Prólogo
Memorias de extinción
Del Diario La Verdad de Maracaibo, 14 de febrero de 2019:
Volvió para quedarse
Ocho años después de ser vista por última vez, ha reaparecido la Lenteja de Agua o Lemna en el lago de Maracaibo, alertando a la población local del peligroso grado de contaminación que ha alcanzado la masa de agua dulce más contaminada del planeta.
En tan solo dos días desde su aparición ha crecido con alarmante rapidez y eficiencia, cubriendo el 25% de los más de trece mil kilómetros de superficie de este cuerpo de agua, el más grande de Latinoamérica. Las costas desde las playas de Caimarechico hasta la región sur del lago se han pintado verde por el color de esta planta acuática. El acceso por lancha o barco a las islas de San Carlos y Zapara se ha visto bloqueado, aislando a las poblaciones y evitando la posibilidad de practicar la pesca, la principal fuente de alimento de esas pequeñas islas.
Elsa Otoledo, ministra de Ambiente y Ecología, ha asumido la tarea de afrontar esta emergencia ecológica: «El gobierno del presidente obrero socialista Nicolás Maduro asume con responsabilidad el tratamiento y curación de nuestro maravilloso lago y se encuentra desarrollando un plan de contingencia y limpieza. Le pedimos a la población zuliana paciencia y apoyo para llevar a cabo este plan de recuperación para devolverle la grandeza a este lago contaminado por la falta de control de trasnacionales al servicio del capitalismo corrupto al que no le importa el ambiente con tal de generar ganancias».
Sin embargo, científicos que han volado a Maracaibo en los últimos dos días desde toda Venezuela culpan directamente a las empresas petroleras bajo control gubernamental y a la falta de control estatal como las causas directas de la contaminación. Dice Carlos Araujo, director del Servicio Venezolano de Protección Ambiental (SVPA): «Los innumerables derrames ocurridos en el lago de Maracaibo debido a desperfectos mecánicos ocasionados por fallas de mantenimiento de las instalaciones petroleras y la utilización del mismo como vertedero por empresas como PDVSA, así como la falta de control a las personas y empresas que lo utilizan irresponsablemente como depósito de sus desperdicios aún después de la primera aparición de esta alga, ha traído como consecuencia su reaparición».
Pobladores de las zonas más afectadas, como Isabela Marín, habitante de Los Puertos de Altagracia, en la costa oriental del lago, denuncia la falta de acción gubernamental: «Nadie hace nada, esta mañana amaneció la costa llena de peces muertos, el terrible olor nos tiene enfermos y ya no podemos usar el agua del lago; no sabemos qué hacer, hay mucha angustia».
Araujo concluye: «Sabemos que la planta aspira el oxígeno del lago a medida que se descompone, asfixiando a los peces y al resto de fauna marina que hace vida en sus aguas. La única forma de eliminarla es sacarla físicamente del lago; no se ha encontrado ningún método químico o biológico para tratarla. Los esfuerzos actuales no pueden mantenerse al ritmo del crecimiento de la planta. Lo cierto es que si no se toma acción eficiente e inmediata, las consecuencias serán terribles».