Entrevista a Christina Kim

Daniel Brena
CaSa
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7 min readJul 3, 2018

La primera vez que viajé a Oaxaca fue en 1995. Soy diseñadora de ropa, así que he estado muy involucrada en la creación de prendas de vestir. Vine a Oaxaca para trabajar con tintes naturales como la cochinilla, el añil. No pensaba diseñar nada más.

Visité el Taller Arte Papel Vista Hermosa por primera vez en el 2002 con Trine Ellitsgaard. Nunca había visto cómo se elaboraba el papel, así que estaba muy emocionada de ver cómo funcionaba el taller: la actividad física que involucra — desde la producción de la fibra hasta la hechura del papel — y la pequeña cantidad de electricidad que se utiliza. También fue muy interesante ver la forma en que se aprovechan los recursos naturales como fuente de energía.

En ese momento no estaba del todo satisfecha con las etiquetas que usaba para Dosa, mi marca de ropa. Solía comprar etiquetas antiguas en diferentes papelerías en Estados Unidos, pero se me acababan. Así que pensé en hacer etiquetas hechas a mano. Esto le daría continuidad al concepto de mi marca, que está dedicada principalmente a ropa hecha artesanalmente.

Trabajé en el taller produciendo las etiquetas y, desde el 2005, todas mis etiquetas son redondas y están hechas de manera que parezcan tortillas. Originalmente imprimía las etiquetas con el taller Litográfica Quintas, pero los tipos móviles se rompían con la mica del papel que usamos. Ahora hago sellos de caucho con los se estampan las etiquetas. Algunas hasta se venden a clientes japoneses que quieren utilizarlas para sus propias marcas.

Etiqueta deDosa en forma de tortilla

Como nunca había trabajado con papel hecho a mano, tuve que observar el procedimiento, entender cuáles eran las herramientas y las limitaciones. Le presto más atención a las limitaciones que a las posibilidades, así puedo hacer algo con lo que es posible.

Si yo encargara uno de mis diseños al taller, sin entender las limitaciones, quizás lograría un buen prototipo, pero la producción no sería tan consistente. La mejor manera de trabajar es utilizar lo que está a tu alcance. Por lo general, tengo una idea muy vaga de lo que quiero hacer. Y con el tiempo, trabajando con el taller, me doy cuenta de las posibilidades.

Es importante tener mucha comunicación con las personas con quien trabajas. Por eso es muy sano hablar sobre el precio con las personas que producen las piezas. En el taller fijamos un precio partiendo del tiempo que toma hacer el trabajo. De esta manera juntos podemos decidir cuál debe ser el costo del producto.

Trine y yo averiguamos cuál es el salario diario de un trabajador promedio en gobierno y utilizamos esa cantidad. Gracias a que trabajo con los artesanos, desde el principio hasta el final, sé cuánto tiempo les lleva y esta es la forma en que averiguamos cuál es el costo.

Y luego, desafortunadamente, el envío es muy caro. El costo del envío es, en ocasiones, cinco veces lo que nosotros pagamos por el objeto. Así que al final del día tenemos que agregar ese costo.

Multiplico los costos finales por 2.2 y eso incluye los materiales, y el trabajo de las personas. No incluyo mi diseño en los costos.

La primera vez que hice papel picado usé el color blanco. Trabajé con un papel hecho con un lino que Trine cultivó de unas semillas que consiguió. Este papel picado se exhibió en Bolonia, en 2008, y ha viajado a cinco lugares alrededor del mundo. Ha formado parte de instalaciones al aire libre y en lugares cerrados. También he hecho versiones en diferentes colores. Una de ellas, en azul, estuvo en el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, en el 2006.

Papel picado azul en el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo. 2016.

El papel picado es una tradición muy bella. Probablemente tiene sus orígenes en el siglo IV a. de C. en India y en China. Se utiliza de distintas maneras en diferentes lugares alrededor del mundo. Pero aquí, en México, está hecho de una manera muy moderna, y no parece algo tradicional. También en Corea se hacen recortes de papel que se pegan a las ventanas. Quise unir todos estos aspectos de diferentes culturas y hacer papel picado con papel hecho a mano.

El papel picado que vi en Oaxaca estaba hecho de papel de china. Algunos años después la gente empezó a utilizar plástico. Era una tradición muy bella. Investigué y aprendí que es una tradición azteca. Así que antecede a la llegada de Cristóbal Colón a América. Quería entender cómo hacían los aztecas el papel picado antes de la llegada de los españoles.

Y en el 2017, cuando Elsa Longhouser, la directora del Institute of Contemporary Arts Los Angeles (ICALA), me pidió que propusiera un proyecto para la tienda del museo, que fuera paralelo a la exhibición del artista Martín Ramírez, sentí que la obra de Ramírez se prestaba naturalmente para hacer papel picado y quise trabajar con el taller.

