Luke Cage Temporada 1: Pobre ejecución de buenas ideas

Andrés
Castillo de Huesos
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3 min readJul 10, 2018

Con el reciente estreno de la segunda temporada de Luke Cage, he decidido re-publicar esta vieja reseña de la primera temporada, escrita para una página española.

Es innegable la importancia que tiene una serie y un personaje como Luke Cage en el contexto sociopolítico actual, no solo Americano sino mundial. La idea de un hombre de color antibalas representa un símbolo al que admirar en la creciente lucha de las minorías contra los sistemas de poder. Y por su parte la serie tiene sus ideas bien encaminadas, pero su ejecución es estropeada por escritores a los que parece que tener un lienzo de 13 horas sobre el cual plasmarlas, más que una ayuda, es un daño.

Durante los primeros 7 episodios Luke Cage demuestra las mismas fortalezas que otras series de Marvel o Netflix como Jessica Jones y Narcos.Conocemos a Luke (Mike Colter), un ex-policía que fue erróneamente encarcelado y luego de un experimento genético recibe superpoderes que incluyen piel impenetrable y súper-fuerza. Luego de escapar de prisión, Luke decide esconderse y hacer vida en Harlem, el poblado neoyorkino de mayoría negra y latina. Luke solo quiere vivir una vida pacífica sin llamar la atención pero las circunstancias lo ponen en contra de Cottonmouth (Mahershala Ali), un líder criminal, y su prima, la concejala Mariah Dillard (Alfre Woodard); quienes intentan tomar control de Harlem tanto por medios legales como ilegales.

Colter interpreta a Luke con el mismo carisma con el que fue visto por última vez en Jessica Jones, añadiéndole una falta de confianza en su propio ser que se convierte en el conflicto interno que sostiene su viaje narrativo. Los demás personajes que rodean a Cage varían de presencias entrañables (Frankie Faison como “Pop”) a completamente innecesarios (Simone Missick como Misty Knight, personaje que destruye todo momentum narrativo cada vez que aparece en escena).

Pero el mejor personaje es llevado a la vida por Ali. Cottonmouth es la figura más trágica de la serie; a simple vista un líder criminal con mal carácter, son las frustraciones de su pasado las que impulsan todas sus acciones y llevan a su fracaso; y Ali lo interpreta con un toque de impotencia que nunca borra por completo su intimidante presencia. Estos personajes viven en un mundo con infinidad de posibilidades narrativas.

Y es precisamente el saber la existencia de estas posibilidades que hacen tan frustrante las decisiones que toman Cheo Hodari Coker, creador de la serie, y sus escritores. En 13 horas de historia, el Harlem de la serie nunca se siente tan vivo como el Bed-Stuy de Spike Lee en Haz Lo Correcto en hora y media. El que Luke Cage haya sido policía no tiene importancia alguna en su relación con la fuerza policial, lo que hace este uno de los cambios más bizarros e inservibles en la adaptación de cómic a pantalla; y, más decepcionante aún, destruyen su propio mensaje anti-estereotipos cuando hacen a todos los villanos que enfrenta Cage pandilleros negros y latinos.

Sin embargo, la peor decisión de todas es el destruir por completo el trabajo de Ali cuando a mitad de serie, Cottonmouth es puesto en segundo plano para dar paso a un villano tan pobremente concebido que haría quedar bien a algunos de los terribles villanos de las películas de Marvel. Está decisión descarrila la serie, y los últimos episodios toman un rumbo diferente; es más personal sin que nos llegue a importar, porque los eventos que presenta no fueron establecidos anteriormente. Y la temática de la desigualdad del hombre negro es torpemente incrustada en escenas que no tienen efecto alguno en la historia.

Ni siquiera la acción puede salvar estos últimos episodios. La única variación que tienen las escenas de “Luke recibe disparos sin efecto y golpea a todos” es el soundtrack, una mezcla de hip-hop moderno con soul de los setentas que es, fácilmente, la mejor parte de la serie. Al final, Luke Cage no solo no está a la altura de la importancia social auto-impuesta por sus creadores, tampoco está a la altura de la promesa que conlleva su historia y las interpretaciones de su elenco principal, y eso la hace frustrante, decepcionante y, lo peor de todo, aburrida.

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