Gonzalo Martré, un escritor de altos vuelos

Humor y sátira como herramientas narrativas

Enrique I. Castillo
CanCerbero
7 min readFeb 18, 2021

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Gonzalo Martré

Gonzalo Martré es un escritor con una amplia producción literaria, sin embargo no ha tenido el reconocimiento que merece. Esto se explica porque nunca ha sido complaciente, al contrario, desde sus primeros libros ejerció una ardua crítica hacia las altas esferas políticas de México. Para hacerlo caer en el anonimato, nada más sencillo que colgarle el epíteto de pornógrafo.

En la década de 1950, la Ciudad de México sufrió una transformación que llegó de la mano de Ernesto P. Uruchurtu, el llamado Regente de Hierro. Su visión, a decir suyo, era modernizar la capital del país, y para lograr eso, en primer lugar pretendía acabar con la inmoralidad que reinaba en la ciudad.

Para él, modernizar la capital significaba, de entrada, darle prioridad al automóvil sobre las personas. Así comenzó la destrucción de buena parte de la ciudad. Casas y edificios fueron derrumbados para crear los ejes viales que permitían atravesar la ciudad de norte a sur y de oriente a poniente en auto. No importaba que algunas colonias quedaran horriblemente divididas. Un ejemplo de esa tendencia es que la colonia Santa María la Ribera fue cercenada con la creación del Eje 1. Modernizar era también cubrir los pocos ríos que aún existían en la ciudad. El de Churubusco y Consulado quedaron escondidos bajo capas de concreto y a la postre se convirtieron en ejes viales. Ahí comenzó el infierno automotriz que vivimos hoy en día.

Para combatir la inmoralidad lo que Uruchurtu hizo fue acabar con la noche de la ciudad. Gran cantidad de antros y bares se vieron forzados a reducir sus horarios de servicio. Excepto aquellos que él frecuentaba. Aquella noche mexicana de la que surgieron movimientos culturales, como el de los Modernistas, fue desapareciendo para satisfacción de las buenas conciencias. Los habitantes nocturnos de la ciudad tuvieron que buscar nuevos refugios en la clandestinidad. Si bien no logró extinguirla, Uruchurtu asestó un severo golpe a la vida nocturna, y con ella desapareció buena parte de la vitalidad de esta ciudad. Hay que apuntar que Ernesto P. Uruchurtu fue regente durante el sexenio de Adolfo Ruíz Cortínez, el de Adolfo López Mateos y después con Gustavo Díaz Ordaz.

Esa época correspondió a la juventud de Martré y fue cuando publicó su primer libro, Los endemoniados (1967), un volumen de cuentos. El siguiente año y durante la siguiente década, se vivirían tiempos oscuros. La ciudad aún estaba lejos de recuperar esa libertad perdida. Ser joven se convirtió en sinónimo de delincuencia y la crítica al gobierno era inexistente; si surgía alguna era erradicada. Esas eran las condiciones a las que se enfrentó Gonzalo Martré con su literatura. Algunos autores escribían sobre la juventud y la rebeldía ante ese ambiente opresivo: la Literatura de la Onda, José Agustín, Parménides García Saldaña y Gustavo Sainz (quien fue encasillado en esa misma corriente). Sin embargo, Martré sondeaba otros rumbos. Él no quería hablar de la vida juvenil en específico sino de las condiciones a las que se enfrentaba cualquier persona. Sus textos son a la vez una crítica social y una denuncia ante el poder político que quería controlarlo todo.

Portada de El Pornócrata

Su arma de defensa era la pluma y la apuntaló con humor negro y sátira. Herramientas que no son muy comunes entre la literatura mexicana (acaso el otro representante de este estilo, aunque en otro tenor, es Jorge Ibargüengoitia) y que Martré maneja a la perfección. Como muestra –una entre varias– basta leer El Pornócrata. En este libro, Martré hace una sátira de los personajes que llegaban a la presidencia de México y del sistema político por el cual se decidía la sucesión presidencial. Los excesos, el abuso de poder, la calaña de los políticos quedan retratados magistralmente en esta novela, situada en Transalia, país inventado por el autor pero que funciona muy bien como espejo de México. Un hombre cuyo deseo más grande es crear el museo más importante dedicado a la pornografía es quien llega a la presidencia. Para acrecentar la selecta colección de objetos, no duda en emplear el dinero del país o en privatizar las grandes compañías para obtener un beneficio económico; es decir, nada alejado de la realidad. En el transcurrir de las páginas se adivina la influencia de Casanova, Rabelais y Sade. Una novela inteligente donde las haya.

Escribió Safari en la Zona Rosa, novela en la que recurre a ese humor negro que habrá de caracterizarlo. El centro de la historia se da en El Safari, centro nocturno ubicado en la Zona Rosa de la Ciudad de México. Rosendo es el personaje principal, trabaja ahí y la trama de la novel surge de las experiencias que él vive después de relacionarse con personas que frecuentan el lugar. La ciudad es otro personaje, un ente que atrapa y devora a Rosendo, lo vuelve parte de ella, sobre todo de esa vida nocturna y clandestina. Gonzalo Martré creó esta novela a partir de las conversaciones que escuchó y las personas que él conoció en el Safari.

