“¡No destruyan un solo documento!”

La Oficina del Comisionado Federal para los Documentos de la Stasi vigila y examina los archivos de la policía secreta de la antigua Alemania socialista para impulsar la investigación y permitirles a las víctimas confrontar la verdad. SEMANA habló con su director Hans Altendorf

Camilo Jiménez Santofimio
camilojimenezsantofimio
5 min readMay 15, 2016

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Museo de la Stasi, Berlín
  • Publicado el 7 de noviembre de 2009 en el portal Semana.com
  • Por Camilo Jiménez Santofimio

En los primeros meses después de la caída del Muro de Berlín cientos de habitantes de la agonizante RDA se tomaron las instalaciones de la central de el servicio secreto Stasi. Hallaron millones de archivos con registros de espionaje en gran escala que documentaban la vida íntima de millones de personas. Poco tiempo después se creo una Comisión Especial para que desentrañara la vida interna de la Stasi y pusiera sus hallazgos al servicio de las víctimas. Entrevista con Hans Altendorf, director de la Comisión Federal para la Preservación de los Archivos del Ministerio de Seguridad Estatal de la República Democrática Alemana, también conocida como “Comisión de la Verdad”.

SEMANA: ¿Cómo surgió la Comisión?

Hans Altendorf: La Comisión es el resultado de la llamada Revolución Pacífica que produjo la caída del Muro de Berlín, del gobierno socialista de la RDA y de su Ministerio de Seguridad Estatal (Stasi). En los meses anteriores a la caída del Muro, el derrumbe de la Stasi se convirtió para la ciudadanía en una necesidad. Por ese entonces corrían los rumores de que la Stasi estaba destruyendo sus actas. La misma ciudadanía fue quien decidió dar el primer paso y el 15 de enero de 1990 se tomó las instalaciones de la central de la Stasi en Berlín. De inmediato surgió la idea de crear una Comisión de la Verdad.

SEMANA: ¿Cómo fue constituida la Comisión?

H.A.: En 1990 se nombró a Joachim Gauck Comisionado Federal a la cabeza de la Oficina para la Preservación de los Archivos de la Stasi. Gauck había sido el precursor de la idea de constituir esta Comisión y fue quien después de la reunificación alemana, en octubre de 1990, incentivó un debate parlamentario que condujo a la expedición de una ley que permitió y reglamentó lo que nosotros llamamos la “recuperación” de los documentos de la Stasi. Esa ley estableció dos paradigmas esenciales: primero, la estricta protección de las víctimas y las actas; y segundo, la creación de una reglamentación que garantizara el acceso público a todos los documentos. El Comisionado es elegido por un periodo de cinco años y tiene derecho a ser reelegido una sola vez. Gauck abandonó la Comisión en 2000. Desde entonces le fue encomendada a Marianne Birthler.

SEMANA: ¿Qué encontraron?

H.A.: Se constató que la Stasi había espiado intensamente hasta los últimos días antes de la caída del Muro. Pero que, al mismo tiempo, las órdenes de destrucción de actas habían aumentado afanosamente. Una cantidad indeterminable de documentos desapareció, en especial los que estaban relacionados con las actividades de la Stasi por fuera de Alemania.

SEMANA: ¿Cuál es la tarea esencial de la Comisión?

H.A.: Somos responsables de la preservación y rehabilitación de los documentos de la Stasi. Y no somos, como suele pensarse, una oficina de investigaciones criminales. En principio, nosotros sólo ofrecemos un servicio de archivo, pero tenemos más objetivos. Primero, poner los documentos a disposición para su examen público, su procesamiento judicial y su investigación histórica y periodística. Y segundo, garantizar la existencia de una institución que ofrezca a las víctimas la posibilidad de consultar los documentos. Nuestra experiencia ha demostrado que esta última tarea es de inmensa importancia. Hemos recibido hasta hoy dos millones de solicitudes de ciudadanos interesados en revisar las actas de la Stasi.

SEMANA: ¿Y la reconciliación histórica?

