El Viaje Terapéutico: ¿Cuándo es un buen momento para iniciar una psicoterapia?

Carola Fernández
Carola Fernández

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Antes de pensar en estudiar psicología, recuerdo haber sido parte de aquellos que creían que la psicoterapia era para los “locos”, también consideraba que los psicólogos eran charlatanes, porque a fin de cuentas todos podemos lidiar con nuestro problemas sin ayuda profesional. ¿Qué pasó que finalmente decidí dedicarme a esto y creer profundamente en el poder transformador de la psicoterapia?…sencillamente conocí de cerca los momentos dolorosos de la vida y comprendí que por más inteligentes, emocionales y maduros que seamos, efectivamente a ratos es necesario un apoyo externo que me ayude a conectarme con mi propia capacidad para seguir adelante. Por ende, al venir a terapia debes saber que no se trata únicamente de contención emocional, sino de una instancia en la que efectivamente te podrás conocer tan profundamente que lograrás encontrar en ti aquellos recursos personales que te servirán para el resto de tu vida.

Recuerdo un paciente cuando al final de su proceso señala:

“Con todo lo que me he dado cuenta respecto a mí en la terapia, es muy difícil que me vuelva a pasar lo mismo…es como que ya no te puedes hacer el tonto, entiendes qué es lo que te llevó a estar tan mal y además ya sabes cómo manejarlo”

Justamente de eso se trata.

Las personas vamos a terapia por distintos motivos, algunos están pasando por un momento tan difícil que no saben cómo abordarlo y claramente hay mucho dolor en la experiencia, puede tratarse de la muerte de un ser querido, de una enfermedad, de una perdida laboral, etc. Existe una vivencia respecto a que las circunstancias “me superan”.

Otros llegan porque sienten una necesidad enorme de conocerse a mismos y un deseo intenso de crecimiento. Puede ser que sientan que el modo en el que se han desenvuelto en la vida por tantos años ya no les resulta gratificante ni funcional, que siempre cometen los mismos errores y que sufren por ello. Solemos sentir que “llegó el momento, ahora deseo cambiar esto que no me hace bien”.

Las vivencias traumáticas experimentadas en algún momento de la vida y que todavía nos duelen a pesar que ya ha pasado mucho tiempo, también es algo que nos hace desear ir a terapia. Quizás es porque no les hemos dado el tiempo necesario para elaborarlas, o porque no he sabido cómo hacerlo, porque no puedo hablar esto con nadie…cualquiera sea el motivo, lo importante es que en este momento siento que deseo hacerme cargo de mi experiencia traumática y superarla.

¿Qué pasa con los diagnósticos?, efectivamente existen pacientes que llegan con un diagnóstico de otro profesional: depresión, crisis de pánico, déficit atencional, anorexia, bulimia, adicción a drogas, entre otros. En estos casos la terapia no sólo es de ayuda para sobrellevar la patología, sino también permitirá que te conozcas más allá de ese diagnóstico y comprendiendo que éste es más bien una serie de síntomas que dan cuenta de algo más profundo que te sucede y en lo que es posible trabajar en terapia.

Es así como no existe un sólo motivo para ir a terapia, ni tampoco un sólo momento. Las personas somos maravillosamente complejas y desde ahí existen muchas motivaciones para querer realizar este “viaje terapéutico”, como me gusta llamarle.

Si ya sientes la motivación de ir a terapia… ¡es un buen momento para vivir este viaje! Sólo recuerda que requiere de responsabilidad y paciencia…y que la gracia del viaje está en el trayecto que vivimos en el proceso, más que en la llegada al puerto, que es cuando continúas el viaje, pero ahora sin tu terapeuta.

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Carola Fernández
Carola Fernández

Psicóloga Clínica, amante de la terapia Gestalt y Terapeuta Sexual.