Tuve la idea de usar papel de china para crear mercancía para ICALA y utilizar los colores del papel como si fueran pinturas. Esa idea me vino un día que estaba en Oaxaca y quedé atorada en una larga hilera de papel picado. Estaba lloviendo, así que terminé empapada y mi ropa quedó manchada de colores. Después me di cuenta de que podía controlar la manera en que el color goteaba sobre el papel.

Cuadernos de papel picado para ICLA. 2017

Hicimos fundas de cuadernos, envolturas y cajas usando papel de china, buscado que el pegamento sacara el color. Las envolturas dan la sensación de haberse pintado con acuarelas. En ese proyecto sentí que, aunque el proyecto conservaba mi propio vocabulario, los trabajadores del taller podían ver lo que es posible hacer con su propio patrimonio cultural.

El producto de papel del que estoy más orgullosa es la hoja dorada que desarrollé, junto a los trabajadores del taller de papel, hace dos años. Estaba muy interesada en las coronas griegas de oro — que es algo que compartimos en la cultura coreana. Quería crear coronas de oro hechas de papel. Así que traje dibujos bastante toscos de lo que quería hacer usando hierbas y hojas, e hice un dibujo rápido.

Me gusta la idea de iniciar un diseño caminando. En general, cuando diseño, estoy trabajando sentada en mi taller. Pero para este proyecto caminamos juntos para recoger hojas y analizarlas. Usábamos las que más se parecieran a las coronas griegas. Nos dimos cuenta de que las hojas de bambú y de hiedra servían muy bien. Luego investigué un poco más en la Biblioteca del Jardín Etnobotánico y de nuevo salimos a caminar para realizar las hojas a partir del espécimen real. Todo lo hicimos juntos.

Me gusta la idea de hacer cosas únicas. Y, al traer la naturaleza, mirarla, analizarla, podemos hacer cosas que no se repiten. A través de la industrialización se intentó que las cosas fueran múltiples para que tuvieran el mismo aspecto. Pero para mí es importante hacer algo singular. Especialmente cuando las cosas están hechas a mano. La belleza de lo manual es que varía dependiendo de cómo se sienta el artesano. Encuentro belleza en la variedad. Mi trabajo consiste en crear una cierta estructura para los diseños, pero, dentro de esta, busco que todo sea único.

Otro proyecto en el que he trabajado en Oaxaca tiene que ver con el reciclaje telas. En Dosa recolectamos y reciclamos todas las telas que usamos. En la India, comencé a trabajar con las telas sobrantes de productos que elaboraba en la India. Un día recibí una hermosa carta de Trine que aún conservo. Tenía un corazón de tela y una nota que decía: «¿Qué piensas de esto?». Así fue cómo empezó este proyecto de reciclaje en Oaxaca. Creamos corazones hechos de las telas sobrantes de Dosa. Existen dos versiones. En una colocamos una guirnalda de 10 o 12 corazones sobre un papel rígido del taller. En la otra, ofrecemos corazones individuales en cajas de papel fabricadas en el taller.

Corazones individuales en cajas de papel

Los diseños de cajas ya existían cuando empezamos a trabajar. Su forma se asemeja a una especie de origami japonés. Lo único que realmente hicimos fue decidir los colores y los tamaños a usar.

Para mí era importante que el embalaje de los corazones proviniera de una fuente local. Le brinda, además, autenticidad, ya que el corazón está inspirado en los objetos religiosos que se venden afuera de la Basílica de la Soledad.

Julia Hernández, quien trabaja con nosotros realizando los corazones desde el 2008, es precisa y perfeccionista. Pasamos mucho tiempo juntas y es sorprendente cómo organiza sus colores. En los últimos diez años ha construido un vocabulario de colores muy interesante y sofisticado. Ella decide cómo quiere los corazones. Hemos vendido más de 259 000 en todo el todo el mundo.

Julia Hernández fabricando corazones.

Como consumidora, solo puedes entrar en contacto con los objetos si vas físicamente a la tienda. Por el momento el comercio electrónico no puede brindar una experiencia real: el olor, el tacto. Todavía tenemos que hacerlo en persona y creo que el trabajo artesanal se presta a eso porque es único. Lo que significa que el comprador tiene que participar en la elección de lo que quiere tener. Me gustaría que los consumidores desearan más este tipo de experiencias.

Yo fabrico ambientes en las tiendas para explicar y compartir una historia. Porque cuando ofreces trabajos únicos y artesanales hay una historia detrás que quiero compartir.

Una manera de seguir fortaleciendo estas tradiciones es invitar a artistas y diseñadores a que trabajen con artesanos. Pero tienen que ser personas que entiendan cómo trabajar con artesanos, que tengan cierta sensibilidad.

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