El vacío en compañía como otra forma de soledad

Camila Landaburu
Camila Landaburu
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4 min readJun 16, 2020

Una poetisa argentina se animó a escribir su primera novela de ficción y el resultado fue: “Cuando el peligro es pequeño somos felices”. Victoria Schcolnik tiene 35 años y es directora del Espacio Enjambre junto a Marcelo Carnero (a quien le dedico su obra), un pequeño centro de investigación de escritura. Hasta ahora todas sus obras eran sobre poesía, tiene dos libros El Refugio y Una Tierra, pero La amortajada una novela de María Luisa Bombal la impulsó a escribir esta historia.

Es una novela corta que le llevó casi siete años de trabajo que se materializan en la minuciosidad con la que está escrita cada párrafo. “El trabajo con el lenguaje es como el del escultor con una piedra”, dijo la autora en una entrevista a un medio periodístico. Y así fue como logró narrar con un lenguaje poético y preciso una historia de idas y vueltas entre una pareja de dos personas que tiene el alma rota. Anna y Lobo. Lobo y Anna.

La autora escribió cada texto del libro como un ensayo, un poema porque quería que cada uno pudiera leerse suelto. Un narrador omnisciente que te permite meterte en la piel de cada personaje a medida que van pasando las páginas. Sin discriminar la autora le brinda a cada uno su espacio para contar su historia y su punto de vista sobre la situación que comparten. Habla Anna y habla Lobo. Una novela dinámica que está dividida en pequeños capítulos y que da una sensación de enfrentamiento. Historias que ya no se pueden contar juntas porque algo se rompió entre ellos. Ahora son dos individuos en soledad tratando de afrontar esos problemas que acarrean desde la infancia.

“La historia del desastre de esta pareja comienza justo después de que Anna deja a Lobo solo en la casa. Desde ese último segundo en el que están juntos, el relato no es otra cosa que el intento fallido de volver, una y otra vez, a ese momento inicial”, sintetiza la autora en una entrevista con la editorial Mardulce.

Estos dos personajes son muy diferentes pero hay algo que los une: están habitados por la oscuridad. Lobo de chico vivió en la miseria y padeció a una madre dura y distante y una hermana “endemoniada” que lo llevaron a tener una profunda relación con el alcohol. “Busca rodearse de gente desligada de una idea de familia, es que piensa que solo quienes no tienen una construyen relaciones intensas con los otros”, cuenta el narrador.

Anna en cambio, tenía una familia más consolidada pero la muerte de su abuelo y su padre le dejaron heridas que nunca terminaron de cerrar. La voz de su madre, una mujer sobreprotectora, sigue pesándole en su mente: “Y aunque nunca pudo con lo que la madre trató de enseñarle, aprendió, de infinitas maneras, a esconder la desesperación”.

De eso se trata un poco esta ficción de cómo manejar la desesperación que provoca la angustia y la frustración, de cómo aprender a lidiar con los negros y blancos de la vida. El lector nunca se entera cual fue exactamente la razón por la que esta pareja se terminó de romper pero a medida que avanza el relato se van develando capas que permiten reconstruir a los personajes y a entender el vacío que los habita.

En su libro de poemas “El Refugio” (2009) Schcolnick retrata el tema del dolor: “Lo que siente no tiene apoyo más bien se encarna como cuando el dedo acaricia la madera y al desprenderse queda una memoria dentro de la piel, las astillas clavadas”. La autora en sus obras hace énfasis en las cicatrices de las personas, tanto físicas como afectivas. Esas cicatrices que no abandonan al individuo por alguna razón.

Muerte, amor, frustración, el pasado como repercute en el presente, el vacío en compañía como otra forma de soledad. Una historia intensa y oscura que tiene un ritmo original: intensidades que se van acelerando en un corto tiempo. El orden no tiene una lógica de causa- efecto son los hilos de pensamiento del personaje y sus acciones son impulsos que gobiernan su cuerpo.

La novela al principio se iba a titular “El peso del cielo”, pero tiempo después la autora se decidió por una frase del libro que condensa el clima de la historia: “A veces, para ellos, su único peligro había sido el sopor o la fiebre. De golpe se da cuenta que se le escapan las palabras que le diría a Lobo si estuviera en frente: cuando el peligro es pequeño somos felices”.

Esta novela ensayística sorprende al lector por su estructura y su ritmo. La riqueza del relato recae en su forma, en sus párrafos cortos pero intensos que retratan la inmensidad del dolor y la desesperación. Una historia con muchos pozos difíciles de tapar.

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Camila Landaburu
Camila Landaburu

Licenciada en Comunicación Social. Geminiana. Soñadora. Mis pasiones son la moda y la política.