28 de junio de 2000: ¡Valió la pena vivirlo!
Este domingo se cumplen 20 años del regreso de Elián González Brotons a La Habana, luego de una intensa lucha política y judicial que duró más de siete meses.
Por: María Elena Álvarez Ponce | Fotos: CAN
Viajo en el tiempo hasta el atardecer del 28 de junio de 2000 y lo primero que recuerdo es a mis padres, ancianos ya, pero radiantes cual niños con juguete nuevo. Los veo, sí, pegados al televisor igual que millones de cubanos ese día glorioso, saboreando cada detalle del regreso a casa del pequeño Elián González Brotóns.
Las imágenes de Juan Miguel bajando del avión con su hijito en brazos y de Elián sonriente entre sus abuelos, compensaban todo lo vivido, padecido y luchado por esa familia, su pueblo e infinidad de personas honestas en el mundo entero, durante los siete meses de cautiverio del niño náufrago en los Estados Unidos.
¿Quién podría olvidar aquel miércoles? La Naturaleza, eufórica, quiso dar su versión de lo sucedido desde que el 25 de noviembre de 1999 el pequeñín de cinco años fuera hallado en las costas de la Florida, desfallecido y aferrado a un neumático. Así, tras desatar sobre nuestras cabezas la tormenta, en un santiamén acalló los truenos, detuvo la lluvia, borró los nubarrones, hizo salir el Sol y pintó en el cielo un arcoiris perfecto para dar a Elián la bienvenida.
Mucho ha llovido y un sinfín de cosas han ocurrido en estos 20 años, pero el espíritu de aquellos tiempos perdura, igual que los programas de la Revolución y tantas otras realizaciones concretas de la Batalla de Ideas emprendida la noche del cinco de diciembre de 1999, cuando frente a la entonces Sección de Intereses del Gobierno de EE.UU. en Cuba, se reunió un puñado de miembros de las Brigadas Técnicas Juveniles, para exigir el retorno del niño.
Lo dijo el propio Elián hace solo unos meses, en su cumpleaños 26, al celebrar también los 20 del comienzo de una Batalla, que “unió a los cubanos contra la injusticia”, la sufrida por él, su familia y cada víctima de la criminal Ley de Ajuste Cubano.
“Veo en la Cuba de hoy los resultados de programas nacidos de esa Batalla”, afirmó, y tiene razón. Están ahí: en la Salud Pública, Educación, Cultura y muchos otros sectores; en el trabajo social, en esos grupos electrógenos que de tantos apagones nos han librado, en cada Mesa Redonda desde aquella primera en que, cautivo Elián de la mafia miamense, un grupo de expertos analizó en qué tiempo se puede cambiar la mente de un niño.
Para el hoy veinteañero, lo más importante es que la lucha no acabó con su regreso. “Seguimos combatiendo: por la liberación de nuestros Cinco Héroes, por un Socialismo próspero y sostenible y una sociedad mejor, contra el bloqueo genocida, la Helms-Burton, las campañas para desacreditar la colaboración médica de Cuba… Hemos seguido y seguiremos en combate, en defensa de nuestras ideas y de la Revolución”.
Sí, en lo que va de siglo muchísimas cosas han pasado en el planeta todo, en nuestra región, en este pequeño gran país, en nuestras vidas y, específicamente, en la de quien fuera el niño más famoso del mundo, víctima del secuestro más público y publicitado de la historia.
Cuba, vale decirlo, cumplió su palabra. El show mediático, la manipulación política, quedaron del otro lado del Estrecho de la Florida. Traer de vuelta al niño a su hogar, su escuela, su Patria, era regresarlo a la vida, y en ese interés cooperamos todos, hasta los periodistas, que tantísimas veces nos quedamos con las ganas.
Elián es lo que los psicólogos llaman un resiliente. También un Sagitario de pies a cabeza: luchador innato, amante de los deportes y la vida al aire libre, intrépido, emprendedor, inteligente, generoso, sensible, con un gran sentido del deber e incapaz de cerrar los ojos ante una injusticia. Es un hermano mayor y un amigo fuera de serie, excelente hijo, nieto amoroso, trabajador capaz y responsable.
En la escuela sacó siempre muy buenas notas, especialmente en las Ciencias y, sobre todo, en Matemáticas. Lo pensó dos y más veces antes de decidir qué estudiar y hoy ya es ingeniero industrial, egresado de la Universidad de Matanzas Camilo Cienfuegos y que continúa viviendo y trabaja en su natal y amada Cárdenas.
Pudo elaborar su duelo y siguió adelante. Su personalidad sana y fuerte no tardó en imponerse. De aquel terrible episodio de su niñez lo recuerda todo, pero no suele hablar, y no por trauma, sino porque no es de los que se aferran al dolor y la tristeza.
Del Comandante en Jefe sí que habla, mucho y siempre en presente. Desde el primer encuentro, fue tejiéndose entre ambos una relación sumamente especial y afectuosa. Para Elián, Fidel fue, es y será padre, amigo, mentor, el hombre que ayudó a su familia cuando más lo necesitaba, que movió cielo y tierra por su regreso, lo salvó de ser una marioneta de quienes desean el mal para su pueblo, e hizo posible que creciera feliz junto a los suyos, en Cuba.
Admiración, respeto, amor… Es devoción lo que siente. Tiempo atrás le preguntaron y declaró no profesar religión alguna, pero, de llegar a tenerla, no sería otra que Fidel.
El Comandante reciprocó ese cariño sincero. “Mi amigo Elián”, lo llamó públicamente y a otro quizá se le hubieran subido los humos a la cabeza, pero él jamás se ha jactado de esa amistad, y mucho menos se ha aprovechado de ser quien es para hacer o dejar de hacer, para exigir y obtener.
¿Vanidoso, engreído? Para nada. Lo que sí ha sido y sigue siendo es una persona centrada y -más importante aún- agradecida. Hace años, cuando estaba por ingresar a una de las escuelas militares Camilo Cienfuegos para cursar el bachillerato, me dijo con absoluta convicción:
“Es lo menos que puede hacer alguien que, como yo, debe tanto a su pueblo y a la Revolución: prepararse bien para defenderlos en cualquier circunstancia”.
Idéntico compromiso está explícito en el mensaje con que abrió su cuenta en Twitter el seis de diciembre de 2018, en su cumpleaños 25. Entonces agradeció la felicitación que en nombre del pueblo de Cuba y por esa misma vía le trasmitiera el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y aseguró que su principal meta será siempre no defraudarlos.
¿Quién lo duda? Se ha fijado como gran misión en la vida no fallarle a la Revolución ni a cuantos se movilizaron durante meses en su defensa, millones que al verlo llegar aquel atardecer de junio rieron, lloraron, se abrazaron, saltaron, cantaron y gritaron de puro gozo, y para quienes constituye un símbolo de lucha, del valor de la unidad y la fuerza invencible de una idea justa.
Sobre todo, no fallarle nunca, nunca, a Fidel, y que pueda sentirse eternamente orgulloso. Aunque, bueno, otra tendrá dentro de muy poco, que haría inmensamente feliz al Comandante, y es -como escribió el domingo último en Facebook, intentar ser cuando menos la mitad del padrazo que es Juan Miguel González Quintana.
Sí, al recordar ese glorioso día de 2000, pienso en mis padres. Ojalá hubiesen alcanzado a ver, no solo aquel, sino este 28 de junio y al Elián de hoy y todos estos años.
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