Portada de Safari en la Zona Rosa

Esos dos libros fueron mi entrada al mundo literario de Gonzalo Martré. Aún habría de llegar otro que confirmaría la certeza de que me encontraba ante un escritor de altos vuelos, de esa estirpe de escritores mexicanos que crearon historias memorables pero que han quedado fuera de los reflectores con el paso del tiempo. Ahí está Un año en el hospital de San Lázaro, de Justo Sierra O’Reilly, o los cuentos de Rubén M. Campos. La noche de la séptima llama, ese otro libro de Martré, llegó por suerte a mis manos, sin buscarlo, el ejemplar esperaba en la cima de un cúmulo de libros en oferta.

Del mismo modo en que, por veinte pesos encontré Estela de Camille Flammarion o, por cincuenta, Nueve ensayos dantescos, de Borges, ese ejemplar de Martré aguardaba tan solo unas manos que quisieran tomarlo. Un letrero decía que cualquier libro de aquella costaba diez pesos. Saqué una moneda para pagar ese ejemplar un poco gastado pero en muy buenas condiciones aún. Al abrirlo lo primero que apareció fue una dedicatoria del propio Martré. Un lector no es ajeno a que la buena suerte le sonría de vez en cuando.

La noche de la séptima llama es un compendio de cuentos con los que Martré demuestra la versatilidad de su escritura. El título del libro es el mismo que el del primer cuento. Segis sale de madrugada de un lupanar. Ahí dejó el dinero de la quincena que acaba de cobrar. Tendrá solo pocas horas para intentar descansar y, con la cruda a cuestas, después arreglárselas como pueda para cumplir con su jornada laboral en un pozo petrolero ubicado en Poza Rica, Veracruz. Aquella madrugada uno de los mecheros tiene una avería que tendrá funestas consecuencias. Para cubrir el error, las autoridades del pozo recurren a lo más bajo.

Portada de La Noche de la Sétima Llama

En otro cuento, El Hexálogo, Martré narra la historia de Alfredo, quien una mañana ve en el periódico la lista de los candidatos del PRI para las diputaciones, y en ella encuentra el nombre de Carlos Vivales Izquierdo, un antiguo amigo suyo. Alfredo decide visitarlo con la intención de que lo introduzca en la política. No ve que el negocio familiar le dé la bonanza que quiere, así que espera que su amistad con Carlos le reditúe mejor.

Rompí con la izquierda radical convencido de su fracaso y decidí reiniciar la lucha desde otro ángulo más favorable. Los verdaderos socialistas no reconocemos partido, solamente ideología.

Esto le dice Carlos a Alfredo para justificar el hecho de que cambió su militancia en el Partido Comunista para pasar a las filas del PRI. Alfredo sabe que está frente a un ser nefasto que ha escalado en el partido por ser un lambiscón, no por méritos propios, sin embargo, se involucra cada vez más en la campaña política de Carlos. Las cosas sólo pueden terminar mal. Mientras avanza la narración asistimos a la debacle anunciada.

También la ciencia ficción cabe en este libro. En Comportamiento colectivo, Djingo, un explorador extraterrestre visita nuestro planeta con la finalidad de observarnos y enviar informes sobre el comportamiento de los terrícolas. Djingo asiste a un partido de futbol y a uno de beisbol. De sus observaciones dependerá el futuro de los humanos.

Catalogar a Gonzalo Martré como un escritor pornográfico significó demeritar su capacidad creativa. Su crítica incomodaba. En 1972 emprendió la escritura de Los símbolos transparentes, libro en el que aborda las protestas estudiantiles y las condiciones sociales que desencadenaron en la matanza de 1968. Como era de esperarse, nadie se atrevía a publicarlo, ningún editor estaba dispuesto a correr el riesgo de recibir represalias desde la presidencia. Martré tuvo un largo peregrinar, en el que le decían que era una muy buena novela la que llevaba bajo el brazo, pero impublicable tanto por su contenido como por el tamaño. Debía bajar el tono de la crítica y reducir el volumen de cuartillas si quería verla publicada algún día. Al fin se editó en 1978, y aunque ya habían transcurrido diez años desde la matanza de 1968, no por eso dejó de causar ámpula.

Gonzalo Martré declara sin tapujos que formó parte del Partido Comunista y que todavía lo lleva en su corazón. A sus noventaidós años, hace gala de una lucidez y una capacidad de memoria envidiables, además sigue firme en sus convicciones e ideologías. Eso es mucho más de lo que bastantes escritores de la actualidad pueden vanagloriarse, pues cambian de opiniones según varía la corriente política que los favorece. Si fuéramos justos, deberíamos reconocer a Gonzalo Martré como uno de los mejores escritores mexicanos.

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