Un silencio reconfortante

Carta a Clarice Lispector

Luis Aguilar
CanCerbero
Published in
7 min readOct 31, 2023

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Clarice:

Año tras año, en mi cumpleaños, hay pocas cosas que me emocionan tanto como el regalo que me obsequio, el cual consiste en escribir una carta a un escritor muerto. Llevo tiempo con esta tradición autoimpuesta y jamás me había costado tanto esfuerzo, al menos nunca escribí tres borradores, para mí eso te vuelve especial.

Te conocí hace unos años, en aquellos momentos casi terminaba una segunda novela y abandoné tu libro de cuentos porque sentía que tú escribiste justo como yo intentaba hacerlo en esos momentos. Preferí evitar contaminarme y abandoné tu lectura. Hoy sé que la única cercanía que tuve con tu literatura fueron mis escuetas descripciones de las emociones, área donde eres maestra.

Tiempo después regresé a ti, a tus novelas, inicié con La manzana en la obscuridad, la diferencia era que además de tener en pausa mis impulsos de escribir una novela, vivo en Río de Janeiro. Llegué hace un año, tres días antes de mi cumpleaños 35, con la idea de estar sólo dos semanas.

Ha sido toda una experiencia, quizá lo correcto sería decir que ha resultado totalmente diferente a lo esperado, pero la verdad es que llegué a esta ciudad sin expectativas. Al principio fui capturado por la belleza y abundancia de mujeres, para mí fue como llegar a una cantina, pocas cosas me derriten tanto; la alegría termina cuando sabes que todo tiene un costo. Ahí conocí las complejidades del idioma, ese muro que con el tiempo ha ido perdiendo altura, aunque aumenta en grosor; conocí la sensación del miedo al llegar a una ciudad por primera vez en mi vida, caminaba lento, intentando hacer el menor ruido posible, avanzar bajo un silencio mórbido. Aprender este idioma también ha sido superar mis miedos.

Cuando salí de México imaginé que hacer amigos viajeros sería más sencillo, que la igualdad de circunstancias nos hermanaría. También creí que las experiencias de nuevas aventuras estarían a la vuelta de la esquina. O bien, que me enfrentaría a una explosión de sabores y sonidos. Esto ha llegado en menor cantidad a lo que decía mi mente.

Al inicio creía que cuando hablara mejor el idioma las cosas se abrirían, ahora me doy cuenta que entre más recursos tengo para interactuar o relacionarme, mayor es mi gusto por la soledad. El conocerla me ayuda a distinguirla de la desolación, ese incómodo vacío al que da temor asomarse por más cercano que esté al corazón, esos grises lapsos de monotonía donde se percibe todo fuera de lugar y molesta, pero tampoco hay voluntad para moverlo de sitio.

Durante algún tiempo rehuí de la soledad, le temía, entonces me rodeaba de personas que en ocasiones desvalorizaba su compañía; hoy estoy acostumbrado a ella, he obtenido la sensatez necesaria para ser sincero conmigo a pesar del peso de la verdad, dejé de perseguir sueños de alguien más y centré mi energía al interior de mi ser, es similar a vivir con enfoque, sólo que extravié el enfoque hace tiempo.

Emprendí este viaje con el objetivo de auto descubrirme, poner un alto a la monotonía de mi vida. Es un hecho que en este primer año me he descubierto respuestas o acciones que jamás imaginé tener, me siento hábil y con fuerza, aunque incompleto. Algo dentro de mí dice que me preparo para otra cosa, y mientras ese día llega, intento adaptarme a este estilo de vida que me sigue pareciendo nuevo. Cada día es un descubrimiento que como cualquier exploración corre el riesgo de errar el camino o perder oportunidades.

Ese peculiar deseo humano de redireccionar el rumbo, a veces el ímpetu es tanto que se vive esperando un cambio repentino y suele perderse de vista las pequeñas modificaciones que encausan al objetivo. He cambiado, algunos me dicen que soy una nueva persona, si me comparo con el hombre que llegó hace un año, el de hoy ha perdido la vergüenza de estar sin playera, mostrarse tal y como es de adentro y afuera, y lo único que eso ha causado es que ande sin dirección aparente. Te digo que sigo descubriendo cómo manejar lo que soy.

¿Tú alguna vez te sentiste fuera de lugar? Yo solía creer que la única manera en que un artista deja de ser incomprendido es cuando pone manos a la obra y concluye cualquiera que sea su creación, también aquí se separan los mediocres o débiles de enfrentar y superar los obstáculos para que la obra vea la luz. Algo me hace imaginar que tu incomprensión, si es que la tuviste, fue hacia el ser humano, como si tu arsenal para integrarte a la sociedad o alguna relación, sencillamente dejara de funcionar. Supongo que es el precio de tu genialidad.

