Por: Ángel Mario Martínez.
Es 2013 y en el Citi Field se celebra la edición 84 del All Star Game. Nueva York recibe a los mejores del beisbol mundial en un fin de semana lleno de celebridades, flashes de cámara y tuits. En medio del glamour y la faramalla, tres elementos del deporte emprenden su camino hacia el ocaso.
El juego ya terminó, las tribunas están prácticamente vacías y en el centro del montículo se encuentra el mítico cerrador de los Yankees, Mariano Rivera, quien vio acción por última vez en este duelo tras 18 años como profesional en la Gran Carpa. El panameño espera al comisionado de la MLB, Bud Selig (un hombre al que la edad le está cobrando factura, con un lento caminar y una cabeza llena de canas), para que le entregue el premio al MVP del partido, un protocolo más en su despedida.
Es una escena triste, por el adiós y por cómo el beisbol se está haciendo viejo junto a Selig. Cada vez menos gente en la unión americana ve el “Juego de las Estrellas”, un formato que parece acercarse a su fecha de caducidad. Año con año su audiencia baja más: 50% menos en los últimos 20 años.
Crisis que no es exclusiva
Cada vez menos personas están atentas a lo que sucede el fin de semana de las estrellas. Los productos han evolucionado en su contenido, aunque su caída aún no se ha detenido.
En 1996, los All Star Games eran los eventos más esperados del año. El beisbol registraba casi 20 millones de televidentes, la NBA poco más 17 y la NFL 16, hasta la NHL presumía más de 6 millones de televisores encendidos.
20 años más tarde, las cosas son muy diferentes. La MLB, NBA y NHL han perdido casi el 50% del rating, mientras que la NFL tuvo un descenso no tan drástico, a pesar de que el Pro Bowl pinta para desaparecer pronto.
Según la cadena Fox Sports, el último All Star de la MLB tuvo su punto mínimo histórico con 10.9 millones de televidentes, representando una baja con respecto a 2014 que alcanzó 11.3 millones.
Sin embargo, la MLB posee la mejor audiencia entre las ligas americanas para un “Juego de Estrellas”, promediando 11.03 millones de espectadores en los últimos cinco años, según cifras de la empresa Nielsen. A su vez, la NBA y la NHL tuvieron 7.94 y 2.5 millones, respectivamente y en el mismo lapso de tiempo. Mientras tanto, el Home Run Derby del 2015 alcanzó los 7.1 millones de audiencia, superior al concurso de clavadas de la NBA con 6.1.
El único factor que explica por qué este duelo es más seguido por los fanáticos no es la espectacularidad del evento, sino que en realidad no hay nada más que ver.
El All Star Game de las Grandes Ligas se lleva a cabo en el mes de julio, a media campaña, este periodo coincide con el receso del resto de las ligas profesionales americanas. La NBA y la NHL ya terminaron sus playoffs, mientras que la NFL se encuentra preparando su pretemporada; es decir, el beisbol es el único deporte para ver en todos los Estados Unidos.
Unas vacaciones millonarias
Las Ligas se detienen durante unos días y las franquicias toman unas merecidas vacaciones para hacer un balance de media campaña, mientras que los mejores atletas se disponen a mostrar todo su talento en el All Star Game. ¿O no?
Independientemente de los números y estadísticas de la temporada, el método de selección es mediante votos de la afición, lo que significa que en ocasiones se da prioridad a los jugadores más populares sobre los que están en su mejor momento.
Si bien es cierto que el ser elegido para representar a tu ciudad y equipo es un honor, hay atletas que se toman la cita como un escaparate para aumentar su popularidad, ya que es un simple juego de exhibición. Sólamente la MLB pone sobre la mesa una recompensa deportiva, pues el equipo ganador, sea de la Liga Nacional o Americana, será el que arranque en casa la Serie Mundial con su representante.
La NFL es caso aparte, ya que se realiza un fin de semana antes del Super Bowl. Los jugadores que disputarán el trofeo Vince Lombardi no son contemplados, además muchos de los profesionales seleccionados deciden no asistir y los que van no ofrecen más del 20% de esfuerzo; se les ve muchas veces caminando y sólo asisten para disfrutar de unas vacaciones pagadas a Hawaii con toda su familia.
Según ESPN, el Pro Bowl de 2016 fue el evento declinado por un mayor número de jugadores en la historia, ya que 86 fueron seleccionados por la afición y existieron 133 suplentes, representando el 7.84% del total de la NFL. Casi cualquiera puede participar en este duelo.
A pesar de que hay poco en juego, las ciudades se pelean por ser las sedes, ya que la derrama económica es importante para tan sólo un fin de semana.
Las últimas cinco ciudades que fueron anfitrionas de un All Star de la NBA tuvieron un impacto económico de 117.2 millones de dólares en promedio. La MLB y la NHL también fueron beneficiados económicamente, promediando 85.2 y 22.6 millones respectivamente, según cifras de las mismas ligas.
Asistir a estos eventos no es fácil para el ciudadano de a pie, ya que en promedio se gastan entre 162 y 1,020 dólares al día entre la compra de alimentos y memorabilia, además del costo del boleto de entrada.
Circo y más circo
El beisbol podrá presumir de tener los niveles más altos de rating en su reunión de profesionales al no haber nada más en la baraja deportiva, pero sigue bajo la sombra de la NBA y la NFL en su popularidad general, prueba de ello son el número de seguidores en sus redes sociales oficiales.
La NBA centra sus esfuerzos en la experiencia del aficionado y el glamour en la duela, invitando a las celebridades del momento a jugar, además de la espectacularidad del concurso de clavadas donde ya se brincan autos, es decir: un todo un circo. La NFL ofrece el Pro Bowl que se mantiene por la popularidad del deporte en general. La NHL mantiene su producto gracias a ser de nicho y la MLB porque es ver eso o una novela de Telemundo.
Nunca veremos a los mejores del deporte esforzándose al 100% en el All Star Game, pero hay que reconocer que es divertido verlos cascarear sin presión alguna, transformando el deporte en un mero espectáculo.