Episodio 13: Las tablas (no) nutricionales de la ley

y el semáforo estropeado

Gemma del Caño
Cartas desde el imperio
5 min readSep 20, 2017

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Verán, desde el 13 de diciembre de 2016 es obligatorio incluir la información nutricional en el etiquetado de los alimentos. Aunque la mayoría de los productos llevan ya varios años incorporando esta información.

Parece una idea interesante proporcionarle con detalle la cantidad de componentes que tiene el producto. Y lo es, muy interesante, interesantísimo. Pero para mí, para el Imperio o para un dietista (y para el laboratorio que nos lo analiza). Pero ¿para usted? ¿Le aporta algo o influye en la decisión de compra de un producto saber la cantidad exacta de Na que tiene lo que acaba de adquirir? Sobre todo, que no tiene por qué saber que Na es Sodio y que se refiere a la sal que tiene ese producto. Ni lo sabe, ni lo tiene que saber, ni conoce qué va a implicar que consuma algo con un poco más o menos Na, grasas saturadas o azúcares de los cuales…. blablabla.

Están escritos en el mismo idioma que los componentes nutricionales, ¿verdad?

¿Qué se incluye en la tabla de componentes nutricionales? se lo cuenta maravillosamente Mario Sánchez ( @Sefifood)

Aún después de las risas y de la gran explicación del vídeo, no puedo imaginarle leyendo y analizando la tabla nutricional que le ponemos en la etiqueta.

¿Qué hacemos entonces? A algunas sesudas y concienzudas cabezas se les ocurrió la idea de quitar datos y poner un semáforo. Un semáforo donde se clasificara azúcar, grasa, sal… y dependiendo de la cantidad se le daría un color verde, rojo o amarillo.

Pero verán, un semáforo se pone en verde o en rojo sin importarte la hora del día, el tráfico, si llueve o si ese día tiene mucha prisa. Un semáforo no analiza.

España rechazó de pleno el incorporar este semáforo en el etiquetado. Se lió buena, que si España a la cola de la nutrición, que si esto no puede ser…

Pues oigan, tienen razón. No voy a negar que un semáforo con colores es mucho más visual para usted que un montón de datos. Pero si eso no aporta una información que le arroje luz sobre el producto que está comprando, no es más que una etiqueta muy bonita.

¿Se imaginan cómo quedaría la parte de las grasas del semáforo nutricional de un producto como el aceite de oliva? Más rojo que la bandera de Japón. (Certero comentario de Aitor Sánchez en #naukas17 )¿Eso significa que va a dejar usted de consumir aceite de oliva? ¡Ni se le ocurra! Pues si algo que le ponemos en rojo, no va a hacer que se piense en adquirir un producto o no, es que ese método no sirve.

¿Le ayuda en saber si este producto es saludable?

¿Qué hacemos entonces? Pues propongo una idea: empezar de una vez a trabajar para usted. Debemos facilitarle de un simple vistazo el conocimiento de si un producto es saludable o no. La idea del semáforo es buena, pero haciendo un pequeño cambio. Necesitaremos igual los tres colores, pero no en cada componente por separado, sino viendo y evaluando el alimento como un todo, dentro de una dieta nutricionalmente correcta.

Deberíamos clasificar al alimento como verde, rojo o amarillo respecto a si es saludable o no y respecto a la cantidad que puede incorporar del mismo en su dieta.

En el etiquetado se incluiría que un producto tiene “semáforo verde” en la ración que le indicamos, “amarillo” si la ración está por encima de lo recomendado o “rojo” si la cantidad que está consumiendo está pasando los límites saludables. Y ¿en qué nos basaríamos en decidir esto? Pues en la observación y análisis de informes y estudios científicos. Bases científicas, correctamente interpretadas y con evidencia. No en una burda y básica clasificación por componente, porque los alimentos son como las personas, no se les puede “etiquetar” por una sola característica sino como un todo dentro de un entorno global.

Así, una bebida refrescante azucarada será etiquetada con un rojo como un camión independientemente de los componentes y de la “dosis” que ingiera. No es saludable, se ponga usted como se ponga. Igual que este, habrá otros muchos productos que no tengan posibilidad de etiqueta verde según cantidad. Serán directamente rojos siempre. Eso sí le marcaría una diferencia a la hora de elegir un producto. ¿Compraría para su hijo una galletas que tuvieran un punto rojo en todas las alternativas de raciones? Es su decisión, pero ahí ya podría decidir con una información correcta en su mano.

El aceite de oliva sería verde según la cantidad que se le indicaría que debe consumir al día.

Para conseguir que esto sea realmente efectivo debemos hacer una cosa más: informarle realmente de cuánto son las raciones reales que le decimos actualmente en los etiquetados. ¿Saben cuánto son 30 g de nueces? Muy poco. Si le decimos “coma nueces que son muy sanas” y se come medio kilo, pues dejan de ser sanas. ¿Alguna vez ha pesado las raciones que se le informan? Yo tampoco, pero es que usted no tiene que hacerlo. Nosotros se lo debemos facilitar, con imágenes, con marcas, dividiendo el envase… hay mil estrategias.

Modificar esto nos llevaría un gran trabajo combinando de forma multidisciplinar al Imperio con Nutricionistas y legisladores con el objetivo único de conseguir que, de forma sencilla e intuitiva puede conocer la realidad nutricional de los alimentos que están en el lineal. Y una vez que tenga el conocimiento, ya podrá decidir en consecuencia.

Porque no lo olvide, aquí quien tiene el poder de decisión debe ser usted, pero con la información correcta.

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Gemma del Caño
Cartas desde el imperio

Boticaria, I+D+i, Calidad industria alimentaria. En ocasiones veo quesos,aceite y vino.