Comandante de la sonrisa

Camilo Cienfuegos vive y vivirá en el pueblo.

Editora Abril
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2 min readOct 28, 2020

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Camilo Cienfuegos Gorriarán. Foto tomada de Internet.

Para el pueblo cubano que lo admira, la figura de Camilo constituye la imagen eterna del combatiente y revolucionario cubano. Expedicionario del Yate Granma, uno de los pilares fundamentales de la gesta armada que derrocó a la tiranía pro imperialista del dictador Fulgencio Batista el 1ro. de enero de 1959. Amigo inseparable de Ernesto Che Guevara. Su valor hizo que el pueblo espontáneamente le otorgara el título honorífico de Héroe de Yaguajay y Señor de la Vanguardia.

La legendaria efigie de Camilo Cienfuegos Gorriarán, se acrecienta con el paso del tiempo. Lo caracterizaba su fidelidad a la Patria, a la Revolución y a Fidel, contra quien no quiso enfrentarse ni en la pelota. Su humilde extracción social, sastre de oficio, su temperamento jovial y su sonrisa franca, con la que ganaba amigos desde el primer encuentro, lo convirtieron desde muy temprano en uno de los más carismáticos dirigentes de la Revolución Cubana.

El 26 de octubre de 1959 en el Palacio Presidencial, una com­pacta multitud se congre­gó frente a la terraza norte para repudiar los bombar­deos de aviones procedentes de Estados Unidos que se habían vuelto casi cotidia­nos por esos días. Allí Ca­milo pronunciaría su último discurso, que enardeció de patriotismo a los reunidos.

Acto en el Palacio Presidencial el 26 de octubre de 1959. Foto tomada de Internet.

“Para detener esta Re­volución cubanísima, dijo, tiene que morir un pueblo entero y si eso llegara a pa­sar, serían una realidad los versos de Bonifacio Byrne: Si deshecha en menudos pedazos/ se llega a ver mi bandera algún día,/ nues­tros muertos alzando los brazos/ la sabrán defender todavía…”.

En medio del clamor de los presentes expre­só una convicción que aún nos acompaña: “(…) que no piensen los enemigos de la Revolución que nos vamos a detener, (…) que vamos a ponernos de rodillas y que vamos a inclinar nuestra frente”.

Y con voz enronqueci­da por la emoción evocó a los caídos: “De rodillas nos pondremos una vez, y una vez inclinaremos nuestras frentes, y será el día que lle­guemos a la tierra cubana que guarda veinte mil cu­banos, para decirles: ¡Her­manos, la Revolución está hecha, vuestra sangre no corrió en balde!”.

Camilo solo contaba 27 años de edad cuando, aquel 28 de octubre de 1959, desapareció en el mar bravío para renacer convertido en una bella tradición que cada año llena las aguas cubanas de flores, respeto y cariño.

Fuentes: www.radiorebelde.cu, www.ecured.cu, www.trabajadores.cu

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