Nací bajo el signo de escorpión, jamás había escrito algo así; cuando me contaron las implicaciones de mi carta astral, me resonó mi definición algo cercano a un científico de las relaciones. Solía vagar por la vida diciendo que la gente me desagrada, la verdad es que perdí la esperanza en el humano, pero alimentan parte de mi alma. Me es sencillo vislumbrar el mensaje oculto en el discurso de las personas e invariablemente apuntar hacia sus dolores o tristezas.

Tengo cierta habilidad para escarbar en el interior de los individuos haciendo preguntas, mi formación escolar y trabajo para ganar dinero lo han ido puliendo. Esto es un problema porque me encanta conversar y de a poco percibo la facilidad con que algunas personas abren su cofre de emociones. Rasco hasta descubrir la raíz y surge cierta conexión entre ambos. Olvido lo doloroso que es indagar mis adentros, esos viajes al pasado que buscan hacerse presentes, en ocasiones son tan intensos que suelo resistir el embate de las lágrimas, pero se transforma a noches de insomnio o muerde los nervios de la espalda baja, el dolor lumbar quema el muslo izquierdo y se extiende durante días, hasta el momento la cuenta ha sido de una semana tirado en el piso mientras digiero las emociones, ¿a los que platican conmigo notarán algo similar?

Cuando me di cuenta de los alcances de una habilidad fuera de control, dejé de esforzarme en encontrar pareja, con la última que tuve el amor se manchó de celos y la alegría se esfumó. A veces iba a la playa o bares para ligarme a una mujer; todo pasó de amaneceres donde buscaba la manera de abandonar ese cuarto lo más rápido posible al total desinterés. Con esa falta de voluntad por conocer a alguien llegué a ti en una de mis caminatas, te encontré sentada sobre una banca, llevas tu vestimenta de bronce con la mirada eternamente fijada en las playas de Leme, barrio que yace a tus espaldas en honor a los años de vida que pasaste ahí. Aquel día me quedé el atardecer sentado a tu lado, fue un silencio reconfortante.

Al regresar a casa comencé a leer lo que a la postre supe fue tu primera novela: Cerca del corazón salvaje. Comprobé que tu línea se mantuvo entre novela y cuento: exponer contradicciones humanas. Vaya tarea donde te embarcaste. En los tiempos que vivo se carece de paciencia para responder qué es lo que nos gusta, saber lo que nos disgusta suele reducirse a planos materiales, por lo que comprender nuestras contradicciones es un campo minado, casi incomprensible. Y tú, parece que lo tenías bastante claro, eso transmiten tus letras, donde el bien y el mal desaparecen ante la naturaleza de las reacciones humanas.

Es una lástima lo menospreciado que es tu nombre, he preguntado a diversas personas y al mencionar Clarice Lispector, el gesto es de indiferencia total. Sospecho que es porque gustabas de mostrarte sin premuras económicas, quizá sea porque naciste y viviste los primeros dos años de tu vida en Ucrania o, como tú lo experimentaste en carne propia con los editores de tu época: por ser mujer. La genialidad opacada por sus propias obras, ¿una contradicción, no crees?

Tal vez podría entender que un hombre intente hacerte menos, injustificable, pero es la respuesta al sabernos superados, la expresión de la inseguridad. Me es difícil comprender cuando viene de una mujer. Pienso que te han evitado, justo ahora que cruzamos tiempos de empoderamiento femenino, ¿por qué negarte la oportunidad?

Y es que en tu literatura decidiste que al tiempo que desgranas los tropiezos del alma humana, te regodeas exponiendo lo infantil que puede ser el pensamiento de los hombres, lo básico de sus respuestas que resquebrajan el intelecto femenino y su conexión emocional, es a partir de estas mezclas que la sensación de desprotección de tus personajes femeninos se transforma en una gama de posibilidades, sólo basta una decisión. Una afrenta por superar.

Te admiro por un sinfín de razones, principalmente por esa que ni siquiera sé si es cierta, pero pienso que dejaste de buscar la felicidad, comprendiste que ese camino es un engaño y te inclinaste hacia los arrebatos de tu ser: las letras. Tal vez para los entregados como tú la vida los premia con instantes de dicha, ese aliento de vida que impulsa su camino a las profundidades de la pasión.

Si algún día te encuentro, haría un esfuerzo por superar mi vergüenza y te invitaría a cenar. Me veo deslumbrado por tu inteligencia, asombrado por tu belleza y encantado por tus aires de superioridad que pretenden maquillar tu alma quebrantada, y quizá te diría que para mí tú no entregaste tu vida a las letras, fueron ellas quienes tomaron tu vida como transporte.

Clarice Lispector, te admira con sinceridad, Luis.

Río de Janeiro, 2023.

Photo by Simone Dinoia on Unsplash

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