H.A.: Ese no es nuestro trabajo. Nuestra labor es, más bien, la de una “recuperación” del pasado, que consiste en dos deberes esenciales: la prudencia y la vigilancia. Sólo así el valor histórico de las actas se hace útil en todos los sentidos. Los documentos de las Stasi no sólo nos muestran factores los negativos de la dictadura, de ellos también resalta una serie de factores positivos de alto valor histórico.

SEMANA: ¿Qué concepto tienen de la RDA?

H.A.: La RDA no fue, como se suele afirmar, una sociedad de espías e informantes. Nuestros hallazgos no sólo dan testimonio de los tristes capítulos de la historia de la RDA, sino que también nos han abierto las puertas a un mundo llevo de historias de coraje civil, de heroísmo, de gente valiente que le decía “no” a la Stasi. Nuestras actas documentan esto claramente.

SEMANA: ¿Cómo garantizan la transparencia?

H.A.: Muy fácil, sin transparencia la investigación de crímenes históricos es imposible. Y para garantizar transparencia el trabajo con la ciudadanía es fundamental. Cooperamos con iniciativas regionales, con organizaciones procedentes de todos los campos, con las facultades de Historia. Además dependemos orgánicamente de otras instituciones públicas. De esta manera nosotros mismos nos damos cuenta de lo limitado que es, y debe siempre ser, nuestro trabajo en la Comisión: garantizar que la información que poseemos se haga pública.

SEMANA: Según estudios recientes, uno de cada diez alemanes extraña al régimen socialista de la RDA, ¿por qué?

H.A.: Hasta hoy persisten recuerdos positivos de la RDA, sin duda. Pero creo que la explicación estriba en una reflexión un poco más general: a saber, la gente suele tener una memoria selectiva y tiende a resaltar recuerdos reconfortantes y ocultar experiencias negativas. Sin embargo, sobran las razones para comprender porqué muchos ex ciudadanos de la RDA aún poseen una imagen mezclada de lo que fue su vida en Alemania Oriental y de lo que es hoy en la Alemania reunificada. No hay que olvidar que también hubo perdedores.

SEMANA: ¿Qué ha aprendido desde que dirige la Comisión y qué le recomienda a otros países?

H.A.: Hemos reunido gran cantidad de conocimiento en cuanto a cómo llevar a cabo un proceso de transformación en una sociedad a través de la verdad histórica. He aprendido que siempre se debe partir de lo más básico: del qué, del cómo, del cuándo y del dónde. Así que mi primera recomendación es: ¡no destruyan un solo documento! La segunda: ¡busquen rápidamente el mejor mecanismo para blindar el material histórico de cualquier necesidad coyuntural! Si no se protege a las actas de la política diaria es imposible llevar a cabo una rehabilitación histórica a cabalidad. Esta recomendación vale en especial para los países de Europa del Este, para países en guerra como Irak y para América Latina, Colombia incluida. Mi tercera recomendación: ¡creen mecanismos transparentes para reglamentar el acceso a los documentos históricos! Y la cuarta y última: ¡respeten la intimidad y la personalidad tanto de las víctimas como de los victimarios! Esto último es uno de los mayores logros de nuestra Comisión. Una de las principales diferencias entre una democracia y una dictadura yace en el principio de que el derecho a la personalidad y la intimidad es válido para todo el mundo.

SEMANA: ¿Con qué países ha habido cooperaciones?

H.A.: Hemos trabajado con España, Uruguay, Argentina, Guatemala y con un grupo de periodistas chilenos. Con Colombia aún no ha habido contactos, pero están más que bienvenidos.

Hans Altendorf nació en 1949 en Oldenburgo, Alemania. Estudió Derecho, Pedagogía, Politología y Lengua Alemana en Hamburgo. Entre 1980 y 1992 se desempeñó en diversas funciones como administrador público y dirigió, entre 1993 y 2001, el despacho administrativo de la Oficina Federal para la Escuela, la Juventud y la Formación Profesional.

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