Querido ex novio

Pwanerd
Cartas sobre cosas que pasan
4 min readMar 2, 2019

Desde siempre utilizo la escritura como una forma de sacarme de encima las emociones que me agobian. Hoy no sé cómo empezar a escribir sobre un rejunte de sentimientos que afloran a borbotones; como si de repente me hubiera convertido en una canilla abierta, las lágrimas salen sin nada que las detenga, y supongo que eso está bien.

Hace ¿seis? ¿siete? meses que mi ex novio y yo decidimos separarnos. Fue por las razones correctas y en buenos términos, como todas las rupturas deberían ser. Fue también una decisión en conjunto, aunque las circunstancias que la rodearon fueron extrañas y graciosas, incluso en el momento. Cuando lo cuento siempre digo que empezó como un chiste y quedó. Con el correr de los días hablamos un poco más sobre las razones detrás de la jodita, y nos dimos cuenta de que ambos queríamos cortar pero no sabíamos exactamente ni cómo ni cuándo, ni si realmente debíamos hacerlo.

A muchas parejas las destruye la rutina. Nosotros siempre fuimos muy buenos compañeros y la rutina no nos costaba. Lo que nos aniquiló fue otra cosa: olvidarnos del otro aunque lo teníamos ahí cerquita.Dejamos de buscarnos, dejamos de encontrarnos y también dejamos de preocuparnos. Asumimos más de lo que preguntamos. Dimos por sentado muchas cosas. Yo no recuerdo la última vez que nos besamos. No lo recuerdo ahora y tampoco lo recordé cuando cortamos, por mucho que esforcé mis neuronas para estimular mi memoria.

Nos dijimos que esto no era un final definitivo, sino el final que ambos necesitábamos de momento. No quisimos hacer futurología y coincidimos en que el destino, los hados y la mar en coche podrían cruzar nuestros caminos de manera amorosa una vez más (por qué no), pero que en ese instante separarnos era lo que nos convenía a ambos. Porque realmente lo que nos pasó no fue que se nos acabó el amor, sino que dejamos de intentarlo. Y el amor que nos teníamos no fue motivo suficiente para probar una vez más.

También dijimos que íbamos a continuar apoyándonos mutuamente aunque ya no fuéramos novios, una mentira piadosa que ambos enunciamos y que no creíamos que fuese posible en ese mismísimo instante. Me aferré a esa idea con toda mi fuerza, ¿por qué no podría ser amiga de mi ex si hasta ese momento habíamos sido eso en la práctica? Con el transcurso de los días y los meses, el último pedazo de afectividad y confianza que nos unía se perdió. Nos dijimos cosas hirientes que podríamos haber callado, por el simple hecho de molestar al otro. Procesamos todo como mejor pudimos y no siempre lo hicimos bien. Y la esperanzada de que pudiésemos encontrar un terreno medio, aunque sea como amigos, también se disolvió.

Un día en el trabajo me preguntaron qué me pasaba y contesté, en un arranque de adultez, que me estaba separando. A mis amigas y a mi mamá les dije “corté con mi novio”. Porque la realidad es que nunca logramos ser pareja sino dos adolescentes que se enamoraron, se pusieron de novios, eventualmente se mudaron juntos y lograron ser buenos roommates. Nunca logramos ser una familia. No al 100% al menos. Sin embargo, dejarlo no sólo fue dejarlo sino también a toda su familia y a su grupo de amigos. Las películas románticas no te avisan con toda la gente que tenés que cortar de una vez. Ni te avisan qué hacer cuando tenés diez años de historia en común que procesar.

Continuamos conviviendo porque #macrisis hasta diciembre cuando hizo el bolso, se fue a pasar las fiestas con su familia y no volvió. Nos vimos un par de veces por la gata, hablamos por favores, por trámites pendientes y para convenir cuándo dejábamos de convivir en la teoría (porque en la práctica estuve dos meses viviendo sola con sus cosas, las mías y las nuestras), pero no mucho más. En once días cumpliríamos once años. Hoy trasladó todos sus muebles, me dejó las llaves y se fue. Me quedé con el departamento semivacío, con nuestra gata, con un montón de recuerdos y la grata pero dolorosa sensación de que hicimos lo correcto.

Espero que alguien lo haga más feliz de lo que fue conmigo, y que nunca tenga que volver a sentirse tan miserable en una relación. Y mientras escribo esto soltando mil lágrimas, también lo suelto a él, a nuestra relación, a las cosas buenas y a las cosas malas, y pongo el punto definitivo que ambos nos merecemos.

Querido ex novio: así te digo adiós. Que estés bien.

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Pwanerd
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Pequeño espacio para ensayos, relatos, poemas y reflexiones.