He pensado en Mr. Blue

Los días de Fulanita

CanCerbero
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4 min readJan 9, 2024

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Por Fulanita de Tal

He pensado en Mr. Blue estos días. Lo último que recuerdo de él fue su silueta desapareciendo sobre Tlalpan, mientras yo observaba la escena desde un puente peatonal. Le dije que no podía seguir siendo su pareja amorosa; que se trataba de mí y mi incapacidad para relacionarme con alguien en ese momento. Nunca me habían dicho algo así a mí hasta hace poco. Manejé las cosas de forma que pareciese que mi relación terminaba de mutuo acuerdo, mi exnovio es un caballero, me permitió salir con la cabeza en alto; pero soy lista, sé que Él no podía estar más tiempo conmigo simplemente porque mi presencia no encaja en su plan de vida. Duele, pero no tanto. Lo que más podría doler es el ego, pero no tengo mucho ego por ahora, entonces el dolor se minimiza debido a la falta de expectativas que poseo en mí misma. Ventajas que no se dicen de la pobre estima propia: si estás seguro de no ser mucho, deja de lastimarte que las personas se alejen. Lo segundo que puede doler es la ausencia; uno se acostumbra a la compañía de la persona y al aliciente de recibir su aprobación constante. Las decisiones pesan menos pues se comparte la responsabilidad, el miedo a la noche pierde intensidad y los amaneceres ganan brillo. El tiempo se acorta. Eso sí me duele bien. Estando sola de pronto me parece que tengo un mar de tiempo frente a mí que no sé cómo navegar. Trabajo, leo, resuelvo cosas pendientes, la otra vez me quedé dos horas mirando al techo sin pensar nada concreto, el tiempo pasa y no me alcanza para hacer lo que debo, pero tampoco me sabe tan bien. Es la ausencia haciendo estragos en mi psique. Procuro mantener la imaginación a raya pero de pronto me encuentro generando fantasías en las que no hubo tal cambio; la otra noche soñé, con tal calidad de realidad que Él seguía a mi lado, que desperté segura de verlo. Mirarme sola en la cama fue un shock. «Es mi mente», me dije, mientras limpiaba las lágrimas que emanaban de mis ojos procurando arrebatarme la calidad de víctima. «Nadie te debe nada, linda, es normal sentirte así, estás viviendo un duelo», pensé acurrucándome de nuevo en el edredón de colores beige y vino que me regaló mi madre.

Pienso en Mr. Blue; en que probablemente él vivó algo semejante cuando decidí que dejásemos de vernos. «Lo lamento», le digo al aire, «lo lamento, Mr. Blue». Y evoco su presencia, su gusto por el jazz, el blues y el ajedrez; su forma de procurar explicarme la metodología de las bitcoins, la importancia de leer a Leñero o la firme intención de leer a Pitol (espero ya lo haya hecho). Mis novios han sido, la mayoría, más informados que yo, más despiertos, más listos. Todos han sabido andar en bicicleta, nadar y viajado fuera del país. Todos han tenido autos propios y entienden perfectamente el inglés. Yo nada de eso. No es que los busque así, simplemente sucede. La verdad es que aunque dicen que somos las mujeres quienes elegimos a los hombres, en mi caso me parece que son ellos quienes me han elegido; yo sólo he sabido decir «sí», y luego decir «ya no»; esta última vez dije «está bien». Cada uno me ha amado entrañablemente, de eso no puedo quejarme. Me apoyo en ello para no hundirme en un fango de miseria emocional. «Ya sufrí demasiado por batos», me digo cuando estoy en alguna reunión y me encuentro taciturna pensando en Él; enderezo orgullosa mi bella espalda y esbozo una sonrisa tierna. Con los ojos, claro. Últimamente procuro sonreír sólo con los ojos, es un capricho. He observado que muchas personas sonríen sólo con la boca, algunos muestran los dientes; pero si miras sus ojos te percatas de que la alegría no surge de lo profundo. Cuando sonríes con los ojos no hay otro lugar de dónde extraer la alegría que no sea lo profundo.

Los hombres me buscan, les gusto…, no soy muy linda, pero les gusto, les genero cierta curiosidad; lo sé porque me lo han dicho. Creí que con la vejez disminuiría poco a poco tal situación, pero no es así. Siguen buscándome, siguen queriendo meterse en mi cama, conocer mi desnudés, la calidad de mis caricias, el misterio de mi tierna compañía.

Mr. Blue quería formar una familia conmigo, me lo manifestó. Otros hombres han querido estar conmigo «bien»; pero a mí me gustan aquellos que me usan y luego me botan o que reparten su amor entre otras mujeres y yo. Esos que se aman a sí mismos más que a nadie o a nada más. Ahora puedo decirlo porque lo he trabajado en terapia, antes me habría ofendido muchísimo ante tal idea.

Espero sanar. Me gusta imaginar que tener algún día una relación romántica plena de admiración, ternura y respeto mutuos; un lugar seguro en el que abrir mi interior sea un acto de paz y no de miedo, es posible; ¿por qué no?

Photo by Shakti Rajpurohit on Unsplash

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