valorar lo que haces. Ni te digo, cuando eso se ve plasmado en un objetivo cumplido. Siempre tuve un objetivo que era que Bumeran me trascendiera, y por suerte fue así. Hoy Bumeran ya no es más mío, es una compañía que desde que yo dejé de participar creció y sigue evolucionando con otra gente, con otro dinamismo. Y a mí me pone muy contento, porque veo que algo que nació de una simple idea y una hoja en blanco, hoy se convirtió en uno de los portales laborales más importantes de Latinoamérica.

Después de recibirte te fuiste a la India, ¿qué buscabas y con qué te encontraste?

Em, quizás buscaba entender un poco más de que se trata la vida, salir un poco de mi zona de confort. También necesitaba encontrar un poco de paz con respecto a lo que me había pasado con mi papá, entender las cosas que te pasan, por qué te pasan. Creo que la India me ayudo a entender que la vida tiene partes complejas pero que hay soluciones.

¿Cómo fue la experiencia de trabajar con la Madre Teresa de Calcuta?

Fue rara porque en realidad no iba en búsqueda de eso, caí en Calcuta como quien cae en una ciudad. Llegué a un barrio muy chiquito que estaban todos los extranjeros y muchos de ellos trabajaban en los centros de la Madre Teresa de Calcuta. Y ví todo lo que estaban haciendo, con el amor que lo hacían y me enamoró. Se ve que estaba necesitando un poco de esa parte, y decidí quedarme ahí por lo menos dos meses a trabajar con ellos en uno de los centros que se llama Kalighat que recibe a todos los vagabundos. Fue una experiencia única.

En su momento fundaste un colegio de 900 alumnos, ¿seguís en contacto?

Eso también fue otra casualidad. En un pueblito en el medio de la montaña donde vive el Dalai Lama, me vinculé con una asociación de colegios tibetanos, el Tibethan´s Children Village (TCV), y al interactuar con los directores me contaron que querían construir un colegio a un par de horas de ahí. Al poco tiempo surgió un viaje de polo, que era mi deporte de chico, hice algo de plata y al volver decidí que estaba mejor invertida en un colegio que en mi bolsillo. Ahora nunca lo vi realizado, es algo que todavía tengo pendiente.

Con respecto a las bitcoins, ¿creés que va a ser la divisa del futuro?

No sé si va a ser la divisa del futuro. Lo que si va a ser la plataforma del futuro es Blockchain, una plataforma que se generó en el 2008, que va cambiar completamente la manera en la que nos interconectamos, no va a existir la necesidad de intermediarios. Este es nuevo proyecto al que estoy apuntando. Quiero generar la mayor plataforma de Blockchain de Latinoamérica.

Diego Pando, presidente de la fundación Olímpiadas Especiales Argentinas, en la comida anual solidaria que se celebra todos los años en La Rural. (Foto: Olimpíadas Especiales Argentinas)

Para que Diego Pando tome un proyecto ¿qué debe tener?

Uh, tiene que ser un desafío grande y tiene que ser totalmente disruptivo. No agarro nada que no venga a romper esquemas. Y tiene que ser algo que agregue valor a la sociedad.

Si volvieras a empezar, ¿cambiarías algo?

Me hubiese gustado poder haber elegido mis socios de los primeros proyectos, arrancar de otra manera. Quizás entre con gente que pensaban igual que yo o no agregaban el valor que necesitaba. Pero bueno, ese fue un aprendizaje y en los próximos proyectos tuve la suerte de poder elegir con quien asociarme.

(Crédito: Camila Landaburu)

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Camila Landaburu
Camila Landaburu

Licenciada en Comunicación Social. Geminiana. Soñadora. Mis pasiones son la moda y la política.