Fritz, lleno eres de gracia

En el primer semestre de 2007 casi 1.000 alemanes fueron detenidos cuando intentaban entrar droga a su país. Las autoridades europeas están alarmadas.

Camilo Jiménez Santofimio
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3 min readMay 3, 2016

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  • Publicado el 19 de enero de 2008 en la edición 1342 de la revista Semana
  • Por Camilo Jiménez Santofimio

Los alemanes no llaman ‘mulas’ a los pequeños traficantes que hoy abundan en su país. Pero si lo hicieran, algunos de los informes de los últimos tres meses dirían lo siguiente: “Mula portuguesa capturada en el aeropuerto de Hamburgo”, “Mula holandesa usa prótesis para contrabandear cocaína en el aeropuerto de Fráncfort”, “Mula italiana descubierta en autopista alemana con cocaína en la guantera”, “Mula alemana detenida en Hamburgo con 2,5 kilos de cocaína”, “Mula italiana pillada con 10 kilos de cocaína en equipos de sonido”, “Mula alemana, en lugar de café, transportaba 60 kilos de cocaína”, “Mulas holandesas, madre e hijo, arrestados en aeropuerto de Fráncfort”, etcétera.

Según el más reciente informe de la Oficina Federal de Aduanas de Alemania (ZKA), en 2006 y 2007 se multiplicó por 10 la cantidad de ‘mulas’ europeas detenidas frente a las cifras anteriores a 2005. Y aunque los latinoamericanos siguen siendo importantes, las autoridades no salen de su asombro al sorprender tantos ciudadanos europeos, sobre todo italianos y alemanes.

Como explicó a SEMANA Ulrich Schluze, vocero del Departamento de Aduanas de Essen (oeste de Alemania), “en los controles, hasta el momento se ha partido de rasgos tipológicos, como el color de piel; de incongruencias, por ejemplo entre la vestimenta, los modales y el efectivo que carga un viajero; y de objetos en el equipaje que despiertan suspicacias”.

Sin embargo, esos patrones pierden efectividad ante las ‘mulas’ europeas. “Es verosímil que por ello las ‘mulas’ europeas hayan estado contrabandeando cocaína a gran escala durante los últimos años”, admitió a esta revista Rüdiger Hagen, portavoz de la ZKA. Según el funcionario, mientras los latinoamericanos y africanos se redujeron a 566 casos, en los primeros seis meses de 2007 se detuvo un récord de 910 ‘mulas’ alemanas.

En el caso de al menos el 50 por ciento de las ‘mulas’ europeas, se trata de personas provenientes de sectores pobres. Tras aceptar viajar al Caribe o al norte de África, parten de la Península Ibérica. A su regreso, tras viajes a veces de 16 horas de duración, han llevado hasta un kilo de cocaína en el estómago o el intestino grueso, empacada en condones.

Otra porción de los traficantes está compuesta por ‘servicios de mensajería’, que transportan cocaína en Europa.

Se trata de individuos de las clases bajas del sur, sureste y centro europeo. En su mayoría, viajan a Madrid para recoger la droga. De allí la transportan a mega-aeropuertos como Schiphol en Ámsterdam o el Internacional de Fráncfort, donde la entregan a otros ‘mensajeros’ encargados, a su vez, del transporte por tierra.

Este paso tiene lugar en las autopistas, especialmente en Alemania. Así, una vez recibida la droga en Ámsterdam o Fráncfort, los ‘mensajeros’ emprenden viajes a través del territorio alemán a los países vecinos.

El vertiginoso aumento de la cantidad de cocaína encontrada entre 2006 y 2007 en las carreteras en controles rutinarios ha llevado a la ZKA a anunciar que Alemania es el corredor favorito. “En la mayoría de los casos, pasa a Polonia, República Checa, Austria y Suiza”, explicó a SEMANA el guarda Ulrich Schulze, cuyas patrullas controlan la costa del Mar del Norte, la frontera con Holanda y Bélgica y varios estados del occidente alemán.

El último informe anual del Observatorio Europeo para el Consumo de las Drogas y las Toxicomanías (Oedt), muestra una relación entre la situación social y el fenómeno de las mulas. En Alemania, por ejemplo, la pauperización de la creciente clase baja es una de las razones. La página de Internet de la Deutsche Welle, con el irónico título, ‘Fritz, lleno eres de gracia’ informó en diciembre sobre un caso diciente. Tras contrabandear varios kilos de coca al regreso de unas vacaciones en República Dominicana, dos amas de casa de Bonn lograron construir en tiempo récord una red familiar de tráfico de cocaína, con la que introdujeron al menos 50 kilos de coca por más de un millón de euros.

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